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En el buceo con escafandra autónoma es fundamental controlar el tiempo y la profundidad de la inmersión. Si se asciende demasiado rápido se puede sufrir una descompresión, lo que produce la formación de burbujas de nitrógeno en el torrente sanguíneo que a veces resulta fatal. Todos los buceadores deben conocer cómo calcular los tiempos por medio de tablas pero, por comodidad y seguridad, el uso de ordenadores de pulsera está muy extendido.

Estos ordenadores parecen relojes digitales, aunque un poco grandes, idóneos para llevarlos con traje y corbata. Los modelos avanzados pueden medir la profundidad, el tiempo de inmersión, las presiones de la botella de oxígeno, calcular los tiempos y pausas de descompresión e, incluso, la dirección en la que se mueve el buceador gracias a una brújula digital incorporada. Para medir la presión del tanque, algunos modelos incorporan un receptor inalámbrico.

La mayoría permiten la conexión con un PC para poder extraer los datos de la inmersión, generar gráficos y almacenarlos para analizarlos más adelante. Los precios varían entre los 300 euros de los modelos más sencillos hasta los 1000 euros de los más completos.

Ordenadores de montaña

De las simas más profundas, a las montañas más altas. Los escaladores también pueden beneficiarse de la tecnología gracias a uno de estos ordenadores de pulsera. En este caso se controla la altitud, la velocidad de ascensión, el número de ascensiones (si se trata de una pared) y la inclinación de la pendiente. Además incluyen un cronómetro, un barómetro y una brújula digital.

Para los aficionados a bajar, en lugar de subir, existen modelos adaptados a la práctica del esquí que, además de los datos mencionados, controlan la velocidad media y máxima del descenso y la distancia cubierta.

Conectados al PC, estos ordenadores son capaces de reproducir un perfil de la ruta recorrida y llevar un registro de las escaladas o descensos. También dan la hora.

Podómetros y receptores GPS

Correr es la actividad deportiva más natural, desde los tiempos en los que el hombre huía de los depredadores o perseguía a sus presas. También es la actividad más sencilla de practicar cuando el clima lo permite. Saber cuánto hemos recorrido cada día es un aliciente para seguir sudando.

La solución más asequible hasta el momento eran los podómetros, unos dispositivos que miden el número de zancadas, por lo general con un sencillo péndulo. Antes eran mecánicos; ahora son digitales y pueden calcular incluso el número de calorías consumidas. Se pueden encontrar a partir de 20 euros.

A pesar de la modernización, son aparatos poco precisos, ya que la distancia se calcula a partir de la medida de la zancada, que hay que introducir manualmente. Este valor siempre es aproximado. Además, sólo sirven para correr. Si se va en bicicleta hay que utilizar un aparato distinto que medirá en este caso las vueltas que da cada rueda.

Una solución mucho más moderna son los receptores GPS deportivos. Utilizan el mismo sistema que los dispositivos de navegación para el coche, pero en este caso miden únicamente los movimientos del deportista sobre el suelo y calculan con exactitud la distancia recorrida y la velocidad. Además, funcionan tanto para los corredores como para los ciclistas, esquiadores o windsurfistas. Eso sí, salen algo más caros, a partir de 150 euros.