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El deporte es uno de los fenómenos más característicos de nuestro tiempo, dado su impacto y fundamentalmente por sus implicaciones y derivaciones en la mayoría de los campos de actividad social, económica, lúdica, mediática e incluso como trampolín de modelos de comportamiento individual.

La Carta Europea del Deporte, redactada en el mes de mayo de 1992 por los ministros europeos del deporte, en su artículo 2.1, lo define como “toda forma de actividad física que, mediante la participación casual u organizada, tienda a expresar o mejorar la condición física y el bienestar mental, estableciendo relaciones sociales u obteniendo resultados en competición a cualquier nivel”. El desarrollo de este concepto implica contemplar diversas formas o dimensiones del deporte, que para ser desarrolladas exigen distintos modelos de aplicación.

Así, nos encontramos con modalidades que exigen concebir y sobre todo propiciar la práctica deportiva que representan diferencias muy importantes entre ellas. Modalidades como las que denominamos: Deporte para todos; Deporte de Rendimiento; Deporte de base; Deporte de tecnificación y alto rendimiento deportivo; Deporte de espectáculo. Todas ellas en el fondo reflejan concepciones sobre el deporte y su práctica muy diferenciadas entre sí.

Sin embargo, conviene dejar establecidos algunos principios básicos que nos permiten perfilar mejor el tipo de beneficios, a los que la práctica del deporte o de la actividad físico-deportiva conlleva. En primer lugar, parece evidente que son los ciudadanos los que principalmente deben ser los destinatarios de la mejora en la calidad de vida que se derive de su relación con el deporte.

Tal como afirma Charles Taylor uno de los rasgos definitorios de lo que denominamos modernidad consiste en revalorizar la vida corriente. Esta propuesta se propone como alternativa al concepto de vida heroica, arriesgada, ennoblecedora, tan ensalzada en épocas pretéritas de la historia humana. Esta idea de hacer mejor, de dotar de más interés la vida cotidiana representa una auténtica revolución social. Esta argumentación tiene una clara línea de aplicación en el caso del deporte y su utilización como generador de modelos sociales. El deporte ha sido una importante fuente de personajes y de argumentos para la sociedad contemporánea. Como afirma Miquel de Moragas, “las modernas historias sobre la bondad y la maldad, el éxito y el fracaso, la suerte y la desgracia, la victoria y la derrota, (…) encuentran en la narración deportiva sus expresiones más populares”.

Fenómenos tan trascendentes como la generación de una identidad colectiva, la adscripción a unos ideales o la privilegiación de determinados valores éticos, hoy están muy vinculados a determinadas manifestaciones deportivas.

Una clara consecuencia del cambio que han representado en la práctica estas concepciones, es que de una imagen de la práctica deportiva, vinculada acaso exclusivamente a la edad juvenil, hemos pasado a aceptar que dicha práctica es asumible también para la edad madura. Por lo tanto, una consideración de primera magnitud, que debe servir como referencia, se apoya en fomentar una visión del deporte basado en su accesibilidad, su normalización, modernizando en este sentido el mensaje más convencional vinculado a la idea de deporte. Aquí aparece un elemento de ruptura a la hora de valorar las diferentes dimensiones del deporte contempladas unas líneas más arriba..

De manera fundamental, la dimensión y el concepto deporte para todos, debe ser fomentada, lo que posiblemente implique la necesidad de generar y desarrollar nuevos tipos y modelos de propuestas y de programas; dando forma así a un concepto de deporte vinculado a la vida corriente, dirigido a diferentes tramos de edad y género, lo que debe favorecer su práctica terapéutica y no exclusivamente agónica. Esto nos parece especialmente necesario que se haga presente en los medios de comunicación social, especialmente los de titularidad pública, en los que esta filosofía de utilidad general debe primar sobre la pura rentabilidad económica o política. Esta dimensión del deporte es concebida mayoritariamente como el conjunto de actividades y manifestaciones que tienen como objetivo promover la salud, la condición física y el bienestar, mediante actividades que pueden ser practicadas por personas de sexo, edad, condiciones sociales y económicas diferentes cualquiera que sean las culturas regionales y locales en las que viven.

En consecuencia, bajo este paraguas conceptual, que denominamos deporte para todos, caben desarrollos como el deporte en la edad escolar, el deporte de adultos, el deporte para discapacitados, o el deporte de la tercera edad. La dimensión deporte de rendimiento, que incluye los conceptos deporte de base y deporte de tecnificación y alto rendimiento, a nuestro juicio debe asomarse a la Sociedad de una manera en la que el modelo de referencia sea preferentemente formativo. Se trata de una dimensión muy directamente vinculada a la práctica deportiva sistematizada, y en ese sentido debe fomentarse que dicha práctica se desarrolle de manera racional, progresiva y controlada. En cualquier caso, respecto al deporte de base, independientemente de cuales sean las especificaciones que se quieran establecer cara a su desarrollo, es irrefutable que su aplicación genera una vertiente formativa, y en consecuencia educativa en su sentido más profundo y trascendente.

A partir de estas ideas básicas, parece claro que la formación deportiva representa un gran reto desde un punto de vista educativo. El deporte debe ser analizado como una realidad compleja y multifacética, porque es cierto que el deporte tiene muchas caras. Además, dimensiones del deporte como las infraestructuras, los modelos de gestión, su dimensionalización económica, su relación con los medios de comunicación, o sus implicaciones sociológicas son ya hoy facetas extraordinariamente desarrolladas y posiblemente en algunos de sus aspectos no muy conocidas por el gran público. Hasta tal punto resultan trascendentes estas implicaciones que suponen consecuencias de todo tipo, desde la creación de nuevas profesiones hasta la toma de decisiones vinculadas con la alta política.

En los últimos años estamos asistiendo a un “boom editorial” vinculado al deporte; libros, revistas, videos o páginas de Internet dedicados a la actividad deportiva, parecen ampliar el evidente interés social por todo lo relacionado con el deporte y sus manifestaciones. En el caso específico de Internet, nos encontramos ante un medio que tiene la capacidad de cambiar para siempre la forma en que el público accede a la realidad y las noticias generadas por el deporte. Internet ya es capaz de distribuir ilimitadamente fotografías con alta calidad, videos y hasta transmisiones en directo de los eventos deportivos, dejando obsoletas muchas de las actuales maneras de presentar y “vender” la imagen del deporte.

Las formas establecidas de radiodifusión, basadas en los territorios nacionales, deben ser necesariamente revisadas. El uso de nuevas tecnologías y terminales como ya ocurre con los teléfonos móviles, están empezando a modificar de forma sustancial la manera de transmitir e informar sobre los acontecimientos deportivos.

D. Juan de Pablos Pons Catedrático de la Universidad de Sevilla