Palabras claves: ENTRENAMIENTO DEPORTIVO/DEPORTE DE ALTO RENDIMIENTO/JOVENES

Título: Materialidad y especialización precoz.

Autor(es): Martin, Dietrich

Traductor: Mercedes Ibarra Ibáñez (SETIDEP)

Fuente: Scuolla dello Sports, Roma, 1991, No. 23, p. 22-26

Texto completo:

Los problemas de la carga en el entrenamiento de los más jóvenes y en el entrenamiento juvenil, haciendo  especial referencia a la relación entre multilateralidad y especialización precoz.

El entrenamiento juvenil y sus características dependen también del sistema social en que se realizan. Así, en el pasado, en los países ex-socialistas, éste se caracterizaba por la subordinación de la formación pedagógica a las exigencias de la práctica deportiva.

 

 

En un sistema social como el nuestro, formación deportiva y formación pedagógica se desarrollan paralelamente y pueden entrar en conflicto por cuanto existen límites objetivos de tiempo.

Ello comporta la necesidad de volver a discutir acerca de la preparación del actual entrenamiento juvenil a alto nivel.

Partiendo de la definición conceptual de algunos de sus aspectos y de la exigencia en ascenso tanto respecto a la eficiencia como a la calidad, y con el fin de suscitar una discusión sobre estos problemas, se exponen los principios que debieran regir este mejoramiento cualitativo al igual que se presentan algunas propuestas prácticas.

1.         Definición del problema

Si el concepto de carga es considerado en su sentido nato  y, como demostraremos, es el caso de hacerlo en cuanto al entrenamiento de muchachos y adolescentes, el mismo está determinado no sólo desde el punto de vista de la teoría dl entrenamiento, sino también de la inminencia al sistema.

En efecto, por principio, el sistema del entrenamiento juvenil es realizable sólo en el marco de las actuales condiciones socio culturales logradas gracias a nuestro ordenamiento social y a las organizaciones deportivas que se basan en dicho sistema.

Así, modelos y planes de entrenamiento juvenil, en cuanto a la posibilidad de ser estudiados con la máxima lógica, son juzgados no sobre la base del valor científico y organizativo que se les atribuye, sino por su real posibilidad de aplicación en las condiciones que hemos citado.

Independientemente de este problema fundamental, nos parece necesario, ante todo, hacer algunas aclaraciones sobre el concepto de carga.

En general, con la expresión carga de entrenamiento se entiende la cantidad de trabajo de entrenamiento efectuado. Por lo que “carga” es el parámetro que describe las demandas planteadas en el entrenamiento y las actividades que éste comprende.

Las cargas deben causar aquellas transformaciones funcionales, bioquímicas, morfológicas y psíquicas, que en forma de adaptación llevan al desarrollo de la capacidad de rendimiento deportivo.

Con la expresión solicitación o demanda indicamos, en cambio, en qué modo las cargas, y por ende los estímulos representados por éstas, son asimilados individualmente.

Ahora bien, teniéndose en cuenta que paralelamente al entrenamiento juvenil hallamos otra carrera, concurrente con éste, es decir la pedagógica-profesional, nos hallamos ante la existencia de dos sistemas de demandas de carga, que se desarrollan paralelamente que continua y sistemáticamente deben ser aumentadas.

Pero en el mismo sujeto estas dos formas de carga son experimentadas como demandas individuales globales.

Duración y frecuencias de entrenamiento muy elevadas pueden producir una carencia continua de tiempo por lo que muchachos y adolescentes no logran llevar paralelamente, su carrera deportiva y su preparación pedagógica.

La repetición de presiones externas hacia el éxito, sobre todo en competencia, pero también en situaciones de entrenamiento experimentadas como constrictivas, pueden hacer que muchachos y adolescentes experimenten como excesivo su “esfuerzo” para practicar deporte al robarles aquel espacio que tanto necesitan para el libre desarrollo de su personalidad.

Si se quiere reducir al mínimo el inevitable conflicto de objetivos entre las exigencias de las dos carreras, el mejoramiento del fondo de tiempo a disposición representa una premisa, fundamental, para la programación de toda la carga de entrenamiento.

En este artículo nos proponemos ilustrar, precisamente, esta problemática y sus implicaciones.

2. Aspectos programáticos del entrenamiento juvenil

Durante el entrenamiento juvenil, frecuencia y duración de los entrenamientos aumentan notablemente, según un principio de la teoría del entrenamiento, el de la “carga creciente”.

Los programas para el entrenamiento juvenil, específicos para cada deporte, elaborados en nuestro país (la República Federal Alemana NdT) habitualmente se recomiendan frecuencias y duraciones que están muy por debajo de los valores orientativos que estaban presentes en los planes de entrenamiento de los países ex socialistas y de la ex RDA.

En estos, a veces, para el período del entrenamiento de construcción se requerían de 18 a 20 horas semanales. Aún con el mejor sistema de apoyo y asistencia para niños y adolescentes de talento, tanto en la República Federal Alemana (y también en Italia, NdT), se trata de volúmenes ampliamente irrealizables.

Frecuencias y duraciones como las que se recomendaban en los distintos estados ex-socialistas, se pueden realizar sólo si los jóvenes atletas frecuentan escuelas especiales (como las escuelas deportivas para niños y adolescentes de la ex RDA) en las cuales la formación pedagógica está subordinada a la deportiva.

No obstante, es necesario postular que actualmente aún no existen reglas satisfactorias, y científicamente válidas, sobre cómo se debe actuar en el aumento de la carga durante el entrenamiento juvenil. En cambio, parece dominar una sola convicción fundamental, aquella por la cual todos los componentes de la carga, volumen, intensidad, duración y espesor (frecuencia), deben ser aumentados continuamente.       Pero acerca de la dinámica de este incremento, de las relaciones que interceden entre los índices de crecimiento de cada uno de los componentes de la carga, persiste una gran carencia de información (Rost, 1989).

Las recomendaciones al respecto, y también los programas-cuadro, referidos a los distintos deportes, generalmente se limitan a sugerir un aumento de la carga basado en el volumen, es decir, en una ampliación del tiempo dedicado al entrenamiento.

Ahora bien, en las condiciones sociales de nuestro país, me parece importante elaborar y desarrollar un sistema de entrenamiento juvenil que se caracterice por incrementos de volumen y de tiempo, realizables o realísticos obtenidos, sobre todo, mejorando y aumentando la calidad y la eficacia del entrenamiento.

Pero ahora quisiera dejar para más adelante esta problemática al abordar el concepto de “multilateralidad o especialización precoz”.            Luego, en conclusión, trataré de proponer, partiendo de la discusión sobre las dos problemáticas, algunos elementos para un ulterior desarrollo y mejoramiento del entrenamiento juvenil.

A fines de los años ‘70 y a inicios de los años ‘80, el entrenamiento infantil y de los adolescentes era un tema central en las publicaciones científicas, en las convenciones y seminarios de entrenadores, en la RFA (y en Italia, NdT). La discusión versaba, sobre todo, en la preparación a largo plazo del entrenamiento infantil y de los adolescentes – en especial el problema de la “multilateralidad o especialización precoz”. El resultado práctico de estas discusiones se puede resumir en una orientación general para combinar, en la construcción del entrenamiento, contenidos de la formación multilateral con contenidos de la formación especial.     Pero debe tenerse en cuenta que, generalmente, la iniciación de un niño al deporte y al entrenamiento ocurre a través de una determinada disciplina deportiva y a través del aprendizaje de las habilidades motoras fundamentales de la propia disciplina. Incluso las primeras competencias se disputan sobre la base de las experiencias y del nivel de la capacidad técnico-táctica adquirida.

Si este fenómeno, que encontramos en la práctica, es visto bajo la óptica de los más recientes enfoques innovadores de la teoría del entrenamiento (Boiko, 1988; Verchošanskji, 1988), se debe partir de la consideración de que las posibilidades de adaptación del organismo, las llamadas “reservas de adaptación”, son limitadas y, por ende, el espectro de las componentes del nivel de performance por entrenar también debe estar limitado a las prestaciones que tienen importancia en el deporte en cuestión, y en su actividad competitiva.            La consecuencia lógica que se desprende de ello es la de una relativa especialización precoz en el entrenamiento juvenil.

El hecho de que muchos campeones, en diversos deportes, probablemente deben sus resultados a una especialización precoz coherente, pudiera confirmar estos nuevos enfoques teóricos.     A todo esto se contrapone la formación general multilateral de base, considerada como un principio-guía del entrenamiento de base, sobre todo del entrenamiento en edad infantil (Frey, 1982; Joch, Schmidt, 1982; Martin, 1988; Becker, Oltmanns, 1984, etc.)

Existen muchos ejemplos de sujetos que han desarrollado una preparación multilateral convirtiéndose luego en atletas de gran nivel, así poniendo de relieve este principio.        La orientación hacia la multilateralidad es sostenida por consideraciones de metodología del entrenamiento, de teoría del desarrollo y pedagógicas.        Desde el punto de vista metodológico se parte de la experiencia de la existencia de una estrecha relación entre nivel de desarrollo multilateral de los parámetros que influyen en el estado funcional del atleta y el nivel de las prestaciones futuras y de su estabilidad.

Desde el punto de vista de la teoría del desarrollo, a una formación deportiva multilateral se le atribuye una acción de sostén a todos los procesos de desarrollo y maduración, mayor que la desarrollada por una especializada. Además, cargas multilaterales evitan un desgaste unilateral demasiado precoz.

Desde el punto de vista pedagógico, los niños no son especialistas. La edad infantil tiene una función de preparación no específica a la vida futura; por lo que se debiera prever también un entrenamiento de formas diversificadas de movimiento y de juego (Kurz, 1988, 90).

Sobre todo las capacidades coordinativas deberían someterse a un desarrollo multilateral. En menos cuantía las orgánico-musculares (o condicionales) (Mallow, 1986, 464). Se trata de una ulterior exigencia planteada por este principio.

Ahora bien, no se trata de demostrar científicamente si es justo o más eficaz un programa de entrenamiento juvenil basado en la multilateralidad, o uno basado en la especialización.

En cambio, es necesario tener en cuenta que en los últimos quince años el nivel técnico y el repertorio de los movimientos en los deportes denominados técnico-compositores (gimnasia artística, gimnasia rítmica, patinaje artístico sobre hielo, etc.), en los deportes de combate (esgrima, judo, lucha, etc.), en los juegos por equipo (tenis, tenis de mesa, voleibol, badminton, baloncesto, fútbol, etc.), o en disciplinas como el esquí con saltos, se ha elevado de tal modo que los representantes de estos deportes, en la práctica, requiere y aplican una concentración muy precoz del entrenamiento:

1.         sobre el desarrollo de los elementos específicos básicos;

2.         sobre los presupuestos técnico-tácticos,

3.         sobre un incremento precoz del grado de dificultad de las estructuras     motoras decisivas para la competencia.

En este sentido, ya en el entrenamiento básico se requiere la creación de una “super disponibilidad” de coordinaciones específicas a través del aprendizaje continuo de nuevos elementos motores ligados al deporte practicado.

Y esto es así porque luego, cuando los programas motores alcanzan una gran estabilidad, difícilmente se pueden lograr mejorar la coordinación. Así, Starosta (1988) aconseja, sobre todo en el entrenamiento de base, la construcción de esta super-disponibilidad de formas motoras específicas, dirigidas a un deporte, que representarían un importante presupuesto para el desarrollo de los programas futuros.

El estado actual de la discusión sobre el problema “especialización precoz” y/o “multilateralidad”, puede resumirse así:

–                       la multilateralidad responde a un principio del entrenamiento por el cual, además de contenidos específicos, se ven favorecidos aquellos que comprenden varios deportes, que desarrollan la coordinación en general. Se supone que el vínculo entre contenidos especiales y generales cree presupuestos más amplios, globales, que los presentes con un entrenamiento programado demasiado precozmente hacia una especialidad.

Y que, además, permita sostener mejor los procesos de desarrollo de muchachos y adolescentes. En cambio, la especialización significa limitación de las condiciones del desarrollo por lo que desde el punto de vista de la teoría del desarrollo, la multilateralidad del entrenamiento es un principio fundamental (Tschiene, 1989, 15).

–                       Especialización significa concentrar precozmente el entrenamiento en algunos presupuestos y elementos de la sucesiva actividad de competencia. Ya sea por razones pedagógicas como de teoría del entrenamiento, se pone en guardia contra el riesgo de que la especialización pueda ser tan limitada que luego pueda carecerse de la amplia base tan necesaria para ulteriores mejoras.

Si se completase con indicaciones de contenido y de finalidad el principio expuesto por Müller (1988, 105) de la especialización en el momento justo y creciente , de manera tal que no quedase como fórmula vacía, se abriría una vía de acceso cuando se reconociera que los efectos del entrenamiento están condicionados por la ontogénesis y por el propio entrenamiento.

Este postulado, “especialización en el momento justo y creciente”, significa no sólo la adquisición de una específica competencia de acción en un deporte, sino también el aprovechamiento de las posibilidades ontogenéticas de adaptación de niños y adolescentes particularmente favorables en determinados momentos – o, según otro modelo- el aprovechamiento de las fases sensibles.

Se trata de una componente que generalmente no se tiene en cuenta cuando se decide la especialización como contenido .

En cambio, nosotros apoyamos la idea de que la especialización es ampliada con esta componente.

Bauersfeld y Schröter suministran un esquema global y generalizado de cómo se puede realizar el principio de una especialización en el momento justo y creciente, y cuáles son las proporciones de sus contenidos (Bauersfeld, Schröter, 1979, 38) (figura 1).

Pero si al establecer los contenidos de la especialización añadimos la componente ontogenética, con la intención de aprovechar las posibilidades de adaptación particularmente favorables existentes en ciertos períodos, un esquema generalizado de cómo se aplicaría el principio de la especialización en el momento justo y creciente, a nuestro juicio, se vería modificado como se observa en la figura 2.

Esta modificación prevé, en relación con la estructura cronológica del entrenamiento juvenil y su subdivisión horizontal en formación “especial” y “multilateral general”, dos bloques verticales, que caen el primero en la segunda edad escolar y el segundo en la primera fase de la pubertad.

La característica principal de ambos bloques sigue siendo la subdivisión en formación especial y general que, sin embargo, debe producir, según la finalidad que guía cada bloque de entrenamiento, una demanda de esfuerzo específica.

En el primer bloque hallamos una elevada demanda de esfuerzo de los sistemas de recepción y elaboración de las informaciones, producida por requerimientos adecuados de aprendizaje y de coordinación.

En el segundo bloque se trata de un marcado crecimiento de la demanda de esfuerzo de los procesos energéticos del organismo.

En este punto el arco se cierra y volvemos a las reflexiones hechas precedentemente donde hemos afirmado que dado que el presupuesto relativamente limitado de tiempo disponible en la edad infantil y juvenil, el principio de “la carga creciente de entrenamiento” no puede garantizarse por un continuo aumento del tiempo y de la frecuencia del entrenamiento – es decir, del volumen global de entrenamiento- pero que para aumentar las necesarias demandas de carga se deben buscar presupuestos que permitan mejorar la calidad y la eficiencia del entrenamiento.

Los incrementos de la carga no pueden asociarse simplemente a un aumento del volumen del trabajo de entrenamiento, sino también a una mejoría de su calidad, en igualdad de condiciones de gasto de trabajo físico.

3. El principio de “la mejoría de la calidad en la ejecución del entrenamiento”

Como orientación general de cómo actuar en entrenamiento, deseamos introducir el principio de la mejoría de la calidad de ejecución del entrenamiento, que explicaremos poniendo el ejemplo del entrenamiento de base, que generalmente coincide con el período de la primera y de la segunda edad escolar.

En la figura 2 se muestra un modelo en el cual se indica la subdivisión proporcional de los contenidos del entrenamiento en formación general y especial.

En ambos grupos las formas de entrenamiento, para un bloque de tiempo con una duración adecuada- desde el punto de vista específico de los distintos deportes- se orientan hacia contenidos que respondan al objetivo: ” elevada demanda de esfuerzo de los sistemas de recepción y elaboración de las informaciones, producida por demandas adecuadas de aprendizaje y de coordinación”.

Mejorar la calidad del entrenamiento para alcanzar estos objetivos, a nuestro juicio, es posible sólo si, tanto desde el punto de vista conceptual del programa de entrenamiento, como en su realización práctica, la estructura de la carga – demanda de esfuerzo en este bloque, se libera de las componentes habituales de las demandas de carga y de su posibilidad de aumentar (volumen, intensidad, duración, frecuencia) para prever, en su lugar, sobre todo incrementos cualitativos de las demandas de esfuerzo.

Si se tiene en cuenta el “principio del mejoramiento de la calidad”, respecto al objetivo que guía el bloque, tres son los puntos que permiten realizar el aumento de las demandas de esfuerzo, sin que se deba aumentar notablemente el tiempo necesario para el entrenamiento:

1. el continuo aumento del grado de dificultad de las condiciones y de los aprendizajes solicitados;

2. una mayor condensación de éstos;

3. el mejoramiento continuo de la coordinación inter e intramuscular para aumentar la velocidad de expresión de la fuerza por parte de la musculatura en presencia de escasas oposiciones externas.

Ahora se sabe que estos temas, a menudo recurrentes, son más fáciles de enunciar que de realizar, como confirman las observaciones de la práctica del entrenamiento.

En ésta, se aumentan les dificultades, pero más en el sentido de una prolongación de los elementos del deporte practicado que en el de una condensación y un aumento de las coordinaciones y de los aprendizajes requeridos.

Por razones de espacio, no incluiremos en este trabajo las primeras dos exigencias. De la tercera nos ocuparemos brevemente.

Una serie de investigaciones ha mostrado que un entrenamiento adecuado – ya desde la primera edad escolar- lleva a las ejecuciones de fuerza rápida de los saltos y de los lanzamientos a mejoramientos casi imprevistos.

Por ello, los muchachos entrenados alcanzan un nivel de fuerza rápida mucho más elevado que el de los no entrenados (cfr. figuras 3,4)

Con determinadas demandas de fuerza veloz- adecuadas a la edad infantil- se obtiene un notable mejoramiento de la velocidad de producción de la fuerza.

Ellos se debe, sin dudas, a un mejoramiento de la coordinación inter e intramuscular. Pero es mucho más probable la hipótesis de que así tienen lugar procesos más eficaces de activación a nivel de la motricidad espinal y un mayor reclutamiento respecto al movimiento.

El desarrollo precoz, o en el momento oportuno, pero siempre sistemático, del patrón de impulsos a nivel espinal – sobre todo para la producción de la fuerza por parte de las cadenas musculares de las extremidades inferiores- a nuestro juicio, forma parte del mejoramiento de la calidad del entrenamiento, junto al mejoramiento del rendimiento coordinativo de los centros más elevados.

Para aplicar los tres puntos expuestos anteriormente respecto a la realización práctica del entrenamiento- que continuaremos tomándolo como referencia, por ejemplo, en el entrenamiento de base en el período de la primera y segunda edad escolar – se debe actuar sobre la base de una preparación bien equilibrada, y sistematizada de cada una de las unidades de entrenamiento.

Por ello, la forma que asume el contenido de cada unidad de entrenamiento tiene mayor importancia que la división en ciclos por cuanto el mejoramiento de la calidad y de la eficacia del entrenamiento se garantizaría, sobre todo, con una correcta preparación de las unidades.

Resumiendo, después de estas reflexiones se puede afirmar que, al exponer la problemática de este modelo conceptual , partimos del hecho de que los jóvenes atletas- por su situación social individual- disponen de un limitado presupuesto de tiempo.

Aun en estas condiciones de tiempo limitado, para garantizar un entrenamiento que responda a las necesidades de una práctica de alto nivel, hemos expuesto la necesidad de aumentar su calidad y eficiencia.

Por tanto, hemos citado características y presupuestos que probablemente permiten lograr esta exigencia.

Las reflexiones que les hemos brindado tienen como objetivo reavivar la discusión acerca del entrenamiento infantil y de los adolescentes, la cual se impone por los cambios sociales de estos años.

Revisado y actualizado por: Lic. Mariela C. Z. (13/01/03)