Palabras claves: FLEXIBILIDAD/EDAD BIOLOGICA/CAPACIDAD MOTORA

Titulo: La flexibilidad en las distintas edades

Autor: Mario Di Santo

URL: http://www.sobreentrenamiento.com/

Texto completo:

Tal como pudo apreciarse a través de la lectura de artículos anteriores, múltiples son los factores que condicionan el abordaje metodológico de la flexibilidad como capacidad motora. Entre ellos, uno de los de mayor relevancia es el referido al período o etapa de la vida en que se encuentra la persona.

Cada etapa de la vida presenta rasgos distintivos que justifican la implementación de principios didácticos particulares y adaptados. Lógicamente, formas de trabajo, métodos, técnicas y ejercicios para el desarrollo de la flexibilidad habrán de presentar matices diferenciales en función de la edad biológica (y también psicológica) de cada individuo.

La capacidad para soportar cargas de entrenamiento por parte de los distintos tejidos del organismo varía a lo largo de los años. Músculos, cartílagos articulares, cápsulas articulares, ligamentos, tendones, fascias, etc., no son susceptibles de ser deformados con idéntica intensidad en cualquier edad de la vida. Existen etapas en las cuales la fragilidad de estos tejidos es considerable y, consecuentemente, las precauciones deben extremarse.

Tampoco las respuestas y adaptaciones al entrenamiento de la flexibilidad son indiscriminadas a lo largo de la vida de una persona. Existen, en este sentido, períodos en los que la entrenabilidad de esta capacidad es óptima y su desaprovechamiento, por lo general frecuente, constituye un grave descuido. A esta etapa se la suele denominar como PERÍODO CRÍTICO o FASE SENSIBLE del desarrollo de la flexibilidad. Cada capacidad motora tiene el suyo. Así, según Alter (1991):

“Un período crítico es el período de tiempo que sigue a la edad en que uno llega a ser capaz de desempeñar una actividad determinada de manera efectiva. También puede ser definido como el período de tiempo en la vida de un individuo en que es más probable que se produzcan cambios a velocidades rápidas u óptimas”.

A lo cual agrega (Alter, 1991, Pág. 79):

“Es cierto que la flexibilidad puede ser desarrollada a cualquier edad mediante un entrenamiento adecuado. No obstante, la velocidad de progreso no será la misma en toda edad, ni tampoco el potencial de mejoramiento”.

Varios autores coinciden al afirmar que la etapa de mayor entrenabilidad o fase sensible de la flexibilidad está comprendida entre los 9 y 14 años de edad. Ello no quiere decir que, una vez superada esta etapa, ya no exista la posibilidad de mejora de recorrido angular en los distintos núcleos articulares del cuerpo humano. Lo que concretamente se quiere significar es que, más que en ninguna otra edad de la vida, entre los 9 y los 14 años la aplicación de los distintos métodos y técnicas aportan os mejores resultados. Sin embargo, para obtener estos réditos tan deseados (y difíciles de conseguir en otra edad) deben extremarse las precauciones. El abordaje metodológico debe respaldarse en un firme fundamento científico puesto que, así como este período es el más oportuno para mejorar, también es el más propicio para lesionar.

El propósito de esta parte del estudio consiste en promover, sobre la base del análisis de los matices propios de cada etapa evolutiva, la cristalización de toda una serie de consignas metodológicas específicas que orienten al profesor en su objetivo de fomentar el desarrollo de la amplitud de movimiento en sus alumnos según sus respectivas edades.

Puesto que las premisas técnicas para el entrenamiento de la flexibilidad en el adulto (deportista y no deportista) son tratadas extensamente en otros artículos publicados, aquí solamente serán analizadas las siguientes etapas de la vida:

Primera infancia

0 – 1 – 2 y 3 años.

Edad preescolar

4 y 5 años.

Edad escolar primaria

6 – 7 – 8 – 9 y 10 años.

Prepubertad y pubertad

11 – 12 – 13 y 14 años.

Adolescencia

15 – 16 – 17 y 18 años.

Personas mayores de 50 años (El autor se resiste a llamarla edad senil o tercera edad.)

Puede el lector no estar de acuerdo ni con la denominación ni con la asignación de años de cada etapa. De hecho, el autor tampoco cree que sea la única posibilidad alternativa válida. Simplemente, es un criterio que facilita la caracterización de los cambios sufridos por los distintos tejidos que soportan principalmente la carga de entrenamiento de la flexibilidad. Por consiguiente, tales etapas poseen también consignas metodológicas particulares y específicas.

Finalmente, y antes de dar paso al análisis de cada etapa, vale aclarar que a los efectos de agilizar el desarrollo del tema, solamente se tratarán los aspectos de las mismas que guarden estrecha relación con la flexibilidad.

Primera infancia (0, 1, 2, y 3 años)

El estado y el desarrollo de la flexibilidad en niños tan pequeños presenta rasgos muy contradictorios (Meinel, 1978). A la gran capacidad de flexión de las grandes articulaciones del cuerpo se opone una muy reducida amplitud de extensión en la mayoría de los núcleos de movimiento.

Los tejidos implicados si bien son laxos y ofrecen escasa resistencia a la deformación son, al mismo tiempo, extremadamente frágiles. Así, las intervenciones del adulto deben ser sumamente cuidadosas. No se deben imponer forzadamente posiciones ni tampoco empujar o traccionar los segmentos implicados a los efectos de lograr mayor amplitud de movimiento. Lejos de ello, se puede estimular tanto la flexibilidad articular como la muscular a través de las siguientes posibilidades: Por un lado, promover la adopción de posiciones con ángulos abiertos (para juegos, ver televisión, leer o escuchar) y, por el otro, estimular la realización de movimientos amplios y “lo más próximos posibles al arco articular máximo” (Dantas, 1991)

Bajo todo punto de vista se deben extremar las precauciones. Sobre todo a nivel de la columna vertebral. Ni presión, ni tracción ni torsión pueden ser forzadas sobre la columna. Muy por el contrario, la naturalidad y la espontaneidad deben prevalecer y, en este sentido, el adulto debe saber aprovechar la creatividad propia de los niños.

Particularmente se sugiere promover natural y lúdicamente la adopción de posiciones como las siguientes:

Sentado con piernas separadas y flexión del tronco.

Sentado con piernas cruzadas

Sentado sobre rodillas

La movilidad articular pura se convierte en la forma de trabajo por excelencia. A nivel de la cintura escapular se pueden inducir actividades muy variadas que van desde la toma de objetos alejados a los distintos tipos de lanzamientos, como así también juegos y cantos en donde los gestos y mímicas realizadas por los brazos demanden amplios recorridos de amplitud angular. Ya en la región coxofemoral actividades tales como la bicicleta acostada; pataditas, etc., y otros juegos pueden promover un buen grado de flexibilidad.

Edad preescolar (4 y 5 años)

Ya en esta edad, si bien la capacidad de flexión de las grandes articulaciones sigue siendo buena, la deficiente capacidad de extensión de la cadera, rodillas y hombros se va superando progresivamente hasta el final de esta etapa. También mejora la movilidad del tronco (Meinel, 1978)

Si bien la flexibilidad general de todo el sistema articular es notable y suficiente, las estructuras implicadas son todavía muy frágiles y las precauciones tomadas en el período anterior se extienden a éste. A pesar de que la gran movilidad podría hacer prescindir de ejercicios específicos para mejorarla, para algunos deportes de alta exigencia de amplitud articular se debe, ya desde estas tempranas edades, implementar un abordaje metodológico acorde. De hecho, tales medidas deben ser adoptadas sin descuidar el marco polivalente general en el que se debe desarrollar la formación del niño. Inclusive, “un entrenamiento abusivo de la movilidad podría perjudicar el aparato del sostenimiento y apoyo, que ya de por sí es inestable” (Weinek, 1988)

Resulta interesante observar como para los niños de esta edad un ejercicio de flexibilidad es considerado como cualquier otra destreza y, en este sentido, el niño pone todo su empeño en lograrlo. Por ejemplo, tocar con la cabeza el piso estando con piernas separadas y sentado, representa un objetivo tan apreciado como lograr ejecutar un rol adelante o un salto. Y esto debe ser aprovechado por el profesor. Para el niño debe representar lo mismo aprender un rolido que un sapito. Además de ello, múltiples juegos y juegos ejercicios, cuentos ejercicios pueden ser implementados. Así también las formas básicas primarias y secundarias como la destreza en si mismas se convierten en los principales y útiles recursos promotores de la flexibilidad.

Las formas básicas primarias (Caminar, correr, saltar, y salticar) y las secundarias (lanzar, recibir, trepar, rodar, roles, etc.) ofrecen excelentes oportunidades para fomentar la flexibilidad. Al respecto, el profesor debe inducir su realización con máxima amplitud de recorrido articular como por ejemplo:

Salticar elevando rodillas

Saltar y tocarse la punta de los pies.

Correr con zancadas largas.

Caminar y tocarse la punta de los pies con las manos cada vez más alto.
Lanzar una pelota habiendo realizado previamente varias circunducciones, etc.

Los cuentos ejercicios son relatos en que los niños van ejecutando motrizmente lo que al protagonista principal de dicho cuenta le está pasando. El profesor puede hacer maravillas con ello en cuanto al desarrollo de la flexibilidad se refiere.

El ejercicio construido no da resultado en si, puesto que no es significativo para el niño de esta edad a menos que, inducido por el profesor, adquiera la categoría de destreza y se proponga conseguirla. Sin embargo, una posibilidad realmente efectiva para esta edad es el juego ejercicio, es decir, ejercicios construidos encarados en forma lúdica. También las destrezas, en particular los rolidos constituyen una excelente oportunidad para fomentar la flexibilidad de la columna vertebral y, si se logran ciertas variantes, de la articulación coxofemoral también.

Formas jugadas y cantos con mímicas de brazos, piernas y tronco existen a montones y no debe escatimarse su utilización para el fomento de esta capacidad.

Edad escolar primaria (6, 7, 8, 9, y 10 años)

Según Meinel (1978) se siguen comprobando tendencias contradictorias. La movilidad de las grandes articulaciones sigue siendo buena. No obstante en lo que respecta a la abducción coxofemoral y la extensión escapulo humeral se verifica una reducción. Por el contrario, la flexión coxofemoral escapulo humeral, como así también la flexión en la columna vertebral experimentan un aumento. Hacia los 8, 9 años la columna está en su punto óptimo de movilidad (Fomin y Filin, 1975, citados por Hahn, 1988). A esta edad ya cabe implementar un entrenamiento deportivo pero siempre dentro de un marco en el cual la especialización se subordine al desarrollo general, a fin de evitar una mejora unilateral y el riesgo de sobrecargar algunas articulaciones (Weinek 1988). Precisamente, más que prevenir lesiones, el propósito de este marco polivalente y general de desarrollo de la flexibilidad es compensar los desequilibrios y disbalances musculares. Así, según Weinek (1994):

“La importancia de un entrenamiento de la movilidad durante la infancia no es tan grande como lo es en os adultos para mejorar la capacidad de rendimiento motor y la prevención de lesiones. Debido a su gran elasticidad y a su capacidad de estiramiento, los niños pueden realizar prácticamente sin ningún tipo de preparación saltos, carreras, etc., sin que exista un gran peligro de lesiones. Sirve especialmente para efectuar una prevención de desequilibrios musculares a largo plazo. Esta prevención de desequilibrios musculares debe ser de primera importancia”.

A partir de lo citado se pueden cristalizar dos contextos de aplicación totalmente distintos en cuanto a la flexibilidad en niños en edad escolar se refiere. Por un lado, se deben considerar las escuelas de iniciación deportiva que se llevan a cabo en clubes y gimnasios y en los cuales los niños pueden, eventualmente, especializarse en un solo deporte desde edades tempranísimas; y, por otro lado, está la escuela primaria, en donde el niño tiene a lo sumo (en nuestro medio) una o dos clases semanales de Educación Física de no más de 40 o 50 minutos de duración.

Con respecto a las escuelas de iniciación y especialización deportiva, se deben tener un cuenta una serie de factores de gran importancia, a saber:

El niño asiste varias veces a la semana.

No hay un programa obligatorio al cual el profesor necesariamente se deba someter.
Los niños encaran con otra actitud las actividades y ejercitaciones propuestas.

Las principales sugerencias metodológicas se pueden formular de la siguiente manera:

El componente general debe, a pesar de dedicación a un deporte en particular, predominar sobre el específico.

Se deben trabajar los dos hemicuerpos exactamente por igual, con el mismo número de repeticiones y totalidad de carga.

Para el caso de deportes gimnásticos, se deben implementar como mínimo tres sesiones semanales especialmente dirigidas al desarrollo de la flexibilidad.

Durante la entrada en calor se deben actualizar los niveles de amplitud articular alcanzados en el transcurso de las sesiones especiales.

Se debe prestar permanente atención a la correcta alineación postural en cada ejecución.

Se debe evitar el trabajo en parejas, a menos que el propio profesor sea el asistente.

Maximizando las precauciones, no existe ningún inconveniente en la aplicación de las técnicas de FNP. Pero debe ser el profesor quien realice los procedimientos, puesto que la madurez intelectual del niño no permite su correcta interpretación y se pueden verificar grandes errores en su implementación.

Los ejercicios construidos pueden, en este contexto, aplicarse sin ningún inconveniente, puesto que la mentalidad de un niño que asiste a una escuela de formación deportiva, sobre todo si se trata de gimnasia artística, así lo permite.

Por otro lado, los motivos cambian considerablemente cuando del contexto de las escuelas de iniciación y formación deportiva se pasa al de la escuela primaria formal. Aquí se deben tener en cuenta, entre otros casos:

Que a los sumo se dispone de dos o tres clases semanales de 40 o 50 minutos de duración.

Que los niños poseen historias psicomotrices distintas. Hay algunos que no hacen otra actividad física que los juegos del recreo y la clase de educación física.

Que los niños no ven la hora de correr, saltar y jugar y que, en este sentido, las posiciones estáticas pueden poco o nada ser mantenidas.

Que hasta los 8 años de edad, aproximadamente, el ejercicio construido es un recurso muy poco significativo para los niños.

Que el niño pasa largas horas quieto en mala posición.

Se desprenden de estas apreciaciones las siguientes consignas didácticas:

1) Entre los 6 y 8 años, en la escuela, se sugiere recurrir a las formas básicas primarias y secundarias, a las formas jugadas y a los juegos ejercicios para desarrollar la flexibilidad durante las entradas en calor o parte introductoria preparatoria de la sesión de educación física.

2) Trabajar, durante la parte principal gran cantidad y variedad de destrezas sobre colchonetas y cajón de saltos, pues constituyen un excelente recurso para fomentar el logro de amplitudes angulares máximas.

3) Entre los 9 y 10 años los recursos principales pasan a ser los ejercicios construidos y las destrezas. El niño puede ya, a esta edad, mantener una posición en forma estática o respetar consignas técnicas en pos de un objetivo específico.

4) Las formas básicas primarias y secundarias, las formas jugadas y los juegos – ejercicios no se desestiman ni dejan de implementarse, pero los ejercicio construidos, por ser más efectivos, toman un papel protagónico predominante.

5) No trabajar en ninguna de las edades comprendidas en esta etapa ejercicios en parejas. Los niños juegan, se tiran unos sobre otros, y el riesgo de lesión puede ser grande.

6) Trabajar específicamente sobre aquellos grupos musculares acortados debido a la inmovilidad que el aprendizaje teórico le impone al niño. Compensar retracciones musculares y desbalances. Flexibilizar músculos pectorales y lumbares e isquiotibiales como parte de un abordaje preventivo y compensatorio global e integral de las alteraciones más frecuentes del equilibrio tónico postural.

7) Fomentar la creatividad de nuevas posibilidades de movimiento.

8) Las técnicas FNP son innecesarias y de aplicación harto compleja dentro de este contexto.

9) Estimular, sobre todo a partir de los 8 años de edad, la concentración en la actividad y la conciencia corporal.

10) Continuar el aprendizaje de destrezas en colchonetas y cajones pues ellos fomentan grandemente al desarrollo de la flexibilidad. Salto en rango, medialuna, rol adelante y atrás o piernas separadas, vertical de manos, etc.

Recursos principales para el desarrollo de la flexibilidad en la escuela

F.B.P.:

Formas básicas primarias

F.B.S.:

Formas básicas secundarias

E.C.:

Ejercicios construidos

F.J.:

Formas jugadas

J.E.:

Juego ejercicio

C.E.:

Cuento ejercicio

D.:

Destrezas

 

Edades

0

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

11

12

13

14

15

Recursos

F.B.P.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

F.B.S.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

E.C.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

F.J.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

J.E.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

C.E.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

D.