Palabras clave: EDUCACIÓN FISICA Y ENTRENAMIENTO/ANCIANA/FUERZA MUSCULAR

Título: Análisis comparativo de la fuerza muscular entre ancianas practicantes de entrenamiento con pesas y gimnasia localizada e institucionalizada.

Título Original: Comparative Analysis of the Muscular Force between Elderly Women Practitioners of Weight Training, Institutionalized and Located Gymnastics.

Autor: Correia Rocha, Alenxandre1,2; Capelazo Fernandes, Marcelo2; Dubas, João Paulo1; Guedes Júnior, Dilmar Pinto1,3,4.

1 Universidade Federal de São Paulo – UNIFESP – Centro de Estudos de Fisiologia do Exercício – CEFE  – São Paulo – Brazil

2 Laboratório de Avaliação Morfofuncional – LAMORF – Santos – Brazil

3Faculdade de Educação Física de Santos – FEFIS – Santos – Brazil

4Universidade Santa Cecília – Faculdade de Educação Física e Esporte – FEFESP – Santos – Brazil

Email:alexandre_personal@hotmail.com,marcelocapelazo@bol.com.br,joao.dubas@gmail.com,ciadofisicodilma@uol.com.br.

Traductor: Marialina Pérez Alvarez (CPID-Holguín)

Fuente: Fitness Performance Journal, Rio de Janeiro; ene-feb 2009; 8 (1): 16-20, 37 ref.; Colégio Brasileiro de Actividade Física, Saúde e Esporte (COBRASE).

Resumen

Introducción: Una de las capacidades con práctica regular de ejercicio es la fuerza muscular, importante componente de los programas de entrenamiento, especialmente para las ancianas que durante el proceso de envejecimiento sufren una reducción de la fuerza y por consiguiente de la capacidad funcional. El objetivo del estudio es comparar los niveles de fuerza muscular en las prácticas de entrenamiento de resistencia, gimnasia localizada e institucionalizada de las ancianas. Materiales y Métodos: Los participantes fueron 33 ancianas divididos en 3 grupos: Grupo de Musculación (GM) –11 ancianas, edad promedio 74±8 años, Grupo de Gimnasia Localizada (GGL) –11 ancianas, edad promedio 67±7 años. De ambos grupos, todas eran participantes de programas comunitarios de ejercicio físico por 6 meses como mínimo. Y el Grupo Control (GC) –11 voluntarias habitantes de la institución, edad promedio 78±13 sedentarias por al menos 10 años. Todas las voluntarias se someterán a la prueba de habilidades manuales para medir la fuerza muscular. Resultados: Se observaron diferencias estadísticas significativas (p=0.0001) entre el GM y el GC (26,09±4,68kg), y entre el GGL (26,09±6,28kg) y el GC (p=0.0003). En comparación con el grupo físicamente activo no existieron diferencias importantes. Discusión: El ejercicio físico tuvo efectos positivos para la preservación de la fuerza muscular en la población estudiada.

Texto completo:

Introducción

Los índices demográficos  absolutos y relativos de la población anciana van en aumento en casi todos los países1. En el 2020, Brasil ocupará el sexto lugar entre la población anciana del planeta2. El proceso de envejecimiento se caracteriza por la reducción de la capacidad física y funcional3, la pérdida de fuerza4, y está asociado a diversas enfermedades crónicas degenerativas3. Además, el aumento de enfermedades y el uso de medicamentos producen efectos colaterales que afectan la capacidad funcional. Por lo tanto, mantener un estado físico óptimo durante el proceso de envejecimiento es primordial para gozar de una buena salud y capacidad e independencia funcional5. Varios investigadores demuestran que cualquier tipo de actividad física bien orientada fomenta beneficios para la salud. Por ejemplo: reducción de la mortalidad, estabilidad de los niveles de presión arterial, disminución de los casos de diabetes mellitus, osteoporosis, y mejoría de osteoartritis1,6,7,8,9. Además, la práctica regular de ejercicios parece retrasar el efecto perjudicial del proceso de envejecimiento, con respecto a la capacidad y fragilidad funcional10,11.

Es por estos efectos que los ancianos intentan mejorar su calidad de vida y  estado de salud a través de la práctica regular de actividad física.

La pérdida de fuerza muscular es una afección inevitable para los ancianos, en especial, para los sedentarios4. Según cálculos, la fuerza muscular disminuye, como promedio, un 15% a partir de los 50 años y un 30% después de los 706,12.

Sin embargo, el entrenamiento de fuerza en los ancianos puede producir aumentos de la fuerza muscular de un 25% a 100% o más6. Según Nied & Franklin6 y Mazzeo & Tanaka7, la fuerza muscular es un componente determinante de las actividades de la vida diaria y para el mantenimiento de la capacidad funcional, fundamentalmente en los ancianos; además de ser una de las capacidades físicas más importantes para el mantenimiento de la calidad de vida7,13. Es por esto que el entrenamiento de esta capacidad para los adultos de edad avanzada es primordial, sobre todo para aquellos que presentan pérdida de masa muscular y debilidad14. El anciano practicante regular de ejercicios de musculación puede experimentar un incremento significativo de la masa muscular, fuerza, potencia, velocidad de contractibilidad de las fibras tipo I y II, densidad mineral ósea, aumento de la capacidad del desempeño de las actividades cotidianas, la calidad de vida y las concentraciones IGF-114,15,16,17,18,19.

Es importante señalar que, con el aumento de la edad, se produce una gran pérdida de las fibras de tipo I y II, causando una reducción de la fuerza muscular20,21. Esta y la potencia son condiciones de suma importancia para el cumplimiento de las actividades de la vida diaria así como un componente importante en la prevención de caídas22,23,24,25. Según Suetta et al25, algunos tipos de movimiento para la prevención de recaídas se caracterizan por la limitación de la fuerza muscular. Hunter et al18 alegan que el objetivo primario de la prescripción del entrenamiento de fuerza para los ancianos es la inducción del aumento de la fuerza muscular para contrarrestar la sarcopenia. Directamente con la pérdida de masa muscular se produce la reducción de la fuerza25. La pérdida de masa muscular puede provenir de la disminución del tamaño y/o la cantidad de fibras musculares25. La primera condición para la aparición de esta situación es el desuso de la musculatura esquelética, resultando en la hipertrofia muscular25. En poco tiempo, las actividades que promueven el incremento y/o mantenimiento de la fuerza y masa muscular se vuelven esenciales para la salud y la calidad de vida de los ancianos.

Cada día son más las entidades que promueven los programas de ejercicios físicos para la población sin fines lucrativos. Entre estas actividades se destacan las clases de gimnasia localizada y los programas de entrenamiento con pesas. A pesar de estas iniciativas, se necesitan más esfuerzos para ampliar los conceptos de que la actividad física es fundamental para fomentar un buen estado de salud en los ancianos, así como emprender acciones concretas y objetivas para facilitar la práctica regular de ejercicio físico para esta población7.

El objetivo del estudio es comparar los niveles de fuerza muscular en las ancianas participantes de programas comunitarios de entrenamiento con pesas y gimnasia localizada e institucionalizada.

 

Materiales y Métodos

Participaron en el estudio 33 ancianas, todas aptas para la investigación. Para la prontitud de la evaluación de la actividad física, respondieron el cuestionario PAR-Q y se sometieron a un análisis médico. Después de firmar los términos del acuerdo, se dividieron en tres grupos. Grupo de Musculación GM –11 integrantes con edad media de 74± años, participantes de un programa regular de entrenamiento con pesas por al menos 6 meses, dividido en dos sesiones semanales de aproximadamente 50±15 minutos de duración. Las sesiones incluían ejercicios de estiramiento, fuerza muscular y entrenamiento cardiorrespiratorio, siguiendo las recomendaciones del Colegio Norteamericano de Medicina Deportiva26,27. El Grupo de Gimnasia Localizada GGL –11 ancianas con edad media de 67±7 años, participantes regulares del programa comunitario de actividad física llevado a cabo por el Centro de Coexistencia (CECON) de la ciudad de San Vicente –SP– Brasil, tres veces por semana por, al menos, seis meses, conformado por sesiones de estiramiento y gimnasia localizada y calisténica. Y por último, el  Grupo Control GC –11 voluntarias del asilo, con edad media de 78±13 años, sin práctica de ejercicio por al menos 10 años.

Para evaluar la fuerza muscular, todas las voluntarias realizaron la prueba de agarre manual en la sesión de la mañana, antes de iniciar las actividades, siguiendo el protocolo de Soares & Sessa28 y aplicando los datos obtenidos a la mano dominante. La prueba se realizó con handgrip (Jama®, USA), expresando el resultado en kilogramos. La evaluación de la fuerza de agarre manual es de gran importancia, fundamentalmente para el adulto mayor. Niveles óptimos de fuerza de agarre manual previenen caídas y tienen una alta correlación con más de 22 músculos28.

 

Tabla 1– Análisis comparativo (promedio ± desviación estándar) de la fuerza muscular entre ancianas practicantes de entrenamiento con pesas (GM), de gimnasia localizada (GGL) y habitantes del asilo (GC).

 

GM

GGL

GC

edad (años)

74 ± 8

67 ± 7

78 ± 13

número de voluntarias

11

11

11

fuerza muscular (kg)

26.09 ± 6.281

26.09 ± 4.682

15.27 ± 5.351,2

 

1diferencia significativa entre el GM y el GC (p = 0.0003)

2 diferencia significativa entre el GGL y el GC (p = 0.0001)

 

Análisis estadístico

Después de realizar el análisis preliminar de los datos y comprobar su normalidad, se aplicó el test “t” de Student para muestras independientes, con significación estadística establecida en p ≤ 0.05.

 

Resultados

Los datos representados en la Tabla 1 y Figura 1.

 

Discusión

Los resultados obtenidos demuestran que no existe una diferencia estadística entre los grupos que practican ejercicio físico y corroboran las afirmaciones de Kura et al29, que compararon los diferentes protocolos de los ejercicios de musculación, con práctica de gimnasia localizada y acuática en las ancianas, sin encontrar diferencias estadísticas para la fuerza del agarre manual (FPM) de la mano derecha. Además, los valores de FPM registrados son similares a los en el presente estudio para los sujetos entrenados30,31.

Rebellato32 analizó, durante dos años, un grupo de ancianas sometidos a un programa que constaba de ejercicios de estiramiento, entrenamiento de fuerza y cardiorrespiratorio, tres veces por semana, con promedio de 50 minutos. Se llegó a la conclusión de no existió una diferencia estadística en el aumento de FPM, solo en el mantenimiento de la fuerza, aún sin usar ejercicios específicos para el desarrollo de FPM, solo el trabajo con pesas y el apoyo de las manos en el suelo.

Estos resultados confirman la importancia del cumplimiento del entrenamiento de fuerza, independiente de la modalidad, debido a que la muestra presentó respuestas similares para el GM y el GC. Se planteó la hipótesis de que la razón de esta similitud entre las dos modalidades es la cuantificación de las cargas de entrenamiento; por lo tanto, los beneficios promovidos por el entrenamiento anti-resistencia dependen de la manipulación de algunos factores, entre los cuales se destacan la intensidad, la frecuencia y el volumen de entrenamiento31. También es importante resaltar que el factor determinante para los cambios en la masa muscular es la intensidad relativa y no el ejercicio y/o peso utilizados33.

Además, en el transcurso de ambos programas, no se realizaron ejercicios para los flexores de dedo o muñeca, lo que puede haber contribuido a la similitud de los resultados.

Sin embargo, al comparar los grupos GGL y GM con el GC se encontraron diferencias estadísticas. Estos resultados corroboran los estudios de Trancoso & Farinatti19, Mazini et al34 donde se observaron diferencias entre el grupo de entrenamiento y el grupo control. Vale et al35 percibieron diferencias importantes entre el grupo practicante de entrenamiento con pesas durante 16 semanas y el grupo control. Monteiro et al36 y Barbosa et al37 sostienen que el entrenamiento de fuerza minimiza la pérdida de masa muscular o, incluso, la aumenta. Con esto, se produce un incremento de la autonomía funcional y la calidad de vida.

Los resultados del presente estudio demuestran que, para la muestra analizada, el entrenamiento físico, de cualquier modalidad, reduce la pérdida de fuerza muscular causada por el proceso de envejecimiento y el sedentarismo. Es por esto se debe estimular la práctica del ejercicio físico, principalmente para la población de la tercera edad donde la pérdida de fuerza muscular es más evidente y es por esto que se vuelven dependientes, frágiles y con una calidad de vida precaria.

 

Figura 1 – Descripción y comparación de la fuerza muscular entre el GM, GGL  y GC.

 

 

 

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