Palabras claves: DEPORTE ESCOLAR/ ACTIVIDAD FÍSICA

Título: HÁBITOS DE VIDA DE LOS ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA

Autor: Doctor Carlos Alberto Ramos Parraci, Magister Nestor Willian Aponte Lopez

País: Colombia

 

RESUMEN
Objetivo: Caracterizar los “HÁBITOS DE VIDA DE LOS ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA” con el fin de establecer estrategias de intervención en Educación para la Salud desde y para la comunidad universitaria.

Método: Estudio DESCRIPTIVO TRANSVERSAL.
Población y Muestra: Se definió como Población del Estudio a los 6964 estudiantes de la Universidad del Tolima, de pregrado, modalidad presencial, matriculados durante el primer período de 2010; La muestra fue estratificada ALEATORIA SIMPLE, con una Probabilidad positiva de P=0,5; Nivel de confianza del 95 % (t=1,96); y un Error relativo del 6 % ( ‘0,03),
lo cual arrojó un tamaño de muestra de 910 estudiantes (461 hombres y 449 mujeres).
Instrumentos: Para el estudio se aplicó una adaptación del cuestionario de prácticas y creencias sobre hábitos de vida (Arrivillaga, Salazar y Gómez, 2002), el cual está formado por 116 ítems distribuidos en dos subescalas: prácticas (69 ítems) y creencias (47 ítems). El cuestionario evalúa seis dimensiones del estilo de vida: condición, actividad física y deporte; tiempo de ocio; autocuidado y cuidado médico; hábitos alimenticios; consumo de alcohol, tabaco y otras drogas; y sueño. Se aplicó bajo el consentimiento de los sujetos de investigación.
Resultados:Alta presencia de creencias favorables a la salud en todas las dimensiones asociadas con prácticas no saludables, sin presentar diferencias significativas entre hombres y mujeres, que se convierten en factores de riesgo nocivos para la salud a largo plazo, si se tiene en cuenta la presencia de hábitos no saludables puede contribuir al desarrollo de enfermedades metabólicas y cardiovasculares.
Palabras clave: Hábitos de vida, Universidad, Promoción de la salud, Factores de riesgo.

Introducción
El estilo de vida es una forma que se basa en patrones de comportamiento identificables, determinados por la interacción entre las características personales individuales, las interacciones sociales y las condiciones de vida socioeconómicas y ambientales (World Health Organization – Division of Health Promotion, Education and Communication, Health Education and Health Promotion Unit, 1998).
El estilo de vida saludable implica también, la forma como cada uno decide vivir, las cosas que decide hacer, la hora en que se levanta, y descansa, el tipo de alimentos que consume, la forma de relacionarse con los demás, la actitud que asume frente a los problemas, los sitios en donde se recrea, el respeto por la naturaleza y el entorno, todo lo cual define la promoción de la salud en el marco de un desarrollo sostenible, donde personas sanas en sociedades sanas hagan de la tierra un planeta sano.
Específicamente, los estilos de vida saludables incluyen conductas de salud, patrones de conducta, creencias, conocimientos, hábitos y acciones de las personas para mantener, restablecer y/o mejorar su salud (Goodman & Steckler, 1987).
Sin embargo, es importante reconocer que no existe un estilo de vida “óptimo” al que puedan adscribirse todas las personas. La cultura, los ingresos, la estructura familiar, la edad, la capacidad física, el entorno doméstico y laboral, harán más atractivas, factibles y adecuadas determinadas formas y condiciones de vida.
Y de igual manera, es importante anotar que el conocimiento de algo, por sí solo, no es un indicador de cambio conductual, sí se ha demostrado que cierta cantidad de información es necesaria para iniciar el proceso que conducirá a un cambio de comportamiento (Fineberg, 1988).
Desde esta perspectiva, es importante subrayar que la determinación y la caracterización de un estilo de vida activo y saludable es claramente complejo y multifactorial (Piéron, Ruiz Juan, & García Montes, 2007), debido a la existencia de numerosos correlatos de la participación en actividades física y deportivas, entre los cuales se incluyen los cognitivos, emocionales y psicológicos, resaltando entre ellos la motivación con una orientación de meta, el disfrute y/o placer de la propia actividad practicada y la automotivación (Ruiz Juan, García Montes, & Piéron, 2009).
Lo anterior, refuerza el postulado de la importancia de resolver la cuestión sobre cómo deben diseñarse adecuados modelos de prevención e intervención en salud con ciertos grupos poblacionales, que incluyan factores cognoscitivos que produzcan el impacto deseado, o al menos, aumenten las probabilidades de éxito (Arrivillaga Quintero & Salazar Torres, 2005), ya que son incontables los programas de intervención en salud, pero son escasos los que responden a las necesidades y expectativas de la comunidad y que vayan dirigidos directamente a incrementar la práctica de estilos de vida adecuados.
Hay que anotar que los patrones de comportamiento que conforman los estilos de vida se incluyen prácticas saludables y no saludables que interactúan entre sí (Carrasco, 2004). Sin embargo, los sujetos que con comportamientos no saludables y que son mantenidos en el tiempo, como, malos hábitos alimenticios (desequilibrio en la dieta), el sedentarismo, el consumo de tabaco y de alcohol, no dormir el tiempo necesario o llevar a cabo comportamientos inseguros, tienen una mayor probabilidad de desarrollar enfermedades, comparadas con aquellas personas que no incluyen estas prácticas en su estilo de vida (Organización de Naciones Unidas [ONU], 2007; Wu, Rose y Bancroft, 2006).
En relación con la salud del adolescente y del joven, los estilos de vida aparecen relacionados con problemas sociales de gran relevancia, además, de los enunciados anteriormente, entre los que se encuentran: embarazos precoces, abortos, infección por VIH/SIDA y contagio de infecciones de transmisión sexual (ITS), debido a sus prácticas sexuales; las incapacidades, lesiones o muertes, debidas a accidentes de tránsito; trastornos por el consumo y abuso de drogas; y trastornos de la conducta alimentaria, a causa del sedentarismo y la dieta (Hernán, Ramos y Fernández, 2004; ONU, 2005; Organización Mundial de la Salud [OMS],2006). A largo plazo, estos jóvenes presentan también un aumento en la prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles que tienen como factores asociados los estilos de vida poco saludables (ONU, 2007).

Objetivo
Caracterizar los “ESTILOS DE VIDA DE LOS ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA” considerando a su vez las creencias sobre la salud de los estudiantes de la Universidad del Tolima y su relación con las prácticas y los factores del contexto que implican riesgo o protección para la salud con el fin de establecer estrategias de intervención en Educación para la Salud desde y para la comunidad universitaria.
Metodología Diseño: La investigación fue de carácter no experimental, de tipo descriptivo, con diseño transversal.
Población y Muestra: Se definió como Población del Estudio a los 6964 estudiantes de la Universidad del Tolima, de pregrado, modalidad presencial, matriculados durante el primer periodo de 2010 y repartidos en 21 programa académicos (Consolidado Académico 2010 – Academusoft 3.2).
La muestra fue estratificada ALEATORIA SIMPLE, y para el cálculo de su tamaño se
utilizó el programa MacStat 2.0 con una Probabilidad positiva de P=0,5; Nivel de
confianza del 95% (t=1,96); y un Error relativo del 6% ( =0,03), lo cual arrojó un tamaño
de muestra de 910 estudiantes; el 50,6% (461) de los sujetos fueron hombres y el
49,4% (449) mujeres (véase tabla 5). La edad promedio fue de 21,2 años con una
desviación estándar de ±2,2 años. El 85,7% de estudiantes encuestados pertenecen a
estratos socioeconómicos bajos (1, 2 y 3); mientras en los estratos altos (4, 5 y 6) se
ubicó el 14,3% de la muestra.
Instrumentos: Para el estudio se aplicó una adaptación del Cuestionario de prácticas y
creencias sobre estilos de vida (Arrivillaga, Salazar y Gómez, 2002). El mismo está
formado por 116 ítems distribuidos en dos subescalas: prácticas (69 ítems) y creencias
(47 ítems). El cuestionario evalúa seis dimensiones del estilo de vida: condición,
actividad física y deporte; tiempo de ocio; autocuidado y cuidado médico; hábitos
alimenticios; consumo de alcohol, tabaco y otras drogas; y sueño. Su formato de
respuesta es de tipo Likert de cuatro alternativas con un rango para la subescala de
prácticas de «siempre» a «Nunca» y para la subescala de creencias de «totalmente de
acuerdo» a «totalmente en desacuerdo». Siendo aplicado bajo el consentimiento
informado de los sujetos de investigación.
Aspectos Éticos: Para la realización del estudio, se tuvo en cuenta los aspectos de:
Derecho a la privacidad (en relación a los sentimientos, actitudes, valores, información
personal, etc.), Derecho a la determinación personal, Derecho a la conservación de la
integridad personal, Derecho a no recibir ofensas, y en ningún momento se lesionaron la
integridad física, psicológica y social de las personas que participaron de la
investigación.
RESULTADOS:
Los resultados generales en cada dimensión del estilo de vida obtenidos fueron:
Condición, actividad física y deporte: Los estudiantes de la Universidad del Tolima
presentaron una muy alta presencia de creencias adecuadas relacionadas con esta
dimensión. Sin embargo, la presencia de creencias favorables con las prácticas, no
coincidió, ya que éstas últimas resultaron poco o nada saludables.
Se identificaron las siguientes creencias positivas: «La actividad física ayuda a
mejorar la salud» con un 97,8%, «Al hacer ejercicio se pueden evitar algunas
enfermedades», 98%; «Con el ejercicio mejora el estado de ánimo», 92% y «Los
cambios repentinos en el peso corporal afectan la salud», 82%. Un porcentaje
significativo de estudiantes refirió estar en desacuerdo o totalmente en desacuerdo con
la creencia negativa de «El ejercicio puede esperar», 57%. Es importante resaltar que
no se evidenciaron creencias negativas con las que los estudiantes de la Universidad
del Tolima estuvieran de acuerdo. De igual manera no se presentaron diferencias
significativas entre el género masculino y femenino (p=0,290).
Sin embargo, las prácticas no presentaron los mismos porcentajes, evidenciándose que
los estudiantes «Nunca» habían realizado lo siguiente: «Hace ejercicio, camina, trota o
juega algún deporte», 62,8%; «Termina el día con vitalidad y sin cansancio», 67,3; y tan
solo el 28,2% «Participa en programas o actividades de ejercicio físico bajo
supervisión». No se presentaron diferencias significativas entre hombres y mujeres
(p=0,454).
Recreación y manejo del tiempo libre: Al indagar sobre la dimensión de recreación y
manejo del tiempo libre, los estudiantes de la Universidad del Tolima mostraron tener
una alta o muy alta presencia de creencias positivas al respecto, y lo más importante de
subrayar, fue la única dimensión donde coinciden las creencias de los estudiantes con
sus prácticas.
Esta dimensión arrojó las siguientes creencias positivas: «Es importante compartir
actividades de recreación con familia y amigos», 89,9 % y «El descanso es importante
para la salud», 93,2 %. De la misma manera, los estudiantes mostraron estar en
desacuerdo o totalmente en desacuerdo con creencias negativas como: «La recreación
es para los que no tienen mucho trabajo», 65,3% y «El trabajo es lo más importante en
la vida», 72,0 %.
Entre las prácticas positivas de los estudiantes de la Universidad del Tolima dentro de la
dimensión de recreación y manejo del tiempo libre, se anuncian las siguientes: «Práctica
actividades físicas de recreación», 61,3 %; «Incluye momentos de descanso en su rutina
diaria», 78,2%; «Comparte con su familia y/o amigos el tiempo libre», 91,3%; sin
embargo hay que enunciar como una práctica negativa que el 91,7 % «Destina parte de
su tiempo libre para actividades académicas o laborales». Estos dos grupos de jóvenes
incluyen momentos de descanso en su rutina diaria. No se presentaron diferencias
significativas entre hombres y mujeres (p=0,337).
Autocuidado y cuidado médico: En esta dimensión los estudiantes de la Universidad
del Tolima presentan una dualidad, ya que si bien arrojaron una alta presencia de
creencias favorables, los resultados en cuanto a las prácticas son poco o nada
saludables.
Creencias positivas en las que estuvieron totalmente de acuerdo: «Cada persona es
responsable de su salud», 97,3 %; «Es mejor prevenir que curar», 90,5 %; «Los factores
ambientales (el sol, la contaminación, el ruido) influyen en la salud», 85,7% y «El estado
de salud es consecuencia de los hábitos de comportamiento», 88,7 %.
Las creencias negativas en las que están en desacuerdo o totalmente en desacuerdo
los estudiantes de la Universidad del Tolima son: «Tener buena salud es asunto de la
suerte o del destino», 83,2 %; «La relajación no sirve para nada», 87,3 %; «Solo
cuando se está enfermo, se debe ir al médico», 73,3 %; «En tramos cortos no es
necesario el cinturón de seguridad», 71,1 %; «Es importante que le caiga bien el médico
para que el tratamiento funcione», 72,1%; «En la vida hay que probarlo todo para morir
contento», 61,7 % y «Es difícil cambiar comportamientos no saludables», 78,6 %. Las
creencias no presentaron diferencias significativas entre hombres y mujeres (p=0,457).
Entre las prácticas positivas para el autocuidado y el cuidado médico que nunca realizan
los estudiantes de la Universidad del Tolima están: «Va al odontólogo por lo menos una
vez al año», 52,1 %; «Cuando se expone al sol, usa protectores solares», 78,1 %;
«Chequea al menos una vez al año su presión arterial», 69,3 %; «Lee y sigue las
instrucciones cuando utiliza algún medicamento», 71,2 %; y entre las que «Algunas
veces» realiza se pueden citar las siguientes: «Se automedica y/o acude al farmaceuta
en caso de dolores», 58,3 %; «Consume medicinas sin prescripción médica», 60,9 %; el
71,3% «Maneja bajo efectos del licor u otras drogas»; el 58,7 % «Aborda un vehículo
manejado por algún conductor bajo efectos del licor», y tan solo el 55,7 % «Obedece las
leyes de tránsito, sea peatón o conductor. Es importante anotar que las prácticas
arrojaron diferencias significativas entre hombres y mujeres (p=0,002).
Hábitos alimenticios: Los estudiantes de la Universidad del Tolima, mostraron
prácticas poco o nada saludables en esta dimensión, a pesar que la presencia de
creencias favorables fueron altas, siendo las más destacadas las siguientes: «El agua
es importante para la salud» con un 94,3%; y están en desacuerdo o totalmente en
desacuerdo con las siguientes creencias negativas, señalados como factores de
protección: «Entre más flaco más sano», 81,3%; «Lo más importante es la figura»,
71,0%; «Entre más grasosita la comida más sabrosa», 62,9%; «Las comidas rápidas
permiten aprovechar mejor el tiempo», 51,4% y «Las dietas son lo mejor para bajar de
peso», 63,4%. No se presentaron diferencias significativas entre hombres y mujeres
(p=0,323).
Las prácticas de los estudiantes de la Universidad del Tolima frente a la dimensión de
hábitos alimenticios es lamentable, como se observa a continuación: El 57,7% nunca
«Consume entre cuatro y ocho vasos de agua al día» y el 63,8% nunca «Limita su
consumo de grasas y salsas en general». «Algunas veces» el 57,3% «añade sal a las
comidas en la mesa», «añade azúcar a las bebidas en la mesa», 51,2%; «Consume
más de cuatro gaseosas en la semana», 88,3%; «Consume dulces, helados y pasteles
más de dos veces en la semana», 67,2%; «Come carne más de cuatro veces a la
semana», 94,7%; y tan solo el 32,6% algunas veces «Su alimentación incluye vegetales,
frutas, panes, cereales entre otras», y el 29,1% «Come pescado y pollo, más que carnes
rojas». De igual manera, el 71,8% siempre «Mecatea»; «Consume carnes frías», 68,3%;
«Consume comidas que contienen ingredientes artificiales o químicos», 66,3%; y el
78,2% «Consume comidas rápidas». No se presentaron diferencias significativas entre
hombres y mujeres (p=0,211).
Consumo de alcohol, tabaco y otras drogas: De igual manera, no existe
correspondencia entre las creencias y prácticas en esta dimensión, ya que mientras las
primeras son beneficiosas para los estilos de vida, las segundas son desfavorables.
Resaltan en los estudiantes de la Universidad del Tolima, las siguientes creencias
positivas: «El licor es dañino para la salud», en el 84,8%; y «Dejar de fumar es cuestión
de voluntad», 81,5%. Al indagar por las creencias negativas, están en desacuerdo o
totalmente en desacuerdo con las siguientes: «Consumir uno o dos cigarrillos al día NO
es dañino para la salud», 62,7 %; «Se disfruta más una rumba si se consume licor o
drogas», 72,6 % y «Al consumir licor se logran estados de mayor sociabilidad», 61,3 %.
Las creencias negativas con las que los estudiantes están de acuerdo o totalmente de
acuerdo y que podríamos considerar factores de riesgo para la salud son: «Un traguito
de vez en cuando no le hace daño a nadie», 88,9 %; «El café le permite a la gente estar
despierta», 62,4%; «Nada como una coca-cola con hielo para quitar la sed», 73,7 %;
«Una borrachera de vez en cuando no le hace daño a nadie», 68,3 % y «Tomar tragos
es menos dañino que consumir drogas», 65,7 %. Las creencias de los estudiantes de la
Universidad del Tolima en esta dimensión arrojaron diferencias significativas entre
hombres y mujeres (p=0,001).
Al preguntar por las prácticas de esta dimensión en los estudiantes de la Universidad del
Tolima, como se anotó anteriormente, se encuentra que van en contra vía a sus
creencias, ya que se pueden considerar como nada o poco saludables. Para una mejor
comprensión, observe sus resultados: Dentro del rango de «Algunas Veces», se
encuentra que el 68,3% «Consume licor al menos dos veces en la semana»; el 66,4%
«Consume más de dos tazas de café al día». En el rango de «Siempre», el 67,8%
«Consume más de tres coca-colas en la semana». Dentro de las prácticas positivas se
enumera que el 51,5% «Dice NO a todo tipo de droga» y que el 47,5%; «Cuando
empieza a beber puede reconocer en qué momento debe parar». Se presentaron
diferencias significativas entre hombres y mujeres (p=0,001).
Sueño: Esta dimensión presentó, al igual que las anteriores, creencias favorables que
no coinciden con el resultado de las prácticas saludables, encontrándose las siguientes
creencias positivas con las que los jóvenes están totalmente de acuerdo o de acuerdo:
«Dormir bien, alarga la vida», 81,2%; «La siesta es necesaria para continuar la actividad
diaria», 73,4%; «Si no duerme al menos ocho horas diarias no funciona bien», 60,0% y
«Sólo puede dormir bien cuando tiene condiciones adecuadas », 68,7%.
Las prácticas, en la dimensión de Sueño en los estudiantes de la Universidad del
Tolima, mostraron los siguientes resultados: En la categoría de «Nunca», el 89,4%
«Utiliza pastillas para dormir»; y el 88,3% «Respeta sus horarios de sueño, teniendo en
cuenta la planeación de sus actividades». En las prácticas que respondieron que
«Algunas veces», el 21,2% «duerme al menos 7 horas diarias»; el 65,9 % «duerme bien
y se levanta descansado»; al 44,8 % «le cuesta trabajo quedarse dormido»; el 55,7 %
«se despierta varias ocasiones durante la noche»; el 69,7 % «se levanta en la mañana
con sensación de una noche mal dormida»; y el 35,4 % «se mantiene con sueño
durante el día».
Por último, el 78,6 % de los estudiantes «siempre», «hace siesta»; y el 71,2
«trasnocha». Tanto creencias como prácticas no presentaron diferencias significativas
entre hombres y mujeres.
Conclusiones
En el estudio se evidenció una alta presencia de creencias favorables a la salud
asociadas con prácticas no saludables, lo que podríamos resumir en que “el
conocimiento de lo útil no está condicionando per se un comportamiento saludable”
(Ramos, López, Monje & Figueroa, 2010: 69) y que también de acuerdo con los
planteamientos de Beneit (1994), son hábitos no saludables «resistentes al cambio» y
que al adquirirse y perpetrarse en individuos y/o comunidades, pasan a ser factores de
riesgo nocivos para la salud a largo plazo, si se tiene en cuenta la presencia de hábitos
no saludables puede contribuir al desarrollo de enfermedades metabólicas y
cardiovasculares (Amigo, Fernández & Pérez, 1998; Elizondo, Guillén &Aguinaga, 2005;
Gámez, 2005; Guerra, Teixeira-Pinto, Ribeiro, Ascensão, Magalhãe, Andersen,
Duarte&Mota, 2006; Ramírez-Hoffman, 2002; Sparling, Owen, Lambert & Haskell, 2000;
Velasco, 2004; WHO, 2008).
Es importante anotar, que los resultados obtenidos en el estudio, representan una
ventaja que debe traducirse en el diseño de programas que fomenten comportamientos
saludables en la comunidad universitaria, es decir, que ellos se conviertan en la
oportunidad de llevar a cabo programas de educación y promoción de la salud o de
prevención de la enfermedad dirigidos a la población universitaria.
No se puede olvidar, de igual manera, la responsabilidad social de la universidad, lo cual
significa que dichos programas deben considerar también las necesidades del entorno,
pues las universidades pueden ser promotoras de la salud si se lo proponen; ya que
tienen el potencial para influir positivamente en la vida y condición de salud de sus
miembros, protegiéndolos y promoviendo su bienestar y pueden liderar y apoyar
procesos de cambio en la comunidad externa, a través de sus políticas y prácticas.
Referencias
Amigo, I; Fernández, C. & Pérez, M. (1998). Manual de Psicología de la Salud. Madrid:
Pirámide.
Arrivillaga, M; Salazar, I.C. & Gómez, I.C. (2002, julio). Estilos de vida saludables en
estudiantes universitarios. III Congreso Iberoamericano de Psicología. Bogotá,
Colombia.
Arrivillaga Quintero, M. & Salazar Torres, I. (2005). Creencias relacionadas con el estilo
de vida de jóvenes latinoamericanos. Psicología Conductual, 13 (1): 19-36.
Beneit, P. (1994). Conductas de salud. En J.M. Latorre & P.J. Beneit (dirs.), Psicología
de la salud. (p. 289-297). (3a ed.). Buenos Aires: Lumen.
Carrasco, A.M. (2004). Consumo de alcohol y estilos de vida: una tipología de los
adolescentes españoles. Revista de Psicología Social, 19: 51-79.
Elizondo, J.J; Guillén, F. & Aguinaga, I. (2005). Prevalencia de actividad física y su
relación con variables sociodemográficas y estilos de vida en la población de 18 a 65
años de Pamplona. Revista Española de Salud Pública, 79(5): 559-567.
Fineberg, H. (1988). Education to prevent AIDS: prospects and obstacles. Science, 239:
592-596.
Gámez, R. (2005). Intervenciones efectivas en promoción de la actividad física. Kinesis,
42: 58-61.
Goodman, R. & Steckler, A. (1987). Un modelo de institucionalización de los programas
para la promoción de la salud. Salud de la Familia y la Comunidad (11): 63-78.
Guerra, S; Teixeira-Pinto, A; Ribeiro, J.C; Ascensão, A; Magalhães, J; Andersen, L.B;
Duarte, J.A. & Mota, J. (2006). Relationship between physical activity and obesity in
children and adolescents. Journal of Sports Medicine and Physical Fitness, 46(1): 79-83.
Hernán, M; Ramos, M. & Fernández, A. (2004). La salud de los jóvenes. Gaceta
Sanitaria, 18(1): 47-55
Hochbaum, G.M; Sorenson, J.R. & Lorig, K. (1992). Theory in health education practice.
Health Education Quarterly Fall, 19: 295-313.
Organización de las Naciones Unidas. (2005). Informe sobre la juventud mundial.
Recuperado el 30 agosto, 2006. Disponible en: http://www.cinu.org.mx/jovenes/
informejuv05completo.pdf
Organización de las Naciones Unidas. (ONU) (2007). Panorama de la salud en la región.
Salud en las Américas. Recuperado el 15 enero, 2006, de: http://www.paho.org/hia/
documentos/Esp/HIAbookletCompiled%20-%20Esp.pdf#search=”panorama
Piéron, M; Ruiz Juan, F.& García Montes, M. (2007). Actividad físico-deportiva y salud.
Análisis de los determinantes de la práctica en alumnos de Enseñanza Secundaria.
Madrid: Consejo Superior de Deportes.
Ramirez- Hoffman, H. (2002). Acondicionamiento físico y estilos de vida saludable.
Revista Colombia Médica, 33(1): 3-5.
Ramos, C.A; Monje, J; López, J.D. & Figueroa, C.J. (2010). Influencia de la cátedra de
Educación Física frente a los estilos de vida de la población escolar del Departamento
del Huila. Revista Educación física y deporte, 29(1): 67-74.
Ruiz Juan, F; García Montes, M.& Piéron, M. (2009). Actividad física y estilos de vida
saludables. Análisis de los determinantes de la práctica en adultos. Sevilla:
WANCEULEN- Editorial deportiva.
Sparling, P; Owen, N; Lambert, E.& Haskell, W. (2000) Promoting physical activity: the
new imperative for public health. Health Educational Research, 15: 367-376.
Velasco, M. (2004). Actividad física, recreación y calidad de vida. Kinesis. Educación
física y deporte, 39: 61-63.
World Health Organization – Division of Health Promotion, Education and
Communication, Health Education and Health Promotion Unit. (1998). Glossary of terms
used in health for all series (No. 9). Geneva: WHO.
World Health Organization. (2006). Promoting physical activity and active living in urban
environments. Recuperado el 18 septiembre, 2006. Disponible en: http://www.euro. who.
int/document/e89498.pdf
World Health Organization. (2008). Global strategy on diet, physical activity and health.
Recuperado el 1 marzo, 2008, de http://www.who.int/dietphysicalactivity/diet/en/index.
html.
Wu, T; Rose, S. & Bancroft, J. (2006). Gender differences in health risk behaviors and
physical activity among middle school student. Journal School Nursing, 22(1): 25-31.