Palabras claves: FISIOLOGIA/ MUSCULOS/ EJERCICIOS
Título: La fuerza en el sexo femenino
Autor: Vallodoro, Eric
URL: www.entrenamientodeportivo.com
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No es ninguna novedad que las mujeres tienen menos fuerza que los hombres. Según algunos autores, esta diferencia puede llegar hasta el 30% Las razones son varias, y aunque parecen ser que la cuestión hormonal es la más relevante, ya iremos viendo a lo largo del post otras tantas diferencias de igual o mayor calibre. Pero más allá de lo biológico, existe todo un esquema cultural que reprime a la mujer y no le permite ciertas libertades reservadas en forma exclusiva para el hombre.
Siguiendo el análisis que nos brinda la genética, sabemos que hasta la pubertad no hay diferencia en los niveles de fuerza entre los sexos. Una vez alcanzada la pubertad, la producción de testosterona en el hombre aumenta entre 10 y 20 veces sobre la mujer. La llegada de la pubertad también podría llegar a suponer alguna ventaja para las mujeres debido a sus hormonas específicas, aunque todavía no esta claro como las fases menstruales afectan a las respuestas hormonales en el entrenamiento
A pesar de que el nivel de entrenabilidad es el mismo, ya que en este punto la clave es la inervación muscular, las mujeres cuentan con ciertas desventajas al considerar el entrenamiento de la fuerza. El hecho de poseer menos masa muscular por un lado y más tejido adiposo por el otro le restan muchas posibilidades. Si a esto le sumamos sus bajos niveles de testosterona, queda en evidencia la gran diferencia que se observa en prácticas deportivas donde prima, por ejemplo, la fuerza máxima.
Sin embargo, el mayor porcentaje de tejido adiposo que puede parecer una desventaja, no lo es al momento de tener en cuenta ciertas variables. En deportes table como la natación, la grasa subcutánea supone cierta ventaja deportiva gracias a su flotabilidad. Y en el caso del nado en aguas abiertas, la grasa cumple una doble función: flexibilidad y contención de calor.
También es verdad que las mujeres transpiran menos, esto se debe al menor tamaño de sus glándulos sudoríparas. En ambientes calurosos esto trae aparejada una gran desventaja, ya que la transpiración es una forma de mantener la temperatura corporal a través de la evaporación. Pero, en ambientes fríos, la mujer consigue conservar mayorporcentaje de calor.
El mito de que el entrenamiento de fuerza “masculiniza” a la mujer debe ser desterrado. Un trabajo ordenado y planificado a conciencia no aumenta el vello corporal, ni retrasa la menstruación ni produce cambios en la voz. Alteraciones morfolóficas y fisiológicas de este tipo sólo pueden llegar a darse únicamente en el alto rendimiento y muchas veces a consecuencia de la ingesta de sustancias prohibidas, en su mayoría anabólicos sistéticos.
Otra de las ventajas del trabajo de fuerza se relaciona con el fortalecimiento de las articulaciones, las cuales en las mujeres suelen ser más débiles que en los hombres debido a un mayor rango articular. Su fortalecimiento significa una reducción a la posibilidad de lesiones.
La importancia del trabajo de fuerza es, por lo tanto, indisutible. Ya en 1981, Gettman y Pollock se pronunciaron en favor del entrenamiento de la fuerza gracias a sus efectos, tales como: aumento de la capacidad cardio vascular, la eliminación de ácidos grasos y la prevención de osteoporosis.
Finalmente, un mayor porcentaje de fibras ST hace que las mujeres tengan preferencia por las actividades aeróbicas. Esto no es malo ni mucho menos, pero lo ideal sería que dichas actividades fueran acompañadas por trabajos de fuerza orientados al desarrollo de las fibras FT.
Para cerrar este post, quiero dejarles un regalo. Este video un, sintetiza y redefine el concepto de “fuerza” en el sexo femenino. Es así porque no sólo trata de la fuerza física, sino también de la fuerza de voluntad que muchas mujeres han tenido a lo largo de nuestra historia para marca un camino que se trazó remando contra la corriente.
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