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Después de algún tiempo «rodando a prueba» por varias canchas del mundo, el llamado balón inteligente fue presentado oficialmente durante el Campeonato Mundial de clubes, disputado hace poco en Japón.
Bautizada con el nombre de Teamgiest II, la novedosa pelota es la principal esperanza de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) en su lucha por desterrar definitivamente los llamados goles fantasmas, esas jugadas en las que es imposible definir a simple vista si el balón cruzó o no la línea de anotación.
El revolucionario diseño, ideado conjuntamente por la firma alemana de artículos deportivos Adidas y la compañía Cairos Technologies, posee un microchip que activa los sensores ubicados en la portería, los cuales envían una señal en tiempo real al reloj del árbitro indicando que el balón superó la línea de meta.
La llegada del Teamgiest II resulta la más reciente muestra de la interrelación entre nuevas tecnologías y deporte en aspectos que van desde una mejor aplicación de las reglas en diferentes disciplinas hasta el perfeccionamiento de los sistema de entrenamiento.
Máquinas para contar golpes de coincidencia en el boxeo, sistema para validar cada toque en la esgrima y software con aplicaciones biomecánicas para corregir técnicas, son algunos de los avances tecnológicos que se hacen cada vez más habituales en el mundo del alto rendimiento deportivo.A estos adelantos se unen investigaciones que han dotado a los ciclistas de bicicletas hechas de materiales más livianos, a arqueros y tiradores de armas más precisas. Y todo ello ha cambiado la cara del deporte, dándole elementos que apenas una década atrás podían solo concebirse en la imaginación del hombre.
Moda inteligente
La salida al mercado de la primera versión de la zapatilla Adidas 1 Trainer resultó un verdadero hito en la industria del calzado deportivo. Fue este el primer producto de su tipo en incorporar un microprocesador de 20 MHz debajo de la plantilla, capaz de realizar cálculos en tan solo 25 milisegundos de la información enviada por varios micro sensores que detectan aspectos como la inclinación y dureza de la superficie, y determinan los mejores parámetros de acolchonado y amortiguación, para lograr un ajuste óptimo al pie del deportista.
Pero los inventos trascienden las pisadas para adentrarse en el mundo del vestuario deportivo, en el que las compañías han llegado a patentar sistemas enfocados a diseños más cómodos y utilitarios.
Así, los pasados Juegos Olímpicos de Atenas fueron la plataforma para lanzar modelos fruto de años de investigaciones en áreas relacionadas con hidrodinámica y la nanotecnología, como el traje para nadadores Fastskin Fsll de la firma Speedo, que no solo simula la textura de la piel del tiburón, sino también la estructura del temible escuálido.
La adaptación de estos principios al cuerpo humano demostró a partir de cálculos de dinámica de fluidos, que los nadadores mejoraban la fricción de sus movimientos, lo que constituye el 29 por ciento de la resistencia total al agua, y este hallazgo fue el fundamento para la confección de los nuevos trajes que luego popularizaron estrellas como el estadounidense Michael Phelps y el australiano Ian Thorpe.
Fuera del agua, la compañía Nike apostó por el traje aerodinámico Swift Suit, que hizo su debut en las Olimpiadas de Sydney 2000 de la mano de la australiana Cathy Freeman, quien lo inmortalizó al ganar la medalla de oro en la competencia de 400 metros. Esta indumentaria ajustada casi a la totalidad del cuerpo humano, se proyectó con hoyuelos similares a los de las pelotas de golf sobre los brazos y piernas para reducir la turbulencia generada por los corredores en el atletismo, y su versión para ciclistas, nombrada Swift Spin Suit le aseguraba a los pedalistas —según cálculos del fabricante— una ventaja de 39 segundos en pruebas de 55 kilómetros con respecto al uso de prototipos anteriores.
También en el terreno de fútbol se ha vivido una renovación de los tejidos, que ha hecho obsoletos a tradicionales como el algodón y el lino, y a otros más adelantados como el nylon y algunos tipos de poliéster.
De un lado, Nike se enfocó en la creación de una camiseta bajo el concepto de «cero distracción», lo que se traduce en una prenda más cómoda y menos pesada —solo 155 gramos— para que el jugador apenas note su presencia sobre el cuerpo.
A partir de la tecnología patentada como Cool Motion, la nueva camiseta incrementa la ventilación en las áreas donde se genera más calor, y está capacitada para eliminar el sudor a través del material, evaporándolo y aumentando las propiedades de enfriamiento. El tratamiento de su tejido imposibilita además la absorción del agua de lluvia, asegurando que siempre permanezcan ligeras y cómodas en cualquier circunstancia.
Por su parte, Adidas lanzó al ruedo sus tecnologías ClimaCool y FlowMapping, estructuradas con similares objetivos a los de la competencia, y según los especialistas, con diferencias prácticas imperceptibles.
En lo adelante, se espera que las tendencias evolucionistas se mantengan y las nuevas investigaciones nos regalen una indumentaria futurista, pues según Stephen Michielsen, profesor de productos textiles y fibras del Instituto de Tecnología de Georgia, en Atlanta, «las futuras prendas que romperán récord contendrán productos químicos capaces de convertir el sudor en energía, o desencadenarán descargas cronometradas de adrenalina corporal.
Las nanofábricas (que usan tecnología en escala microscópica) sintetizarán productos químicos directamente sobre la tela, y quizás en un futuro tendremos ropa elaborada con fibras ópticas que transmiten la voz y los datos fisiológicos (el ritmo de los latidos cardíacos, por ejemplo) de un atleta a su entrenador».
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