Palabras claves: DEPORTES/ENTRENAMIENTO DE ALTURA/CAPACIDAD AEROBIA/CAPACIDAD ANAEROBIA/SISTEMA ENDOCRINO/SISTEMA NERVIOSO/ SISTEMA CARDIOVASCULAR/SISTEMA RESPIRATORIO/RENDIMIENTO DEPORTIVO/METABOLISMO

Título: Altitud y entrenamiento

Autor: Alonso Hernández, José R.; Iznaga Dapresa, Antonio J.

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Tabla de Contenido

I. Parte

1.   Introducción

2.   Efectos de la altitud sobre el organismo humano.

2.1 Sistema respiratorio

2.2 Sistema cardiovascular

2.3 Cambios hematológicos

2.4 Sistema endocrino

2.5 Sistema nervioso y función psíquica

2.6 Cambios intramusculares

2.7 Sustratos  energéticos

II. Parte: El entrenamiento de altura en el deporte.

1.       El entrenamiento en altitud para la aclimatación

1.1 ¿Cómo se debe realizar el proceso de entrenamiento durante el período de aclimatación?

2.       El entrenamiento de altura con el objetivo de competir o aumentar las cargas de entrenamiento durante la reaclimatación a nivel del mar.

2.1 ¿Cuál es la altitud donde se debe entrenar?

2.2 Adaptaciones fundamentales relacionadas al rendimiento.

2.3 ¿Cuántas veces debe entrenarse en la altura durante un macrociclo?

 

3.       Evaluación de la adaptación al entrenamiento de altura y a la reaclimatación al llano.

3.1 Pruebas que se pueden utilizar

3.2 La forma de aplicación de las pruebas médico-pedagógicas.

4.       Diferentes variantes para las estancias de entrenamiento de altura.

5.       Consideraciones generales.

III. Bibliografía

I. Parte

1. Introducción

Los estudios experimentales acerca de las reacciones del organismo a la altitud (elevación vertical por encima del nivel del mar) o altura como también se le denomina, se remontan a finales del siglo XIX. No obstante, los conocimientos empíricos sobre el efecto de los  cambios de altitud y  las molestias que estas producen en el hombre, datan de muchos años atrás. En la literatura se reporta que los Incas tenían  un ejército  para combatir en el llano y otro para la altura.

Algunos autores, teniendo en cuenta las posibilidades de adaptación del organismo humano, han dividido la altura en tres zonas (1):

1.‑ De aclimatación: hasta 6500 m.

2.‑ De deterioro: hasta 7900 m.

3.‑ Letal: a partir de 8000 m.

Otros han clasificado la altitud según criterios biológicos en:

1.‑ Altitud baja (entre 0 y 1000 m.): donde se plantea que no hay efectos biológicos notables.

2.‑ Altitud media (entre 1000 y 2300 m.): donde ocurre una disminución del rendimiento físico máximo.

3.‑ Alta altitud (entre 2300 y 5500 m.): se producen efectos en reposo y durante el ejercicio.

4.‑ Muy alta altitud (entre 5500 y 8850 m.): donde la vida permanente es imposible.

5.‑ Por encima de los 8850 m.: donde la vida para el ser humano es prácticamente imposible.

La primera reseña  conocida sobre la acción de la altura, se debe al jesuita José Acosta, durante su estancia en Perú en 1590 (1). En 1706, el fisiólogo suizo Shenchzer (2) realizó experiencias prácticas sobre las dificultades en el proceso respiratorio en la altura. En 1876  (3) estudia en el monte Blanco la primera curva de la frecuencia cardiaca y respiratoria durante el ascenso.

El primero en señalar que la altura produce una poliglobulia fue Vialt, en los Andes Peruanos en 1890 (4). Luego a partir de 1893, numerosos investigadores como Mosso (5), demostraron que la  caída de la presión parcial de  O2 constituye el factor fundamental de la altitud. Lowey y Zuntz en 1896, Wendt en 1901, Zuntz y Durine en 1903 y Zuntz, Lowey, Muller y Caspari en 1906, todos en Monte Rosa, facilitaron numerosos datos sobre el intercambio gaseoso, la nutrición, los cambios energéticos y del volumen sanguíneo en la altura.(1)

Entre 1907 y 1911, Schneider y colaboradores se instalan en Colorado y en 1912, conjuntamente con Haldane, Hendenson y Fitzgerard, trabajan en pico Tenerife. Ya en 1922 se suman a esta lista los estudios de Kronecker y los primeros trabajos de Monge (6). En 1925 Barcroft y col. (7), en Cerro de Pascos (Andes Peruanos), mostraron con precisión el síndrome de “Mareo de Montaña”.

No son menos significativos los estudios realizados a partir de la década de 1960, sobre la importancia que posee la altitud para entrenar y competir en el deporte.

Son notables los estudios y orientaciones que realizan Suslov (8, 9) y otros autores ex‑soviéticos (10, 11, 12, 13)  sobre los efectos de la utilización del entrenamiento de altura.

Sin dudas, una cuestión que motivó extraordinariamente el interés acerca del tema, fue la realización de los juegos Olímpicos en México en 1968. Con este fin, llegaron a con­formarse grupos de trabajo como el de Shephard y colabo­radores (14) para estudiar tanto el efecto de competir en la altura, como el de entrenar en la altura para luego competir en el llano.

A partir de aquí han sido cuantiosos los estudios acerca del tema en cada  uno  de  sus  aspectos y  provenientes de diferentes países (15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28). Todos ellos, han permitido ir conformando un panorama bastante claro hasta este momento, aunque aun no definitivo, acerca de los efectos que tienen la exposición aguda o crónica a las condiciones de hipoxia (altura) y su  utilización en la metodología del entrenamiento deportivo moderno.

2. Efectos de la altitud sobre el organismo

Es conocido que la presión barométrica disminuye conforme aumenta la altitud; sobre el nivel del mar es 760 mm de la columna de Hg y a los 3 000m es de 523 mm de Hg (fig.1). Esta disminución de presión barométrica es la causa básica de todos los problemas de la hipoxia dentro de la “Fisio­logía de la Altura”, puesto que conjuntamente con ella, lo hace proporcionalmente la presión parcial del O2 que inspira el sujeto (PaO2 en el aire traqueal). Este cambio provoca una disminución del O2 en los alvéolos pulmonares, que produce una  reducción del gra­diente  de presión de O2 entre estos y la sangre venosa  del capilar pulmonar con la reducción consecuente de la presión parcial de O2 (PaO2) en la sangre arterial. Todo ello desencadena una  serie de respuestas dentro del organismo, que constituyen  la  base  para utilizar el entrenamiento en la altura, como medio auxiliar dentro del proceso de entrenamiento deportivo.

Se  debe  tener en  cuenta  también  que los cambios en la humedad relativa, la temperatura ambiente, la radiación solar la gravedad y la  resistencia  del aire, así como su interacción, influyen sobre el organismo humano.

La humedad relativa disminuye con la altura de una manera más drástica que la presión barométrica. Así vemos que la humedad relativa a 4000 metros es solo la cuarta parte de la que existe a nivel del mar.  Otro  tanto  ocurre con la temperatura ambiental que disminuye aproximadamente un grado centígrado a medida que ascendemos 150 metros en altitud. Ambos factores están en relación con la zona geográfica donde estemos situados.

Debido a una menor contaminación y cantidad de vapor de agua en el aire, la irradiación solar aumenta de 2 a  4 %  cada 100 metros hasta los 2000, y en un uno porciento a partir de esta altura cada vez que aumentamos 100 metros.

Todo   ello   puede   influir   sobre los   mecanismos termorreguladores del organismo, durante la ejecución de diferentes ejercicios de entrenamiento o competencia en la altitud.

Por otra parte, tanto la fuerza de gravedad (en proporción al cuadrado de la  distancia al  centro de la tierra) como la resistencia del aire (por la disminución de la presión barométrica), disminuyen al ascender en altura. Esto puede influir sobre la velocidad o la magnitud del desplazamiento alcanzado, por un cuerpo autopropulsado o lanzado por una fuerza externa. Sin embargo, el hecho de que las modificaciones  en este sentido son inestables a medida que  transcurren los días de  permanencia en la altura y que su efecto comparado con la  disminución de la presión parcial de O2 en el aire (que es estable) es menor  y menos conocido, ha conducido a que la mayoría de los estudios realizados se relacionan con esta característica  propia del aumento de la altura sobre el nivel del mar.

La revisión cuidadosa de la bibliografía referente a los efectos de la altura sobre el fisiologismo del ser humano, pone de manifiesto la conformidad general, respecto a la respuesta adaptativa que tienen ciertos indicadores y la discrepancia en relación con otros. Esto es comprensible si se toma en cuenta que muchos de los datos se obtuvieron en  condiciones ambientales y con técnicas relativamente diferentes.

También parecen decisivos el nivel y el tipo de preparación física,  así como  la edad,  la elevación, el lugar de residencia anterior, el tiempo de permanencia en la altura (exposición aguda o crónica) y la experiencia anterior de las personas.

A continuación describiremos algunos de los cambios de mayor importancia que se producen en el organismo sometido a las condiciones de hipoxia en la altura real ó simulada, tanto durante la exposición aguda, como durante la aclimatación a estas condiciones y  en  conjunción con la  ejecución  de programas de entrenamiento específico.

 

2.1   Sistema Respiratorio

Producto de la disminución de la PaO2 en la sangre, como primera respuesta aguda a la exposición a la altitud se produce  una hiperventilación, tanto en reposo como en el ejercicio (fig. 2), hasta un máximo reportado de aproximadamente 65% en relación tanto a la amplitud, como a la frecuencia respiratoria. Esto sólo constituye una compensación inmediata, ya que entonces se elimina una gran cantidad de CO2, provocando hipocapnia y aumentando el PH arterial y del líquido cefalorraquídeo. Ambos cambios inhiben el centro respiratorio disminuyendo entonces la respiración; sin embargo, a los tres o cinco días siguientes, desaparece dicha inhibición, permitiendo que el centro respiratorio vuelva a responder enérgicamente, lo que implica que la ventilación pulmonar se mantenga aumentada durante el período de estancia en la  altura. La  causa  de la  desaparición de  esta  inhibición es aún desconocida,  pero  pudiera  estar en relación  con la  disminución  de la  concentración  del ión bicarbonato en el líquido cefalorraquídeo y quizás en el tejido cerebral, lo que disminuiría el PH. La alcalosis inicial también es eliminada por mecanismos homioreguladores inmediatos, tales como la eliminación renal y la secreción clorhídrica (29, 30, 31, 32).

Zucconi (33)  ha  afirmado que la  hiperventilación   encontrada, tanto en reposo como durante la realización de esfuerzos físicos, es el resultado de numerosos  estímulos de naturaleza mecánica, térmica, nerviosa y química; los cuales son integrados a nivel del centro respiratorio. Pero sin embargo está claro que los quimioreceptores situados en la aorta y en los cuerpos carotídeos, al ser muy sensibles a los cambios en la PaO2, juegan un importante rol en la hiperventilación que se produce.

Levine y col (34) también encontraron una respuesta ventilatoria aumentada después de un entrenamiento en altura  simulada,  que  fue   mayor  que la medida  para un grupo de  control entrenado a nivel del mar con la misma intensidad, lo que posiblemente se relacionó a una sensibilidad aumentada de los quimioreceptores.

La hiperventilación producida en la altura  es  importante, ya  que aumenta la  oxigenación sanguínea de dos formas: la concentración de oxígeno  en los alvéolos aumenta en proporción con la disminución del CO2 y porque los alvéolos pulmonares adicionales están obligados a abrirse y hacerse funcionales.

Aunque existe un  aumento de los productos ácidos en la sangre, el nivel de reserva alcalina no disminuye tanto, lo que  facilita el  mantenimiento  del equilibrio ácido‑básico. Esto se explica por la eliminación del CO2 a causa de la hiperventilación (29, 35). Se ha señalado que el balance ácido‑básico es completamente normal después de dos semanas de estancia en la altura (36).

La capacidad normal de difusión para el oxígeno, a través de la membrana pulmonar, puede triplicarse en la altura. Parte de  este aumento resulta probablemente del  volumen  aumentado    de    sangre capilar pulmonar, que dilata los capilares y aumenta la superficie a través de la cual el oxígeno puede difundir  a la sangre.  Otra  parte  depende con toda probabilidad de un aumento de la presión arterial pulmonar, lo que provoca que la sangre sea impulsada a un mayor número de capilares, especialmente en las partes altas del pulmón. (1, 29, 32, 37). A alturas de 10000 y 15000 pies, la diferencia de PO2 alveolo-capilar se ha reportado menor que a nivel del mar sin desequilibrio de difusión (38).

El tiempo de contención de la respiración (apnea), disminuye casi sin excepción, lo que tiene un interés particular para los  nadadores.  Por lo  visto  en la  altura  el centro respiratorio se sensibiliza más con la hipoxia que con la concentración de CO2.

2.2  Sistema Cardiovascular

Se instaura rápidamente una taquicardia, que junto con la taquipnea, son los mecanismos inmediatos de respuesta del organismo a la hipoxia; estos no son económicos y a los pocos días son sustituidos por un trabajo más eficiente del corazón. El gasto cardiaco puede aumentar cerca de un 20% inmediatamente que  el  individuo se eleva a  mediana altura, fundamentalmente a expensas de la frecuencia cardiaca y en relación con un aumento de la actividad simpática (fig.3). El gasto cardíaco, tanto en reposo como en el ejercicio, suele disminuir a valores menores en pocos días (3‑6), debido a la disminución del volumen sistólico.

 

 

Mientras tanto el flujo sanguíneo en la piel, riñones y  otros  órganos está disminuido, aumentando en los músculos, corazón y cerebro; órganos que requieren gran cantidad de  oxígeno (39, 40, 41, 42). Cerretelli (43) señaló que después de una estancia de 12 días a 5398 m de altura, al compararlo con condiciones de control, se encontró que el gasto cardiaco no cambió ni en reposo ni en cargas de 75w, pero  fue 18% menor a 150w con una frecuencia cardiaca constante de 140p/min. También  que el flujo sanguíneo  en las extremidades  (brazos y piernas) fue similar  en reposo,  pero fue 26% y 39% menor en el trabajo realizado con dos cargas (75w y 125w) para las piernas y un 3% menor en el bíceps a  50w. Al encontrar  una disminución de la relación entre la sección transversal de la fibra muscular y el número de capilares; y además, un aumento de la razón volumen mitocondrial/fibra muscular, ellos concluyeron que  durante la aclimatación el suministro de O2 periférico mejora.

Se ha señalado que la disminución de la frecuencia cardiaca, que se produce a medida que transcurre la aclimatación, es  mayor mientras más experiencia tengan los  sujetos en la exposición a la altura (44).

Se  han reportado diversos cambios en los registros electrocardiográficos de los sujetos sometidos a la hipoxia de la altura. La mayoría de los autores coinciden en que las modificaciones más frecuentes y principales del ECG en estas condiciones ocurren en el complejo ST. Según Zagreanu (45), es casi obligatorio encontrarse en el ECG de los deportistas bien entrenados alteraciones de la onda T y  del segmento ST. Se  plantea que estos podrían relacionarse con una isquemia relativa, por el insuficiente débito coronario, incapaz de satisfacer  las demandas  creadas por  la  hipertrofia  ventricular,  además de  las condiciones de hipoxia existentes (40,45,46).

Otras modificaciones del ECG reportadas por diferentes autores son: acortamiento del intervalo OT (45,47), retardo de la conducción A‑V (48,49), disminución del voltaje de la onda R (47,50), arritmias (48,51), etc. todas ellas asociadas a la hipoxia del tejido miocárdico.

Se ha señalado que los sujetos sanos que viven en la altura, presentan aumento moderado de la presión arterial, tanto sistólica como diastólica. Se presume que coexiste una vasodilatación periférica en el ámbito muscular (1,41, 52). El hiperfuncionamiento del sistema cardiovascular en la altura se manifiesta más significativamente en posición ortostática que en decúbito (40).

 

2.3  Cambios hematológicos

La disminución de la presión parcial de oxígeno en el aire   alveolar  por la altura,  se   refleja a su vez en una disminución notable del grado de saturación oxigénica de la sangre arterial (fig. 4 y 5), lo que constituye el estímulo principal en la altura para el incremento de la producción de  glóbulos   rojos.

Se ha señalado que inicialmente se produce una poliglobulia por  esplecnocontracción, secundaria a  la descarga de adrenalina, que lanza a la circulación  todos  los  hematies  de  reserva (fig. 6). A  esta poliglobulia  verdadera se le suma una relativa al aumentar la viscosidad de la sangre por una pérdida  de  volumen   plasmático   que produce una hemoconcentración (53,54). Esto se relaciona con una pérdida de agua, provocada por la deshidratación general del organismo ante una atmósfera fría y seca, que aumenta las pérdidas de agua por las vías respiratorias relacionadas a la hiperventilación y la hipertensión pulmonar (1,55) así como a un probable aumento en la permeabilidad de la pared capilar (56).

Más tarde se produce un aumento de la eritropoyesis por neoformación medular (fig. 6), (54,57). Se presentan primeramente hematíes relativamente pequeños, ricos en Hb, para  dar lugar después a otros más jóvenes de mayores dimensiones y con menor Hb, ya que la médula ósea  produce  hematíes  más  rápidamente  que  Hb. Esta eritropoyesis se acompaña de reticulosis (fig. 6) que parece ser máxima tanto en atletas como aquellos que no lo son al cabo de  los  8  a los 10 días   de estar  a  altura moderada, pero que ya es significativa  al cabo  de los tres días en la altitud (58).

Tal y como encontró  Klausen (59)  la concentración de eritropoyetina sérica en los 2, 3 y 6 días de entrenamiento a 2700m fue significativamente mayor que antes de subir a la altura, pero parece disminuir después de una semana (54). Se refiere también que en la  respuesta  aguda se  produce un aumento del 2‑3 difosfoglicerato (2-3 DFG) (56, 59), el cual correlacionó bien con el de eritroproyetina. Al parecer durante el entrenamiento en la altura media el 2‑3 DFG ejerce una cierta regulación de tipo feedback sobre la producción de eritroproyetina.

Conjuntamente la elevación mantenida del 2,3 ‑ DFG y de la reticulosis se ha señalado, que inmediatamente después de llegar a la altura se produce una disminución de la afinidad de la hemoglobina por el O2,  por lo que la curva de disociación de la Hb se desplazará hacia la derecha (Fig. 9), lo que se mantiene hasta más de dos semanas después  de  estar   entrenando  en  la  altura  media (61).

Lajtha (55), planteó que no debe excluirse que la hipoxia actúe sobre la medula ósea, mediante un estímulo directo en el diencéfalo primero y sobre el sistema  neurovegetativo  después,  en   la  formación de la eritropoyetina, que funge como mediador para satisfacer las necesidades  de Hb  en el organismo. La eritropoyesis acelerada precisa una sobreproducción de Hb, que  incluso  puede  dar lugar a una deficiencia relativa de hierro y exceso de porfirina. .

Por ello se requieren reservas adecuadas de hierro para la adaptación hematológica y aún siendo así puede ocurrir, que en la altura moderada, la movilización de estas reservas no sea lo suficientemente rápida para una síntesis óptima de Hb. Así se ha podido comprobar, que con la suplementación de hierro durante la adaptación a la altura, se produce un aumento más significativo de la concentración de la Hb y el hematocrito (fig. 7).

Los datos  provenientes de atletas que entrenaban en altitudes  moderadas, sugieren un aumento verdadero de la concentración de Hb de un 1% por semana encontrando cambios de 1‑4%  después de  entrenamientos de tres semanas de duración  a  estas  alturas  (54). Otros autores  (60,61, 62, 63) han reportado cambios de hasta un 13% en experiencias producidas a diferentes alturas o en casos de atletas con anemia deportiva que se han sometido al entrenamiento de altura (fig. 8).

La concentración de Hb está altamente correlacionada con el hematocrito; que  es  un determinante principal de la viscosidad sanguínea. Con la aclimatación completa se han reportado  aumentos de un valor normal de 40 ‑ 45 a un promedio de 50 ‑ 55 (29, 30, 54).

 

2.4  Sistema  Endocrino

Cabe señalar que no son muchos los estudios realizados en relación con la respuesta endocrina a la altura y  que  en  ellos  influyen factores externos tales como el frío, el tipo o nivel y la duración del entrenamiento físico realizado, estado nutricional y otros que están presentes en la altura, por lo que, en ocasiones, los resultados obtenidos resultan contradictorios.

En la exposición aguda a la altitud se ha referido un aumento significativo de las catecolaminas (fig. 10), las hormonas tiroideas y la  antidiurética,  los  corticosteroides y el glucagón, mientras la aldosterona y la renina disminuyen (64,65). Después  de  algunos  días  sus  valores regresan a la normalidad,  permaneciendo  algo  elevados los de   las catecolaminas (42).

Se ha señalado (56,65) que los niveles de insulina no se  modifican en reposo, pero están disminuidos en ejercicios submáximos. La hormona antidiurética presenta una respuesta individual a la altura asociándose su elevación con la mala adaptación a la patología de montaña.

Cabe señalar que no son muchos los estudios realizados en relación con la respuesta endocrina a la altura y  que  en  ellos  influyen factores externos tales como el frío, el tipo o nivel y la duración del entrenamiento físico realizado, estado nutricional y otros que están presentes en la altura, por lo que, en ocasiones, los resultados obtenidos resultan contradictorios.

Para el caso de la testósterona sérica se ha reportado un aumento en la realización de entrenamientos a la altura de 2000m (66) o de 1650m (67) mientras otros (68,69) no han  encontrado  cambios en la   concentración de esta hormona para  entrenamientos realizados en alturas similares. Otro tanto ocurrió para el cortisol donde se han señalado aumentos sostenidos (66) y en otros casos la no ocurrencia de cambios significativos en su concentración (68,69).

Se ha encontrado disminución de la hormona de crecimiento (68) y otros autores no han observado  cambios en su concentración por el entrenamiento en la altura (67).

Realmente, la respuesta endocrina al  entrenamiento en  la altura no está totalmente clara y su interpretación, en relación con las causas que provocan esta  variabilidad,  resulta  dificultosa.  Sin dudas el tipo de entrenamiento realizado influye notablemente en ésta  situación.

 

2.5  Sistema Nervioso y Función Psíquica

Diferentes autores plantean que se establecen alteraciones en los procesos psíquicos determinadas en lo fundamental, por el exceso de excitabilidad del sistema nervioso central y en relación con la sobrecarga que tienen el respiratorio y el cardiovascular.

Se señala que en los primeros días en la altura  puede presentarse euforia, cefalalgia, mareos, insomnio, y otros trastornos psíquicos. También se reporta aumento de algunas modalidades sensoriales tales como la gustativa y  la táctil. El reflejo pupilar a la luz, se hace más inmediato por una mayor sensibilidad de los conos retínicos; la sensibilidad de los bastoncillos aumenta a partir de los 2000 metros.

Se puede observar una disminución de los tiempos reflejos, así como una respuesta motora aumentada ante los estímulos periféricos. Barcroft (7), ha llegado a la conclusión de que no se  modifica tanto la capacidad cualitativa de un determinado trabajo, como el tiempo de ejecución del mismo. Además, refiere que disminuye la velocidad del proceso intelectual lineal, pero no se altera su exactitud. En general se señala una disminución de los umbrales excitatorios con una mayor velocidad en la respuesta motora (70).

Otra parte del problema son las influencias del medio sobre la psicología del hombre vista a través de las condiciones internas del sujeto, o sea en el caso del atleta, de su estado de preparación y nivel de calidad deportiva.

El ruso Suslov (8,9), planteó que los especialistas de su país han encontrado influencias en uno u otro sentido en variables como: la coordinación de los movimientos, su  precisión y velocidad, así como en el sentido del tiempo y de algunas percepciones especializadas.

En los primeros días en la altura y hasta su adaptación, aparecen trastornos en la coordinación de los movimientos y en la rapidez de estos, sobre todo en atletas sin  experiencia previa en la altitud (71). La pronunciada afectación de la coordinación en los primeros días de adaptación, se explica dado que entre sus componentes están comprendidos el control del equilibrio, el tiempo de reacción y la capacidad integradora del sistema nervioso central, los cuales se ven afectados en la altura. Cuando ocurre la adaptación del atleta, estos parámetros  psicofisiológicos se estabilizan y mejoran.

Entre los efectos psíquicos de la altura están las  valoraciones subjetivas que se forma el atleta antes de llegar a ella sobre todo cuando no tiene experiencia anterior. Algunas de las manifestaciones psicológicas de los atletas en la altura se deben a la sugestión y los prejuicios que estos tienen y que en alguna medida afectan su más rápida adaptación.

En la altura la disposición para las tareas del entrenamiento se ve afectada negativamente  durante  los primeros días (3‑5), dependiendo del nivel de preparación que tenga el deportista. Pasados estos días aparecen una euforia que deja ver un estado anímico positivo y grandes deseos de entrenar. Este es un fenómeno muy individual dependiendo de las características de la personalidad. Cuando el atleta tiene más experiencia en estancias en la altura estos síntomas no se expresan tanto (71).

Con relación a las reacciones emocionales puede manifestarse, en los primeros días, cierto malhumor e  irritación, tristeza, decaimiento y susceptibilidad. Estas reacciones desaparecen, sin mayores connotaciones, pero pueden ser más o menos intensas con relación a la forma en que se organice el trabajo y las relaciones humanas, así como al tratamiento psicopedagógico que se les brinde en cada caso (72).

Algunas percepciones como la estimación del tiempo, de las distancias y otras de tipo propioceptivas sufren  alteraciones en dependencia de la adaptación del deportista a las condiciones de altura, lo que se recupera con este  proceso.

Algo que se ha estudiado sin ser una percepción especializada y que está presente en todos los procesos psíquicos son los fenómenos de la atención. En la altura la concentración de la atención se altera en los primeros días, produciendo cierta distracción el sujeto que lo lleva a cometer errores de tipo técnico‑tácticos en ocasiones, pero esto va mejorando con la adaptación, la concentración se agudiza y el  volumen  de la atención aumenta  después de los 9 días de estancia (71,72).

Se coincide en general, en que las condiciones de altura ayudan al desarrollo de las cualidades volitivas, ya que el atleta tiene que imponerse a condiciones adversas y duras, sobre todo en el período de adaptación donde debe vencer las sensaciones negativas de sus efectos y el cansancio inicial que produce al entrenar, lo cual tiene una importancia fundamental.

 

2.6  Cambios Intramusculares

Los resultados alcanzados por los estudios realizados acerca del efecto de la altura en las características intramusculares, al igual que en otros aspectos, resultan algo contradictorios. Ello se debe a que en ellos se han utilizado diferentes niveles de altitud (lo que implica distintos grados de hipoxia, temperatura, gravedad,    radiación solar ), distinta duración del período de estancia y  también de entrenamiento físico, factores que individualmente afectan la respuesta, pero  que también pueden interactuar sin conocerse exactamente en que magnitud.

Otros factores que pueden haber influido en estos   resultados, son las técnicas y procedimientos utilizados en las mediciones efectuadas y la selección de los sujetos tanto experimentales como controles, cuando éstos se han utilizado.

Se ha reportado una disminución de la masa muscular en estancias realizadas sobre los 5000 metros, relacionada a una  reducción  en el  grosor  de las  fibras musculares por pérdida de proteínas miofibrilares (56, 81). Lo que no está claro, es si ella ocurre por la hipoxia, por una menor cantidad de actividad física o por una nutrición no adecuada a las nuevas condiciones. En todo caso, podría relacionarse con un efecto conjunto de todas ellas.

Sin embargo, en entrenamientos de tipo aeróbico en hipoxia, en los cuales ésta está presente solo por limitados períodos de tiempo en el día, se ha encontrado que se produce un aumento del tamaño de las fibras musculares (82).

Con respecto al efecto que sobre el volumen de mitocondrias tiene el entrenamiento en la altura se reportan resultados contradictorios debido a las causas que se han señalado. Algunos autores han encontrado aumento en la  cantidad de  proteínas mitocondriales y en el volumen  relativo de mitocondrias (56,83), lo que podría  estar relacionado  con una mayor activación de las estructuras celulares relacionadas al metabolismo aeróbico. Otros señalan una disminución en el volumen  total de  estas de   cerca de un 20 porciento   (82).

Se ha encontrado que animales aclimatados a la altitud denotan un aumento efectivo en la concentración de   mioglobina, así como también en aquellos oriundos de las regiones altas en relación con los que viven a nivel del mar. Los pocos datos reportados en humanos, parecen indicar también un mayor valor para sujetos que nacen y viven en la altura y para aquellos que entrenaron intensamente en ella (56, 82, 84, 85).

La mayoría de los estudios realizados tanto en el hombre como  con  animales  oriundos o  aclimatados  a la  altura, demuestran un aumento de la densidad capilar intramuscular, en el número de capilares por fibra, así como en su número por área de la fibra muscular (42, 56, 86). Algunos autores han relacionado éste, sobre todo en la exposición a altitudes muy grandes (82), con la disminución  en  el tamaño  de las  fibras  más  que  con la neoformación de capilares, lo que implica un aumento en el indicador del número de capilares por área.

Está claro que un aumento efectivo de la densidad capilar tiene un significado importante par el suministro de O2 y de los sustratos energéticos, así como para el aclaramiento de los productos de desecho en el metabolismo muscular.

En lo relacionado con el efecto de la altura y el   entrenamiento en ella sobre las enzimas musculares, de nuevo  nos  encontramos  con  discrepancias  en  los datos obtenidos en algunos estudios, debido fundamentalmente a las diferencias metodológicas conque se realizaron.

Así  cuando se analizaron en el hombre las enzimas  glucolíticas, en algunas sus concentraciones se mantienen o disminuyen después de  una  estancia de entrenamiento de altura, pero en otros se observó un aumento de estas enzimas (81, 83, 84). Estudios realizados con atletas élite, encontraron una disminución de la  fosfofructoquinasa y lactatodeshidrogenasa cuando entrenaron en altura simulada a 2300 metros sobre el nivel del mar, tanto en forma aeróbica  (34, 78) como cuando se realizó anaeróbicamente (86).

De igual forma ha ocurrido al analizar las enzimas  oxidativas de las que se ha reportado una disminución  por la exposición aguda a la hipoxia (más de 5000m) (82) o al entrenamiento de velocidad en la altura media (86), mientras que en otros casos los resultados han sido variables. En estudios metodológicamente rigurosos (42, 78, 85, 87) se encontró un aumento efectivo de la actividad de  estas enzimas en los músculos entrenados en altitud en relación con los que lo hicieron a nivel del mar.

Se ha señalado que el entrenamiento de altura (2700m) de dos semanas de duración provoca una mejoría en el rendimiento en ejercicios de corta duración, probablemente asociado a un aumento de la capacidad buffer muscular  (83).

Todos estos resultados, a pesar de las contradicciones encontradas en relación con lo anteriormente señalado, parecen indicar que en el músculo esquelético se producen adaptaciones relacionadas tanto a la aclimatación como al entrenamiento en la altura, que propician que las fibras musculares tengan un mejor suministro de oxígeno así como capacidad para su captación y utilización.

Estas  adaptaciones resultan de gran  interés por su influencia en el rendimiento físico  y dado que ellas son más duraderas que otras señaladas. Esto las hace importantes no solo para la estancia o competencia en la altitud sino también para cuando el sujeto retorne a nivel del mar. Si es el caso de un deportista, resultan de mayor interés aún.

 

2.7  Sustratos energéticos

En alguna ocasión se ha planteado, que la insuficiente saturación oxigénica de la sangre repercute también sobre el metabolismo de las grasas, lo que se manifestaría por la oxidación incompleta de los ácidos grasos y la posible acumulación de cuerpos cetónicos (30).

Sin embargo, en estudios realizados con sujetos humanos (56, 79), se ha observado un aumento de la  movilización y metabolismo de los ácidos grasos libres, producto de la ejecución de ejercicios submáximos durante la exposición aguda a la hipoxia. También se ha mostrado que después de un período de 18 días de aclimatación a 4300 metros, los  valores de ácidos grasos libres eran tres veces mayores que a nivel del mar. Estos hechos no dejan de ser contradictorios, ya que la utilización de las grasas como sustrato energético necesita mayor cantidad de oxígeno que la de los hidratos de carbono.

La glicemia es normal hasta los 3000 metros; a partir de esta altura, hay aumento en la tolerancia a los hidratos de carbono, incrementándose la fijación de glucosa en los depósitos (1, 41, 42), lo que quizás se relacione con una menor utilización del glucógeno como sustrato en trabajos submáximos a estas altitudes (42, 79). Para trabajos submáximos de larga duración en la altitud de 3000 m (fig.11), se ha encontrado que las reservas musculares de glucógeno están normales inmediatamente después y supercompensadas a las 5 horas de finalizar (94).

En la altitud, después del trabajo físico, se pierden  grandes cantidades de agua, principalmente  en forma de vapor por los pulmones, lo que provoca deshidratación con pérdida de peso corporal. Se plantea la pérdida de peso asociada también a la de grasa corporal.

En cuanto al metabolismo proteico se observa al inicio de la adaptación una tendencia a la desamilanación, sustituida luego por una franca tendencia asimilativa, al lograrse la aclimatación.

3. Rendimiento Físico y Metabolismo.

Se ha planteado que el metabolismo basal no se altera  significativamente hasta una altura de 1700m sobre el nivel del mar, a partir de la cual comienza a aumentar a medida que el individuo asciende en altura. Sin embargo, los datos acerca de esto no son aún conclusivos (1, 42).

El cambio fundamental que se produce con la exposición a alturas mayores que los 1200 ‑ 1500 metros, antes de que el sujeto se adapte, es un deterioro de la capacidad de rendimiento físico (62, 63, 73, 74). Ejemplo de ello es el aumento que se produce en los tiempos de carrera para una misma distancia cuando esta se produce en la altura y se compara con el encontrado a nivel del mar (Fig.12). Se ha señalado también, que se produce una disminución de la eficiencia y de la efectividad de la recuperación con el aumento de la  hipoxia (75).

Después de la aclimatación la capacidad de rendimiento se puede recuperar hasta valores normales, en dependencia del tiempo de estancia (62, 63, 68, 77, 86).

Los resultados obtenidos con respecto al nivel de adaptación o de desarrollo alcanzado en el rendimiento físico de los sujetos, difieren en muchas ocasiones dado que las  metodologías empleadas para el entrenamiento han sido diferentes y por tanto sus efectos. No deben obviarse las características individuales y el estado de entrenamiento de los sujetos.

No obstante, la mayor parte de ellos indican que después de la aclimatación, la capacidad de rendimiento físico general se recupera e inclusive puede llegar a ser mayor a la que tenía el sujeto a nivel del mar, antes  de efectuar el entrenamiento en la altitud (8, 9, 62, 73, 76, 77, 78, 79, 80). Este proceso está relacionado con los cambios que se producen en diferentes características de las cuales depende directamente el rendimiento físico, las cuales analizaremos a continuación.

 

3.1  Capacidad Aeróbica

En la altura se produce una reducción notable del consumo de oxígeno máximo (VO2 máx.) (Fig. 13), dependiente del ascenso en ésta (56,88). Se ha  señalado que esta disminución  es significativa a partir de los 1200 ‑ 1500 metros. En estudios más recientes (56,89) se ha encontrado que la disminución del consumo máximo de oxígeno en deportistas elites, es ya significativa en los 900 metros y que la altura afecta más  a estos que a los sujetos sedentarios.

Así Lawler y col (90) encontraron una disminución significativamente mayor del VO2 máx.  de atletas entrenados en resistencia aeróbica (VO2 máx. = 56‑75 ml/min/kg) que la encontrada para sujetos no entrenados (VO2 máx. = 33‑49 ml/min/kg) al trabajar en condiciones de hipoxia aguda (14% O2). Ellos relacionaron esto con la diferencia  encontrada en el porciento de saturación de O2 de la   oxihemoglobina durante el ejercicio máximo en las  condiciones de hipoxia (atletas = 77%,  no entrenados = 86%). Se atribuye esta diferencia en la respuesta a factores tales como el valor absoluto del consumo de oxígeno máximo, que como es sabido es mucho mayor en los atletas (56,89).

Se ha reportado (91) que en algunos sujetos sometidos a estancias de 5200 metros durante dos semanas se produce un enlentecimiento en la fase inicial de la respuesta del VO2 al trabajo cicloergométrico (125 W), lo que puede estar influido con el nivel de la altura alcanzada.

Durante la aclimatación se produce una mejoría del consumo  máximo de oxígeno individual, que puede no llegar a los niveles del nivel del mar (Fig. 14). Según se ha planteado, la capacidad aeróbica puede recuperarse hasta un 95% de su valor en el llano, después de un período de entrenamiento en altitud, de 21 días como mínimo. Ello se asocia con los cambios anteriormente señalados que se producen en el sistema de transporte, captación y utilización del oxígeno, producto de la aclimatación y entrenamiento en la altura moderada.

En este sentido se considera que debe tenerse muy en cuenta, desde el punto de vista individual, el nivel de preparación  anterior alcanzado por el atleta: mientras mayor sea éste, mas fácilmente se produce la aclimatación. Así, en la figura 15 puede observarse como en los sujetos que tienen un rendimiento reducido, la respuesta funcional ante trabajos escalonados a diferentes alturas y evaluada por el incremento de la frecuencia cardiaca, es peor a medida que se aumenta en altitud. Nótese que los incrementos de la frecuencia cardiaca son mayores para cualquier velocidad de carrera que en los sujetos con rendimiento bueno, los cuales llegan a velocidades más altas independientemente de la altitud.

También se ha señalado (17), que al inicio de la estancia en la altura, ocurre una disminución del umbral del lactato, lo que significa que incluso las intensidades de trabajo de bajo nivel, producen acumulación de ácido láctico, hasta que  ocurre el proceso de aclimatación y el umbral alcanza los niveles normales (Fig. 16).

Todo parece indicar que este proceso de aclimatación ocurre más rápidamente en los deportistas bien entrenados y que el proceso de entrenamiento particular contribuye significativamente a ello (62,73)

 

3.2  Capacidad Anaeróbica

Según Cerretelli (92), en la aclimatación a la altura se  encuentra  un valor menor del lactato sanguíneo después de un ejercicio para una misma carga, planteando también que la exposición a la altura empeora el rendimiento anaeróbico máximo  (láctico y aláctico), relacionándolo primariamente con cambios en el ámbito muscular. También se  han  reportado (93)  valores  menores en altitud que en el llano (nivel del mar), para una misma potencia de trabajo después de 15 días de  adaptación.

Hurtado (32) informa sobre valores menores de la concentración de lactato producida durante una carga de trabajo en la altura, en comparación con idéntico trabajo a nivel del mar. Otros autores, también (62) han reportado que en la aclimatación a la altura media (2300m), durante la ejecución de ejercicios máximos, los niveles de lactato obtenidos son menores. Todo lo cual parece paradójico, pues la deficiencia en el suministro de oxígeno en la altura, hace pensar lo   contrario.

Se ha sugerido, que ocurren procesos de adaptación en el ámbito celular, los que conllevan a una menor liberación de lactato desde los músculos que trabajan, lo que parece ser un resultado relacionado más al proceso de aclimatación que a la hipoxia por sí misma.

Sin embargo, otros autores (94) han reportado que durante la exposición aguda a la altura simulada, la realización de trabajos submáximos a una misma carga, produce valores de lactato sanguíneo mayores cuando aumenta el nivel de altitud (fig. 15).

Posterior a la aclimatación a la altura, para un mismo consumo de O2 y en condiciones de hipoxia, se ha encontrado (93) que se produce una disminución de la   concentración de lactato arterial y venoso en relación con la exposición aguda a la hipoxia (4300m).

El déficit de O2 (como evaluador de la capacidad anaeróbica) se ha encontrado (91) que es alrededor de  320 ml mayor, después de la aclimatación de 12 días a 5200 metros, para trabajos a 125 W de 10 minutos de duración, pero sin embargo el pico de lactato es igual. Aunque esta diferencia de déficit de O2 no es grande, ello se ha relacionado con un aumento de las reservas de O2 de la sangre (debido a un aumento de Hb y con el aumento del  O2 unido a la mioglobina).

Alonso y Col. (95), no encontraron diferencias entre el nivel de lactato registrado a  nivel del mar y el medido a 2240 metros de altura simulada, posteriormente a  la   realización  de un trabajo máximo en ambas ocasiones. Otro tanto reportó Karvonen (96) para pruebas máximas de carreras de velocidad durante el entrenamiento específico realizados a una altitud de 1860 m.

Muy probablemente estos resultados estén relacionados con diferencias existentes entre los estudios antes  mencionados, en la altitud, la intensidad y tipo de trabajo realizado, así como el tiempo de estancia en la altura  (hipoxia). Existe cierto grado de correlación entre estos resultados y los anteriormente señalados, con respecto de los efectos de la altura sobre las vías enzimáticas  glucolíticas.

 

II. Parte. El Entrenamiento de Altura en el Deporte

A partir de los resultados obtenidos en investigaciones en alpinistas así como otras realizadas en atletas, se ha cuestionado la  efectividad del  entrenamiento en la alti­tud, sin tener en consideración en muchas ocasiones condiciones tales como:

‑ Diferencias en la altitud en que se efectuó el entrena­miento.

‑ Período de preparación  y nivel de entrenamiento en que se encontraban los sujetos.

‑ Características de las respuestas individuales.

‑ Forma de administración de las cargas de trabajo.

‑ Control de las fases de adaptación.

– Forma de evaluar los resultados.

Los resultados que han llegado a nuestro alcance resultan contradictorios si quien los analiza no tiene una visión clara del problema desde el punto de vista fisiológico en relación con la metodología del entrenamiento deportivo.

La altitud en el deporte presenta desde nuestro punto de vista, dos problemas:

‑La aclimatación a la altura cuando se va a competir en ella.

‑El entrenamiento realizado en la altitud para lograr una sobre compensación física en el llano (reaclimatación a nivel   del mar).

Por tanto, es nuestro criterio que los dos problemas deben ser analizados independientemente.

 

1.   El Entrenamiento de Altura para la Aclimatación

Existen suficientes evidencias de que los individuos que residen en la altura presentan diversas adaptaciones en los sistemas de captación, transporte y utilización del oxígeno, que les favorece para competir en la altitud en aquellos deportes clasificados fisiológicamente, como de potencia aeróbica o aeróbica‑anaeróbica máximas, los que se denominan metodológicamente como de resistencia, entre ellos; atletismo carreras de los 400m en adelante, natación, remo, ciclismo, patinaje, canotaje etc. (97,98).

Así durante la realización de los juegos Olímpicos de México en 1968, se pudo observar el empeoramiento de las marcas de tiempo registradas en la mayoría de estas pruebas excepto algunos casos de atletas que vivían y entrenaban en una altitud similar  a la que compitieron.

El conocimiento que se tenía en esos momentos sobre los efectos de la expo­sición a la altura motivó por ello, que se realizaran nume­rosas investigaciones sobre la aclimatación del atleta para competir en la altitud. Los resultados obtenidos en ellos demuestran la necesidad manifiesta de que en estos casos, el atleta realice un período de entrenamiento en la  altura  antes  de competir en ella, con una duración generalmente de 20 a 24 días como mínimo (14, 17, 76, 99, 100), lo que se corresponde con el tiempo promedio en que se produce la aclimatación a la altura media. Otros autores han señalado que el plazo mínimo en determinadas circunstancias puede ser de dos semanas y el máximo de cuatro (14,79,80,89,101).

Se considera generalmente que también en otros deportes, clasificados fisiológicamente como de potencia aeróbica‑anaeróbica alternada (de combate y juegos con pelota), es útil la realización de un período de aclimatación a la altitud, de esa misma duración, antes de competir en ella. Si tenemos en cuenta que  en la  mayoría  de estos, el componente de capacidad aeróbica tiene importancia para su ejecución y que los efectos de la altura ocurren en todos los sujetos, entonces consideramos la validez de esta recomendación (9,102).

En el caso de los deportes clasificados como de potencia (100, 110m, pesas, lanzamientos saltos, etc.), de predomino anaeróbico (220m, ciclismo 200m y el Km. de pista) o de destreza (patinaje artístico, gimnasia artística y rítmica, clavados, etc.), algunos autores  señalan, que no es necesaria la realización de un período de aclimatación del atleta con esta duración, para competir en la altura. Parece ser, que se refieren a aquellos atletas con experiencia anterior en la altitud y que realizan una sola presentación competitiva; como por ejemplo el levanta­miento de pesas. Cuando se trata de eventos en que el número de presentaciones es mayor (5‑7 días), se recomienda el realizar una aclimatación que según algunos especialistas, debe tener una duración de 18 a 20 días antes de competir (8, 17, 80, 102, 103), aunque otros (105) señalan que son suficientes de doce a catorce días.

En nuestra experiencia es mejor la primera variante. En otros casos lo que se hace es llegar a la altura justamente antes de la competencia y luego se vuelve, casi inmediatamente,  al  nivel del mar para evitar las diferentes alteraciones que se producen en los primeros días de la estancia. Este tipo de acción es realmente difícil en el orden práctico, por los costos que ella conlleva cuando los atletas no son del país donde se realiza la  competencia y solo se ha realizado en casos muy excepcionales.

A partir de los  resultados  prácticos  en la  realización de entrenamientos de altura, se han obtenido una serie de criterios que influyen de manera importante en la rapidez con que se produce la adaptación.

‑El primer criterio es el grado de experiencia que tenga el atleta en este proceso, mientras más frecuentemente haya entrenado en al altitud, más rápidamente se produce la aclimatación.

‑El siguiente es el nivel de entrenamiento alcanzado por el deportista cuando llega a la altura, mientras mayor es este más rápidamente se adapta.

‑Así mismo, debe considerarse rigurosamente la forma de administración de las cargas, teniendo en cuenta las respuestas individuales y que éstas deben llegar, al final del proceso, a niveles al menos similares a los alcanzados en la preparación a nivel del mar.

‑Otro factor a considerar es la diferencia de altura existente entre el lugar en que se vive y aquella en que se va a entrenar a competir. Así mismo, debe considerarse la diferencia de clima.

‑El tiempo que es necesario para la aclimatación, va a depender también de la experiencia migratoria que tenga el atleta, o sea aquellos que están acostumbrados a viajar mucho, a cambiar de clima y horario, se adaptarán más rápidamente.

‑Otro factor importante es el nivel de contaminación ambiental, este puede influir retardando la velocidad conque se produce este proceso.

 

Para entrenar en las condiciones de altura deben tenerse en cuenta las siguientes premisas:

1.‑ Que los deportistas tengan un estado de salud óptimo.

2.‑Que hayan tenido un buen régimen de entrenamiento a nivel del mar, aprovechando al máximo las posibilidades de desarrollo de   sus capacidades condicionales.

3.‑ Deben ser acompañados por un entrenador, un médico o fisiólogo bien capacitados y en caso necesario, un psicó­logo.

4.‑ Que se realicen en el llano pruebas biomédicas, pedagógicas y psicológicas a cada deportista como control previo del estado   funcional del mismo.

5.‑ El plan de cargas de entrenamiento debe ser controlado   minuciosamente y evaluarse sus efectos durante el proceso de adaptación.

6.‑ Debe explicársele a los atletas novicios la sintomatología que sentirán durante la adaptación.

La comprensión del fenómeno  adaptativo durante la aclimatación y el estudio de cada respuesta en su medio, no puede efectuarse separado de los aspectos fisiológicos, pedagógicos y psicológicos del entrenamiento del deportista o sea, en la actividad del esfuerzo atlético (108, 109). La aclimatación no se produce según una evolución continua y el equilibrio no se obtiene sino después de una serie  de  oscilaciones características (fig. 18) (94, 105, 106, 107).Estas son mucho más marcadas, si no se cumplen estrictamente las indicaciones metodológicas durante la primera semana de estancia en la altitud, observándose los que han sido denominados por diferentes autores como “períodos críticos”; el  primero de los cuales se manifiesta entre el séptimo y el noveno días y el segundo, entre el día 14 y el 16  (fig. 18) (9).  No todos los especialistas han observado estos períodos críticos y es por eso que algunos hacen referencia a ellos y otros no, lo que puede estar relacionado con el hecho de que ellos aparecen cuando en los primeros días de estancia, la intensidad del entrenamiento resulta superior a la adecuada.

 

La aparición de estos “períodos críticos” está en estrecha relación con la administración de las cargas, así cuando en la primera semana el volumen es alto pero la intensidad no,  se ha reportado que no ocurre el segundo período crítico, pero cuando las cargas se realizan con intensidad alta sí se manifiesta  (9).

Es significativo el hecho, de que la ocurrencia de este fenómeno es  más  marcada en los deportistas de  aquellas disciplinas llamadas de fuerza‑velocidad, que como se conocen poseen un menor grado de adaptación cardiorespiratoria al esfuerzo.

 

1.1 ¿Cómo se debe realizar el proceso de entrenamiento durante el período de aclimatación?

 

La clave del éxito en el entrenamiento durante el período de aclimatación, depende en forma casi absoluta de la planifi­cación de este para la primera semana de estancia, pues esta es determinante para lo que ocurrirá posteriormente.

 

En la primera semana se produce la mayor parte de las respuestas  adaptativas,  al  reaccionar  el  organismo a los estímulos que representan la disminución en la presión parcial del oxígeno atmosférico y el cambio de la temperatura y la humedad relativa en la atmósfera. Son afectados de forma marcada los sistemas cardiovascular, respiratorio y las funciones neuroendocrinas; las dos primeras estarán sobrecargadas tratando de compensar la situación ambiental impuesta y el tercero manifestara un estado de elevada excitabilidad.

 

En un estudio (40) realizado en atletas cubanos de gimnástica, esgrima y voleibol en ambos sexos, y además judo, lucha libre y greco, boxeo y atletismo fondo en el sexo masculino, durante  una preparación de  más de 21 días en Tzahkadsor (1970 m sobre el nivel del mar), se señala una disminución inicial de la capacidad física de trabajo, evaluada a través del PWC 170, al inicio de la estancia (fig. 19). Esta capacidad comenzó a recuperarse a partir del séptimo día y ya en el día número 15 había alcanzado los valores registrados en el llano para algunos deportes y el resto estaba en ascenso. El análisis de los días posteriores de estancia, demostró alguna mejoría en los atletas, tanto desde el punto de vista electrocardiográfico, como en relación con las respuestas ortostáticas, de la tensión arterial, la frecuencia cardiaca y la capacidad física de trabajo, la cual al final de la estancia llegó en todos los casos a valores similares que los medidos en el llano antes de la preparación. Obsérvese en la propia figura, que el comportamiento de la capacidad de trabajo fue generalmente oscilatorio y varió de un deporte a otro, lo que sin dudas estuvo relacionado con las diferencias del nivel de rendimiento aeróbica inicial y el programa de entrenamiento aplicado en cada grupo.

 

Por otra parte, analizando los resultados de esta misma preparación, los encontrados en la  realizada en México en 1979, así  como los reportados en la literatura, se reflejan los siguientes aspectos:

1.‑ Ocurre una fase (durante los dos o tres primeros días  de estancia) en la que además de los cambios funcionales, se presentó en casos individuales irritación ocular, nauseas, sangramiento nasal, opresión torácica, mareo y pérdida del sueño, principalmente en los atletas sin experiencia anterior.

 

Para estos dos días se recomienda:

a.‑ No estar deambulando por la ciudad.

b.‑ Entrenamiento ligero con ejercicios de flexibilidad y carreras aeróbicas, si el deportista se encuentra en el período preparatorio.

c.‑ Evitar el entrenamiento de gran intensidad.

d.‑ Tratar de que el atleta no coma opíparamente.

 

2.‑ Entre el tercer y quinto días aparecen las alteraciones más significativas en el funcionamiento del sistema  cardiorespiratorio como respuesta a la insuficiencia de oxígeno, que son menos significativas en los atletas con mas experiencias en la realización de entrenamientos de este tipo y se manifiesta en una disminución de su capacidad física de trabajo, una peor recuperación después de la sesión de entrenamiento, y bajos resultados en las pruebas de evaluación pedagógicas. Se expresan síntomas tales como:

a.‑ Respiración dificultosa.

b.‑ Sensación de fatiga.

c.‑ Aumento de la frecuencia cardiaca. Los estudios del comportamiento de la frecuencia cardiaca de trabajo por telemetría, demuestran un aumento de ésta en la altitud con relación al llano, que puede llegar a ser hasta de 15 pulsos por minuto (ppm) para trabajos similares.

d.‑ Dificultades en el sueño, dolores de cabeza y problemas  digestivos.

e.‑ Incoordinación, alteración del sentido del tiempo, etc.

 

Se ha visto que en esta situación se presentan alteraciones importantes en el sistema nervioso central, que se traducen en una coordinación motora deficiente e inexactitud y un empeoramiento en la  percepción del tiempo de  desarrollo de las acciones motoras complejas. Esta situación impide valorar objetivamente al deportista sus posibilidades de rendimiento, así como la aparición de los síntomas de agotamiento, todo lo cual puede conducirlo a un estado de sobrefatiga y posteriormente al sobrentrenamiento, con las consecuencias que ello implica.

Por estas razones, en este período la intensidad de trabajo debe ser baja y el volumen puede mantenerse o disminuirse en alrededor de un 15 porciento, es decir trabajo aeróbico por excelencia en el rango de los 140‑150 p.p.m.

 

No incluir actividades que pretendan perfeccionar la técnica,  ni  ejercicios  complejos  que   requieran   mucha coordinación, sentido del tiempo, distancia, etc. Así en las especialidades que exigen la destreza como la gimnasia artística, el clavado y la esgrima, deben realizarse elementos aislados y no selecciones o combinaciones complejas.

 

Debe velarse por una adecuada relación trabajo‑descanso y aumentarse los períodos de recuperación cuando se realiza el entrenamiento a intervalos, con varias repeticiones. Se pueden incluir además ejercicios de fuerza general y velocidad breves, que exigen de un tiempo mayor de descanso que el normalmente utilizado.

 

Se ha señalado (9), que en los eventos cíclicos un indicador pedagógico que informa si ya los atletas se han aclimatado o no, es cuando ellos recuperan su velocidad de desplazamiento anterior (por ejemplo en remos, ciclismo, natación, etc.). En las disciplinas que requieren gran coordinación y destreza para la precisión de las acciones se plantea que el indicador consiste en que el atleta comienza a realizar las acciones en el momento preciso, no antes ni después, ya que sin aclimatarse las comienzan a realizar adelantados, con mayor rapidez  y no son capaces de determinar los intervalos de tiempo que debe haber entre una y otra acción.

 

Generalmente este período se considera que dura una semana, aunque en deportistas muy experimentados, puede durar a veces solo tres días, y en atletas jóvenes con poca expe­riencia  migratoria en la altura puede  prolongarse  hasta diez días. A este se le ha llamado “período de aclimatación aguda” (fig. 18 y 19), y en el se requiere de un estrecho control médico individual, pues  cargas elevadas pueden conducir a una sobrefatiga y las extremadamente bajas, alargar innecesariamente el proceso de aclimatación. Se debe además, controlar estrechamente en este período si el sueño, la alimentación y la recuperación funcional, son normales en los atletas.

 

3.‑ A partir de la segunda semana de estancia comienzan a aparecer los síntomas de adaptación, que pueden comprobarse entre otras cosas por:

a.‑ Aumento de la concentración de hemoglobina de los atle­tas.

b.‑ Aumento de la capacidad de trabajo después de su dismi­nución.

c.‑ Mejoría de la recuperación funcional.

d.‑ Aumento de los resultados de las pruebas  deportivo‑motoras, principalmente en velocidad y fuerza.

e.‑ Mejoría de la disposición al rendimiento.

 

La segunda  semana de  entrenamiento  constituye  la tradi­cionalmente conocida como de “entrada” a las cargas habituales, se eleva la intensidad y  volumen de las cargas, se disminuye la duración de los intervalos de descanso, se eleva la velocidad de realización de los movimientos, se comienza la ejecución de combinaciones complejas, etc. Después de transcurrida pueden realizarse de nuevo pruebas médico pedagógicas y psicofisiológicas.

 

Si se logran los objetivos trazados para la segunda semana, en la tercera se entrena con cargas elevadas similares a las alcanzadas a nivel del mar y se puede planificar  inclusive un microciclo de preparación directa a la competencia. O sea ya en ésta fase, el entrenamiento se subordinará a las condiciones normales que habitualmente se realizan en la etapa precompetitiva de acuerdo a la especialidad  deportiva de que se trate.

 

2.   El entrenamiento en la altitud con el objetivo de competir o aumentar las cargas de entrenamiento en la reaclimatación a nivel del mar.

 

Este es un proceso muy utilizado actualmente como parte de la metodología del entrenamiento deportivo  para tratar de mejorar la  capacidad  de  rendimiento  a nivel  del mar. Así países como Alemania, Francia, Estados Unidos de Norte­américa, Italia, Rusia y Suiza tienen centros de entrenamiento en la media altitud (cuadro I).

Aunque han existido grandes controversias acerca de la efectividad de este proceso, muchas de las investigaciones realizadas indican que cuando éste proceso es realizado de forma correcta, se produce  una  respuesta adaptativa  que puede influir para obtener un mejor rendimiento físico en determinados momentos a nivel del mar (110, 11, 112).

 

Quizás las causas de las discrepancias se relacionan con problemas de tipo metodológico (42), tales como:

1.‑ No se utilizan grupos controles a nivel del mar.

2.‑ El tipo, la intensidad y la forma de ejecución del entrenamiento han sido diferentes.

3.‑ La forma de valorar los resultados del entrenamiento no ha sido la misma.

4.‑ Las altitudes utilizadas han sido diferentes.

5.‑ En algunos casos los resultados publicados han sido obtenidos en animales y en otros en humanos.

 

Esta mejoría adaptativa de las respuestas del organismo del deportista, así  como sus  cambios en el período de reaclimata­ción durante cierto tiempo a nivel del mar y posteriormente a la realización del entrenamiento, señalan según muchas de las informaciones (8, 9, 10, 11, 12, 13, 17, 19), que con este fin y de forma bien planificada el entrenamiento en la altitud resulta beneficioso para los atletas,  teniendo en cuenta la  especialidad deportiva y las características individuales (114, 115, 116, 117). Ello resulta fundamental para los deportes de potencia aeróbica, potencia aeróbica-anaeróbica máxima y alternada.

 

Se plantea, que los efectos acumulativos a largo plazo de las cargas  de entrenamiento, con incidencia decisiva en el rendimiento deportivo en los deportes mencionados, sólo se ha podido lograr con entrenamientos en la altura media teniendo en cuenta los criterios anteriormente señalados para su ejecución. Esto es de gran interés práctico en deportes con períodos competitivos muy largos, donde las competencias y los viajes continuos hacen muy difícil entrenar y mantener el rendimiento físico.

 

El grado de respuesta al entrenamiento de altura depende de:

a) Experiencia anterior.

b) Nivel de entrenamiento alcanzado anteriormente.

c) Altura “efectiva” (diferencia entre la altura en que se va a entrenar y de donde se viene).

d) Estado de salud.

e) Años en el deporte.

f) Características individuales.

g) Tiempo de permanencia en la altura.

 

No se ha podido determinar aún, de acuerdo a la información a nuestro alcance, si existen diferencias intersexuales en el efecto del entrenamiento en la altitud, para competir después en el llano.

 

2.1 Cuál es la altitud donde se debe entrenar?

 

Las investigaciones de los especialistas ex‑sovieticos indican, que los mejores resultados se obtienen cuando el  entrenamiento se realiza  entre los  1400 y los 2500 metros sobre el nivel del mar  (8, 9, 10, 11, 12, 13). Otros autores han señalado diferentes rangos como buenos: 1800‑2800, 2000‑2300, 1800‑2000 y también entre los 1800 y los 2500 metros de altitud (114, 115, 116, 117). En resumen, la altitud idónea parece estar entre los 1800 y los 2500 metros, donde se han obtenido los mejores efectos posteriormente durante la reaclimatación a nivel del mar.

 

2.2 Adaptaciones fundamentales relacionadas al rendimiento.

 

Los cambios fundamentales que se obtienen en el entrenamiento de altura durante el período de aclimatación al llano, se refieren a los que ocurren en la capacidad funcional aeróbica del atleta. En la mayoría de los casos se relacionan a un aumento de ésta, posterior al entrenamiento en la altura, producido por las respuestas del organismo en el sentido de una activación prolongada de los sistemas de adaptación, por los efectos de estímulos adicionales no muy fuertes y constantes (presión barométrica, hipoxia, temperatura) (108).

 

Se ha planteado también que el efecto es más positivo en los deportistas que poseen un menor consumo máximo de oxígeno, quizás porque en aquellos que tienen valores mayores en este indicador es más difícil que se produzcan aumentos significativos.

 

Uno de los efectos que se ha señalado tiene el entrenamiento de altura, es el aumento de los glóbulos rojos, de la hemoglobina  (fig. 8) y del nivel de eritropoyetina, lo que mejora el transporte de oxígeno a los músculos en condiciones al nivel del mar (después de 3 a 4 semanas de entrenamiento en la altura como mínimo). Este efecto es más estable, si el entrenamiento se prolonga hasta las cinco semanas.

 

En la figura 20 se presentan los cambios encontrados en el número de eritrocitos en tres grupos de sujetos sometidos a tres regímenes de entrenamiento físico similares, pero en tres condiciones de hipoxia diferentes (94). Un grupo entrenó a nivel del mar, otro en la altura (2400 m) y el tercero entrenó durante trece días en un régimen de hipoxia en barocámara y posteriormente lo hizo en la altura real (2400 m) durante veinte días. Obsérvese el incremento notable del número de eritrocitos en los dos grupos que entrenaron en hipoxia, particularmente el tercero,  en relación con su valor inicial  o con los que lo hicieron al  nivel del mar. Pero lo que principalmente llama la atención, es que este aumento crece y se mantiene hasta cerca de 50 días  con la continuación del entrenamiento en el llano posteriormente.

 

El aumento efectivo de la densidad capilar intramuscular, producto  del entrenamiento en condiciones de hipoxia (78,42), supone una mejoría en la capacidad del suministro de O2 y sustratos, y para la eliminación de metabolitos de desechos (productores de estados de fatiga) en el músculo, lo que sin dudas influiría sobre el rendimiento deportivo y tiene un efecto más duradero.

 

El hecho de que la hipoxia conjuntamente con el entrenamiento (bien dosificado) provoque un aumento de las enzimas oxidativas resulta de un gran interés ya que ello conjuntamente con lo  anteriormente señalado indica una mejoría de la capacidad oxidativa de los músculos entrenados.

 

Considerando los resultados obtenidos en todos estos estudios, podría señalarse que el entrenamiento en la altura media resulta beneficioso para provocar cambios en el metabolismo oxidativo muscular y en el rendimiento aerobico, que serían de utilidad para lograr un mejor rendimiento físico al retornar al nivel del mar, que permita aumentar los cargos de entrenamiento o competir en mejores condiciones.

 

El denominado umbral anaeróbico láctico se considera  un buen indicador del rendimiento aeróbico, particularmente cuando se realiza en pruebas de terreno. En la figura 21 se  presentan los resultados de la ejecución de una prueba de Mader (118), a una selección de volibolistas cubanas antes, ocho y  veintidós días después de la realización de un entrenamiento en la altura (2200 m) de 22 días de duración. Como puede verse, la mejoría del umbral láctico fue poca a los ocho días, pero a los veintidós de continuar entrenando a nivel del mar los resultados fueron excelentes, indicando un crecimiento del rendimiento aeróbico.

 

Otro tanto puede notarse en las figuras 22 y 23, donde se representan los cambios del umbral láctico individual para tres maratonistas y un marchista respectivamente, los cuales realizaron una prueba consistente en la corrida de 5-6 tramos de 2000 m para encontrar la relación lactato-velocidad y determinar el umbral. La misma se realizó antes y al final de veintitrés días de entrenamiento en la altura (2200 m) y veintidós días después de entrenar en el llano para los maratonistas y en la primera y última ocasión para el marchista. No cabe duda de la mejoría significativa que tuvieron en el rendimiento aeróbico estos atletas.

 

Lo que sí está claro es que para ello se requiere de que se alcancen durante el entrenamiento en la altura los  mismos niveles de carga que se realizaban a nivel del mar ya que de no ser así los resultados podrían no ser los esperados.

 

Se señala también que pueden ocurrir cambios en la capacidad anaeróbica del atleta, en el sentido de su mejoramiento y en relación con un entrenamiento específicamente de tipo anaeróbico. El estudio realizado por Balke (114) en corredores, encontró una mejoría ligera de sus rendimientos en la carrera de 400 m y considerable en los 1500 metros.

 

También en algunos estudios cubanos se ha encontrado mejora en la capacidad de rendimiento anaeróbico. Esta mejoría del rendimiento anaeróbico no se relaciona ni a un aumento en la cantidad de sustratos de alto contenido energético ni a una mejora en las actividades de las enzimas glucolíticas, sino que ello estaría relacionado con una mayor capacidad tampón intramuscular.

 

De acuerdo a los estudios realizados por Terrados y col (42) en atletas Keniatas, se concluye preliminarmente que el entrenamiento realizado en alturas moderadas puede producir una mejoría de  los  valores de déficit de oxígeno como indicador de la capacidad anaeróbica, así como una disminución en la producción de amoníaco en el músculo (o un aumento de su aclaramiento), lo que influiría en una mayor resistencia al trabajo anaeróbico (113).

 

No se debe perder de vista, que aunque quizás algunos parámetros psicofisiológicos, al regresar al llano no muestran cambios significativos con relación a su estado antes de ir a la altura; el estado subjetivo, psicológico, que queda en el atleta después de una buena preparación en altura, repercute en las tareas a desarrollar en el llano en forma muy positiva, conformando todo esto, un camino armónico en la dirección de la creación de la predisposición psíquica para la competencia.

 

La mayoría de los estudios a nuestro alcance, demuestran que el comportamiento de la capacidad funcional de los atletas en la reaclimatación al nivel del mar ocurre por fases, o sea, con un carácter ondulatorio.

Cuando se trata de entrenamientos que van de 2 a 5 semanas con reducción de carga en la aclimatación, la capacidad funcional en la reaclimatación al llano muestra tres fases de incremento (fig. 18).

1. Del segundo al sexto día.

2. Del catorce al veinticuatro.

3. Del treinta y cinco al cuarenta y cinco.

 

Debemos señalar, que la dinámica de estas fases positivas están estrechamente relacionada con el entrenamiento realizado durante la estancia en la altura. Así tenemos, que si se realizan trabajos muy voluminosos y poco intensivos durante gran parte de la preparación, disminuyen significativamente las oscilaciones positivas en la capacidad funcional durante la reaclimatación. Si el entrenamiento consistió de cargas de adecuada intensidad en el momento idóneo, aumenta la amplitud de estas oscilaciones y en algunos casos pueden modificar estas fases.

Cuando se realizaron entrenamientos con volúmenes e intensidades bajas o excesivamente elevados, se produjo un retraso para alcanzar el momento en que presentan las fases anteriormente señaladas, sin conocer la magnitud de dicho retraso, e inclusive puede manifestarse una disminución de valor desconocido en la capacidad funcional del atleta.

 

Las diferencias en la administración de las cargas de entrenamiento, en relación con las características individuales que influyen en la adaptación, parecen ser el origen de las variaciones reportadas  en  la dinámica  de las  fases ondulatorias de la capacidad funcional, durante la reaclimatación a las condiciones de nivel del mar.

 

En un estudio realizado en ciclistas acerca de los efectos del entrenamiento de altura sobre los cambios de la capacidad funcional durante la reaclimatación, tanto en el período preparatorio como en el competitivo, Kazantsev (11) encuentra una fase de aumento entre los días 15 y 20 y una de disminución entre el octavo y onceno días.

Firsov (115) reporta en un estudio realizado en este mismo sentido pero en nadadores, que en el 3er o 4to día de regreso al llano, se aprecia un aumento de todos los indicadores fisiológicos, aunque considera que en este momento, no están en condiciones de mostrar altos resultados deportivos.  Ellos notaron que entre los días 13 y 15 ocurre el mayor crecimiento de los resultados. Con precisión, entre los días 12 y 20 es que alcanzan el nivel más alto de capacidad de entrenamiento en el llano.

 

Los resultados encontrados en análisis realizados con atletas cubanos (fig.21, 22, 23), tienen un grado de coincidencia importante, en cuanto al incremento del rendimiento aeróbico, con las fases señaladas.

Las variaciones encontradas en estos trabajos con respecto a las fases de aumento de la capacidad funcional y de rendimiento atlético, se relacionan indiscutiblemente con las diferencias en el proceso de entrenamiento aplicado en cada caso.

 

Todo lo anteriormente expresado nos reafirma, que para la realización del entrenamiento de altura, debe tenerse un interés primordial en el deporte de que se trate, en la fase que se realice dentro de la preparación, en la administración de las cargas durante la ejecución del proceso de entrenamiento en la altura y en el llano y en las características individuales del atleta.

 

 

2.3 Cuántas veces debe entrenarse en la altura durante un macrociclo de entrenamiento?.

 

Muchos investigadores consideran que la frecuencia de entrenamiento en condiciones de altura media debe ser de 2 a 3 veces durante un macrociclo para los deportes de predominancia en la potencia aeróbica (atletismo fondo y medio fondo, ciclismo ruta, remo, etc.) y de 1‑2 veces para aquellos de combate, juegos deportivos, etc., en lo cual sin embargo, nadie es concluyente. Las etapas indicadas para realizar dos estancias de altura como mínimo son: durante la preparación física general y la precompetitiva (13). En el primer caso se busca lograr un incremento de las capacidades condicionales del atleta, lo que facilita el perfeccionamiento de las cualidades especiales y técnico-tácticas en las etapas subsiguientes de preparación. En el segundo caso, con el fin de incrementar los rendimientos deportivos en la competencia. Cuando las estancias son tres, se recomienda que la tercera se realice intermedia entre las anteriormente señaladas.

 

En todas las etapas del ciclo anual, el entrenamiento en altura debe efectuarse vinculándolo directamente con la preparación precedente y posterior, así como con las competencias fundamentales. Es necesario tener en cuenta, la dinámica de las cargas de entrenamiento y competencia de etapa a etapa, pero sobre todo, antes de salir al entrenamiento y después del regreso a las condiciones habituales a nivel del mar.

 

La necesidad de un nivel elevado de carga (en volumen e intensidad) antes de subir a la altura, no necesita mas demostraciones. Si no han sido explotadas las potencialidades de desarrollo de las cualidades físicas y fisiológicas del atleta mediante el entrenamiento en el llano, es más oportuno utilizar estas reservas a este nivel, para no sobrecargar al organismo en la altura.

 

Para la planificación del período de entrenamiento en altura dentro del macrociclo de preparación, debe considerarse además, la forma en que se producen los “picos positivos” de aumento de la capacidad funcional del atleta durante la reaclimatación al llano, de forma tal que ellos coincidan con las competencias o periodos fundamentales de aumento de la carga a nivel del mar.

 

3.  Valoración de la aclimatación a las condiciones de altura media y de la reaclimatación al llano

 

Dependiendo de los recursos de que se dispongan, tanto materiales como humanos, pueden ser utilizadas una serie de pruebas para la evaluación funcional biomédica y pedagógica, que pueden ser más o menos sencillas de realizar pero que nos permitirán conocer como se aclimata el deportista al entrenamiento específico en las condiciones de altura.

 

3.1  Pruebas que se pueden utilizar

 

A continuación se relacionan una serie de pruebas médico-biológicas, pedagógicas y psicofisiológicas, las cuales consideramos que puedan ser de utilidad para valorar la adaptación y reaclimatación al llano durante la realización de un entrenamiento en altura. Creemos que en cada caso, deben elegirse aquellas que se consideran más idóneas, de acuerdo al deporte de que se trate y las posibilidades prácticas que se tengan para su realización.

 

PRUEBAS

EVALÚA EL NIVEL DE LA

VO2 en Ergometría submáxima o máxima

Potencia y resistencia muscular de base anaeróbica

Capacidad de trabajo aeróbica

Potencia muscular de base alactácida y lactácida

Prueba de Ergosalto

Cambios neurovegetativos en el sistema de  regulación cardiovascular

Prueba  de Wingate

Umbral del metabolismo anaerobico

Índice ortostático

Umbral anaerobico láctico

Prueba de Mader

Cambios en la excitabilidad y reacción motora

Relación velocidad-lactato

Capacidad de respuesta del Sistema Nervioso Central

Pruebas de tiempo de reacción

Capacidad coordinativa motora.

Prueba de concentración  de la atención

Cambios en la excitabilidad, estabilidad y

estimación del tiempo y velocidad de

movimiento

Capacidad de aceleración motriz

Pruebas de coordinación

Capacidad de velocidad.

Carrera 30 m planos

Capacidad de resistencia a la velocidad

Carrera 60 m planos

Capacidad en fuerza de empuje de los brazos y el tronco

Carrera 125 m planos

Capacidad  en fuerza del abdomen y espalda

Fuerza acostado

Capacidad de resistencia

Reverencia

Capacidades y habilidades por deporte

Carrera continua

Pruebas específicas de  cada deporte

 

 

Por supuesto, incluir todas estas pruebas en una batería conllevaría a utilizar una gran parte del tiempo de la preparación del atleta para su realización, teniendo en cuenta no solo el tiempo que lleva ejecutarlas, sino también el grado de interferencia que puede existir en su realización simultánea. Por ello, recomendamos que cada colectivo técnico del deporte de que se trate seleccione aquellas que le reporten mas información y que le conlleven a un menor tiempo efectivo para su ejecución.

 

3.2  La forma de aplicación de las pruebas biomédico-pedagógicas

 

Para evaluar la variación en el rendimiento se recomiendan tres fases de aplicación de las pruebas.

 

1ra. fase: en el llano, una batería de pruebas lo más amplia posible entre los días 4to y 2do antes de ir a la altura.

 

2da. fase: en la estancia en la altura media, en la medida de lo posible realizar las pruebas de la siguiente forma:

‑ entre el 7mo y 10mo días una batería similar.

‑ entre el día 14 y 17 repetir la batería.

 

También se deben realizar controles de la tensión arterial y frecuencia cardiaca basal (al despertarse), así como después del trabajo. Control dietético individual de acuerdo al deporte de que se trate y evaluación diaria sistemática de la respuesta del atleta a las cargas de entrenamiento (de ser posible valoración de la concentración de la urea sanguínea).

 

En la figura 24 se muestra el registro diario de la frecuencia cardiaca basal, en seis deportistas durante una preparación de altura que comenzó en México y terminó en Colorado. Como puede notarse, durante la aclimatación aguda se producen las mayores  variaciones de este indicador, como respuesta inmediata a las condiciones de hipoxia. Las variaciones posteriores están más relacionadas a los efectos combinados de los cambios de la intensidad del entrenamiento y la altura. Al final se nota una estabilización de la frecuencia cardiaca basal en valores inclusive inferiores a los de reposo en el llano.

 

Una forma de controlar la respuesta diaria a las cargas de entrenamiento puede ser a través de la frecuencia cardiaca basal y la concentración de urea en sangre. En la figura 25, se muestra como se produjo una respuesta adecuada, durante la preparación de altura (2200 m) en una corredora de 400-800 m. Obsérvese, de que a pesar de que al inicio la intensidad de trabajo se disminuyó considerablemente, hay una respuesta en ambos indicadores que obedece a la aclimatación aguda. Las variaciones posteriores en la urea y en la frecuencia cardiaca basal se relacionan con las que se produjeron en la intensidad del entrenamiento, pero nótese que la concentración de urea nunca sobrepasó los 7mMol/l.

 

Otros indicadores que pueden usarse para monitorear el proceso de adaptación, son la concentración de Hb y su nivel de saturación oxigénica. El control de estos dos parámetros realizado a dos corredores de medio fondo cubanos, durante una preparación de altura (2200 m) de 21 días de duración, aparece en las figuras 26 y 27. Véase, que el atleta A tuvo una mejor adaptación que el B, al demostrar un incremento mayor en la Hb relacionado a la tendencia en la saturación de O2 de la sangre arterial. Es probable, que aquí también haya influido el hecho de que el atleta A tenía valores iniciales de Hb menores.

 

3ra. fase: de regreso al llano, si es posible  de  acuerdo al objetivo del entrenamiento en altura, repetir la misma batería de pruebas.

‑ En el 14 y 20 días de regreso.

‑ En el 37 y 45 días de regreso.

 

No es imprescindible realizar todas estas aplicaciones de la batería de pruebas seleccionadas  cada vez que se vaya a realizar  un entrenamiento en la altura.

De acuerdo a la experiencia anterior en este tipo de trabajo que se tenga en el deporte en cuestión, así como de acuerdo a los objetivos con que se realiza el entrenamiento de altura y el control biomédico, pedagógico y psicológico que se haya realizado durante el período previo de entrenamiento a nivel del mar, puede reducirse el número de aplicaciones. Cuando se realiza por primera vez este proceso de entrenamiento, sí resulta importante el efectuar estos controles de esta forma para caracterizar la dinámica de la adaptación del deporte de que se trate, con vistas a nuevas estancias en la altura.

 

En resumen, a la luz de las informaciones a nuestro alcance, así como de las experiencias acumuladas, podemos señalar que:

‑ Se ha comprobado desde hace  más de 20 años, que para los  atletas que viven a nivel del mar, el entrenar y competir en las condiciones ambientales de altura media necesita de una anterior preparación especializada en dirección morfofuncional y psicofisiológica. No es posible aspirar a obtener  altos resultados deportivos, si no se ha alcanzado una óptima preparación en los atletas.

‑ Esta óptima preparación debe estar basada en los conocimientos   y seguridad de acción del personal técnico, así como de una   permanente acción pedagógica para el desarrollo del valor y   seguridad, en el esfuerzo individual y colectivo de los atletas.

– Muchos especialistas deportivos consideran, que  el   entrenamiento en la altura media con estancias de 3 semanas, ayuda significativamente al aumento del  rendimiento deportivo  después de la readaptación del atleta a nivel del mar y que sin  apoyo científico‑técnico, no es posible lograr este aumento del  rendimiento.

‑ Una concepción actualizada de la preparación deportiva en los   atletas de nivel mundial en la mayoría de los casos, contiene estancias o bases de entrenamiento (de 3 a 5 semanas) en la   altura media.

‑ De gran utilidad para la preparación, sobre todo en los atletas y personal técnico sin experiencia migratoria a la altura   media, es tener intercambio de experiencias y asesoramiento de  otros técnicos y científicos, con el objetivo de prepararse   técnico‑metodológicamente para cumplir con efectividad su misión en el entrenamiento o la competencia.

– El análisis individual de las pruebas médico-pedagógicas y   psicofisiológicas de laboratorio y terreno en el llano, en la   estancia en la altura media y al regreso al llano, debe   efectuarse con rigor y puntualidad científica, así como   también deben emitirse las recomendaciones con la misma   exigencia metodológica en la dinámica de trabajo del colectivo   técnico de cada deporte.

 

4. Diferentes variantes para las estancias de entrenamiento en la altura media

 

Primera variante: estancia de 21 días o más en la altura.

‑ Esta variante permite el ajuste individual o colectivo de las   cargas.

‑ Se aumenta la capacidad de rendimiento general, a la que   contribuye también la experiencia migratoria de los atletas en   la altura media.

‑ Es una variante de gran utilidad.

 

Segunda variante: doble estancia en la altura

La primera en el período de preparación física general después de la etapa básica. La segunda en la etapa precompetitiva.

‑ Es la mas utilizada actualmente por los especialistas deportivos de casi la totalidad de los países.

‑ Brinda una garantía al desarrollo del rendimiento superior al   80 porciento.

‑ Los deportistas se adaptan con más facilidad y el mito se convierte en medio de entrenamiento.

‑ El rendimiento prolonga más su duración cuando se regresa al  llano.

 

Tercera variante: estancia de 10 a 14 días en altura, sin contar el tiempo de   transportación.

‑ Aplicable solo cuando los atletas tienen una alta capacidad de   trabajo y buena experiencia anterior en este tipo de proceso.

‑ También cuando tienen superioridad competitiva sobre sus   contrarios.

‑ Esta variante puede, con un control y ajuste individual de las cargas, mantener un alto nivel de rendimiento.

 

Cuarta variante: sin estancia en la altura, llegar 1 ó 2 días antes de la   competencia, competir y regresar al nivel del mar.

‑ Esta variante es la más rigurosa y no permite ajuste de las   cargas individuales, ni colectivas.

‑ Aplicable cuando se tiene una evidente superioridad competitiva en relación con los contrarios y alto nivel de rendimiento físico y psicológico.

‑ Aplicable preferentemente para los deportes de potencia.

‑ No debe aplicarse con atletas sin experiencia migratoria en la   altura media.

 

Algunos autores (13) señalan la conveniencia de que el aumento de la altura se realice de forma paulatina, para contribuir a una mejor adaptación del organismo a estas condiciones de estrés. Sobre todo, este proceso puede ser aplicado de esta forma, cuando existen las posibilidades, en los atletas jóvenes y en aquellos sin experiencia previa en estancias en altura. Se sugiere que en estos casos, se utilicen en la preparación inicial alturas cercanas a los 1000 metros, señalando las siguientes ventajas:

 

1. El período de aclimatación agudo transcurre mas fácilmente que en alturas mayores.

2. Las capacidades de coordinación y la estructura de los  movimientos (técnica) se alteran en un grado menor.

3. La velocidad de la carrera en distancias más o menos largas se reduce mucho menos y consecuentemente el sentido del ritmo y la valoración del tiempo no se alteran significativamente.

4. Se puede utilizar plenamente la preparación de velocidad‑fuerza que requiere una mayor intensidad, sobre todo en el período precompetitivo.

 

Posteriormente es conveniente utilizar estancias de entrenamiento en alturas mayores, planificadas dentro del macrociclo de preparación.

Se señala que para atletas experimentados y con experiencia migratoria este método produce menos beneficios.

 

5. Consideraciones generales

 

De acuerdo a los resultados investigativos conocidos, tanto provenientes de diferentes países, así como por la experiencia existente en nuestro país, se demuestra que el entrenamiento de altura media (entre 1800 y 3000 metros sobre el nivel del mar), tiene efectos beneficiosos para el rendimiento físico del atleta, dependiente de diferentes adaptaciones que ocurren en el organismo, como respuesta al estrés físico y psíquico, que constituye el hecho de entrenar en la altura. Ellos son los que permiten que este atleta compita posteriormente en esa altura o una similar, sin afectar sus rendimientos, o que al regresar al llano pueda hacerlo durante determinadas fases de su reaclimatación, con un aumento efectivo de sus capacidades funcionales, que le posibilita mejorar sus resultados de forma significativa. Por ello, consideramos que la utilización de este proceso esta debidamente fundamentado desde el punto de vista médico‑biológico, técnico‑metodológico y psicológico.

 

Su aplicación, según estos criterios, debe ser necesaria, si se trata de competir y obtener buenos resultados en la propia altura. Ella es muy recomendable, si su objetivo es producir en el atleta aumentos significativos de sus capacidades funcionales, en periodos cortos de tiempo, con el fin de poder entrenar más eficazmente o mejorar los resultados competitivos en el llano.

 

Para ello, recomendamos que se tengan en cuenta las siguientes consideraciones:

1. El atleta debe tener un grado óptimo de salud y de desarrollo de sus capacidades funcionales, que permita que este entrenamiento cumpla con sus objetivos.

2. Deben realizarse controles médico-biológicos y psicopedagógicos individuales, antes, durante y posteriormente a la    realización del entrenamiento, para determinar tanto el grado  de adaptación del atleta, como de sus respuestas al entrenamiento y así poder emitir las recomendaciones    necesarias, que permitan el ajuste de las cargas de forma    individual.

Ello dará la posibilidad de lograr que el entrenamiento en la altura sea eficaz, tanto para competir en  ella, como para luego hacerlo en el llano.

 

3. Debe planificarse cuidadosamente la administración de las cargas, antes, durante y posteriormente a la estancia en la altura por parte de los metodólogos y entrenadores y velar porque así sean cumplidas, realizando los ajustes necesarios de acuerdo con la valoración sistemática lograda con los controles anteriormente señalados. Todo ello, teniendo en cuenta particularmente la disciplina deportiva de que se trate.

 

4. Que la elección de un centro de entrenamiento en altura media se realice preferentemente en países cercanos donde no intervenga el cambio de horario, lo que puede interactuar conjuntamente con el resto de los factores que afectan al atleta en la altura. Para ello, debe tenerse en cuenta en que lugar y cuando se realizará la competencia más cercana.

 

 

 

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Información sobre los autores:

Lic. José R. Alonso Hernández.

Instituto de Medicina del Deporte de Cuba

 

Graduado en la Universidad de la Habana de Licenciatura en Ciencias Biológicas en 1976, en la especialidad de Fisiología, trabaja desde ese año en el Instituto de Medicina del Deporte de Cuba como Investigador en la especialidad de Fisiología del Ejercicio. En esta esfera ha realizado numerosas investigaciones con todos los deportes del alto rendimiento cubano, relacionadas al control biomédico de la adaptación al entrenamiento específico, el entrenamiento en al altura y desarrollo de nuevas metodologías de estudio en estas esferas, entre otras.

 

Ha sido jefe del Departamento de Investigaciones de dicho Instituto por más de 10 años. Miembro de su Consejo Científico y del Consejo Técnico Asesor del Instituto Nacional de Deportes Educación Física y Recreación de Cuba. Jefe de la Comisión Científica de la Federación Cubana de Medicina del Deporte.

Es Profesor Principal de Fisiología del Ejercicio de la especialidad de Medicina del Deporte y Profesor Titular del Instituto Superior de Cultura Física de Cuba. Ha impartido numerosos cursos de postgrado, maestrías y adiestramientos en Cuba y el extranjero.

Ha participado en más de 60 eventos científicos internacionales y nacionales y tiene más de 20 publicaciones en revistas cubanas y de otros países.

 

Dr. Antonio J. Iznaga Dapresa.

Instituto de Medicina del Deporte de Cuba

 

Graduado de Ciencias Médicas en 1972 en la Universidad de la Habana, culminó sus estudios en la especialidad de Medicina del Deporte en 1977 en el Instituto de Medicina del Deporte de Cuba, comenzando a laborar en el mismo en las investigaciones biomédicas y la atención directa del deporte de alto rendimiento. En esta esfera ha realizado investigaciones con todos los deportes del alto rendimiento cubano, relacionadas al control biomédico de la adaptación al entrenamiento específico, el entrenamiento en al altura y desarrollo de nuevas metodologías de estudio en estas esferas, entre otras. Ha sido médico principal de equipos campeones mundiales y olímpicos durante varios años, actualmente es el médico de la selección cubana de voleibol masculino.

 

Es Profesor Principal de Fisiología del Ejercicio de la especialidad de Medicina del Deporte Ha impartido numerosos cursos de postgrado, maestrías y adiestramientos en Cuba y el extranjero.

Ha participado en más de 40 eventos científicos internacionales y nacionales y tiene más de 10 publicaciones en revistas cubanas y de otros países.

Miembro de la Federación Internacional de Voleibol Aficionado y de su Comisión Médica.

 

 

Revisado y actualizado por: Lic. Mariela C. Z (07/02/03)