Palabras claves: EDUCACION/ETICA/ECOLOGIA/VALORES

Título: El profesional de la Educación ante las soluciones éticas y bioéticas a los problemas del mundo contemporáneo.

Autor(as): MSc. Odalys González Hernández

                  MSc. Iris González Hernández

                  MSc. Beatriz Bravo Morejon

Fecha de publicación: 1 de junio del 2011 

Resumen:  

El presente artículo aborda la problemática ecológica como uno de los problemas globales del mundo contemporáneo y las posibles soluciones de contenido ético y bioético que puede proporcionarle el profesional de la educación, a partir de los programas y planes de estudio, con una dedicada autopreparación con enfoque interdisciplinario, incluyendo contenidos y valores para la formación de las futuras generaciones.

Texto completo

Introducción

En el mundo actual la humanidad se enfrenta a nuevos y enormes retos para lograr la supervivencia. Los problemas globales son cada vez más inevitables y la irresponsabilidad de muchas naciones es preocupante. La prepotencia imperial insiste en la desideologización, en la pérdida de los valores humanos e impide las soluciones éticas a los problemas. En el plano de las ideas se libra una dura batalla para contrarrestar las influencias de la globalización neoliberal y sus teorías reaccionarias que desvirtúan la esencia de la formación moral del individuo en su cultura e identidad.

El vertiginoso avance científico técnico por un lado y el deterioro de los valores morales por otro, condicionan que cada vez más aumenten las divergencias económico sociales existentes en el presente milenio.

“Sólo un sentido ético y cultural de validez universal nos permitirá entender la profundidad del drama económico y social que tenemos delante, encontrar caminos de soluciones y enfrentar un esfuerzo sistemático por vencer los gigantescos abismos que hoy existen entre la riqueza y la pobreza.”[1]

Cuba no está ajena a los efectos de la globalización neoliberal, además de resistir un cruel bloqueo por más de 50 años, recibe la influencia de sociedades cada vez más competitivas, carentes de presupuestos éticos. De manera que, la sociedad cubana necesita perfeccionar el sistema de influencias educativas para cumplir el encargo social de la educación. “Puesto que a vivir viene el hombre, la educación ha de prepararlo para la vida. En la escuela se ha de aprender el manejo de las fuerzas con que en la vida se ha de luchar.”[2]

Las mejores tradiciones educativas cubanas se sintetizan brillantemente en el pensamiento pedagógico de José Martí que sirve de sustento al actual sistema educacional. Entre sus objetivos prima aquel referido a la educación moral que propone la firmeza de los principios éticos del socialismo, conciencia de los deberes sociales, honradez, sinceridad, desinterés y modestia. Además, permite crear el espíritu de colaboración y responsabilidad en las actividades de la vida social. El propósito es formar al educando en estrecho vínculo con la educación científico técnica, política e ideológica, física, estética, politécnica laboral, en las que el profesor constituye un pilar importante para implementar esta intención.

La escuela cubana y su magisterio asumen el reto que significa lograr la formación integral de las nuevas generaciones acorde a las exigencias de la sociedad, en tanto constituye importante pilar para el sostenimiento del sistema social socialista que se edifica, sustentado en la concepción armónica de la doctrina martiana y la teoría del marxismo leninismo en las actuales condiciones históricas sociales de la nación cubana.

La presente investigación corrobora los criterios de algunos autores en cuanto a la importancia de la ética en todos los órdenes de la vida y el papel que juega en la formación de los futuros profesionales. Se centra la atención, en este trabajo, la introducción de los contenidos bioéticos en el sector educacional, como desde las aulas se puede encaminar las posibles soluciones que la humanidad reclama en la creación de un mundo mejor.

 

Desarrollo

La personalidad del maestro suele constituir centro de atención por los miembros de la sociedad, en tanto es la persona capacitada profesionalmente para contribuir a la formación integral de las actuales y futuras generaciones, quien tiene en sus manos el sagrado deber social de enseñar y educar a los continuadores de la obra revolucionaria en las tradiciones de lucha, en el espíritu independentista de los próceres de la historia nacional, con independencia de la asignatura que imparta.

Las propias características de la personalidad del maestro, son las que determinan su imagen y estas se reflejan en sus educandos. Referirse a la personalidad del maestro enmarca la formación pedagógica que haya alcanzado para el desarrollo profesional de su importante función social.

La actividad del maestro transcurre esencialmente en la institución escolar, además de otras áreas, actividad que está dirigida a la transformación de los estudiantes, teniendo en cuenta las normas establecidas por la sociedad y en este caso el Sistema Nacional de Educación para la formación de las nuevas generaciones.

La profesión de educar, constituye la manifestación del quehacer del maestro en la actividad educacional, en la que intercambia conocimientos desde el punto de vista pedagógico que incluye lo metodológico, didáctico, educativo y organizativo del proceso.

La educación, como parte de la superestructura, se destaca por su doble condición, como institución y como proceso de formación del individuo. En el primer caso, la escuela constituye el núcleo esencial de la educación en vínculo directo con la familia y la comunidad, mientras que como proceso pedagógico, tiene la misión de la formación integral de la personalidad de las nuevas generaciones, idea expresada en varias de las literaturas consultadas en autores como Chacón, N., López, L. R, Fabelo, R., entre otros.

Este profesional de la educación se involucra directamente en la formación y preparación política ideológica a tono con los problemas actuales en consonancia con el nivel educacional. La actividad que desempeña, así como lo que trasmite debe corresponder a las exigencias de su ética profesional.

El hombre como sujeto social concreta la esencia de su personalidad en el contexto de las relaciones histórico social y manifiesta su vida espiritual e ideológica por medio de las diferentes dimensiones de la conciencia social: filosófica, política, científica, jurídica, artística, religiosa y moral, ésta última es el núcleo de la estructura de la ética.

Popularmente los términos ética y moral suelen relacionarse con  ”costumbres”, “uso”, “modo de ser”. En el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), la ética, se define como “Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre. Precisa además, que es el “conjunto de normas morales que rigen la conducta humana.” Por otro lado, la misma fuente aclara que la moral significa “perteneciente o relativo a las acciones o caracteres de las personas, desde el punto de vista de la bondad o malicia.” También afirma que es la “Ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia.”

Sin embargo, solamente en la concepción científica, la ética ocupa el indiscutible lugar de ciencia, en tanto la moral constituye su objeto de estudio. La moral es un fenómeno de la vida espiritual e ideológica de la sociedad y del mundo interno del individuo, que estimula, moviliza y fundamenta su actitud y comportamiento.

Por otro lado, en el discurso cotidiano que sostienen maestros y profesores, desde la interpretación involuntaria que sufre el significado de las palabras, se suele establecer como sinónimos la ética y la moral. Sin embargo, en la historia del pensamiento filosófico, que es la historia del conocimiento humano, existe una notable diferencia. Al respecto, un colectivo de autores dirigido por Chacón, N. (s/a) opina que: “La Ética es el saber filosófico que reflexiona y fundamenta la moral y realiza prescripciones normativas sobre el comportamiento humano. La moral es el conjunto de principios, normas, valores, costumbres y tradiciones sociales, que se expresan en la actitud, los sentimientos, la conducta y las cualidades de las personas en sus vidas cotidianas”.[3]

En correspondencia con las valoraciones anteriores, la convivencia social de una sociedad determinada, cualquiera que sea, no podrá funcionar de forma adecuada sin la orientación de la conducta de sus miembros.

El comportamiento del individuo ha dado lugar a múltiples teorías, tratados, concepciones que abordan lo que se es y lo que se aspira ser en materia de actuación individual y social. Se han establecido parámetros de conducta, códigos que han pretendido cuestionar su proceder, evaluar el desempeño de los individuos.

La ética profesional es la rama de la Ética que estudia la moral de las profesiones y los oficios, también es considerada como la disciplina que revela las particularidades de la moral social en cada una de las profesiones.

La moral profesional surge como reflejo de un proceso socio-histórico objetivo de la división social del trabajo y la diversificación de oficios y profesiones, sustentados por el avance de las fuerzas productivas en los diferentes regímenes sociales, definida como: “…conjunto de ideas, costumbres y normas que cumplen la función de regular las actitudes de los profesionales en el ejercicio de su labor, en el desempeño de su profesión.”[4]

Desde la antigüedad el problema de la formación del hombre ha sido una interrogante, moviéndose en su relación esencial sobre lo ideal y lo material, o sea, sobre lo subjetivo y lo objetivo.

Un ejemplo que evidencia lo anterior es el siguiente pensamiento martiano que expresa la relación del hombre con el mundo y cómo lo creativo, la idea de transformación del medio, es parte de él:

“(…) El deseo de crear le asalta tan luego como se desembaraza de las fieras; y de tal modo, que el hombre sólo ama verdaderamente, o ama preferentemente, lo que crea. El arte, que en épocas posteriores y más complicadas puede ya ser producto de un ardoroso amor a la belleza, en los tiempos primeros no es más que la expresión del deseo humano de crear y de vencer. Siente celos el hombre del hacedor de las criaturas; y gozo en dar semejanza de vida, y forma de ser animado, a la piedra. Una piedra trabajada por sus manos, le parece un Dios vencido a sus pies. Contempla la obra de su arte satisfecho, como si hubiera puesto un pie en las nubes (…)”. [5]

Los valores se manifiestan como expresión de las necesidades de los individuos y grupos humanos que se asientan en comunidades, forman familias, pertenecen a clases o sectores determinados en los que reflejan sus intereses, costumbres, sentimientos y aspiraciones. De esa manera es que cobran sentido y valor real.

La ética reflexiona sobre el sentido de la vida, acerca del significado que adquiere para el ser humano sus relaciones con otros hombres, objetos, hechos, determinando la mejor manera de actuar. Este contenido posibilita la entrada de una nueva dimensión de la ética, la bioética, que trata de solucionar problemas que surgen con el desarrollo científico y de redimensionar aquellos abordados por la ética, que contemple la naturaleza y al contexto contemporáneo.

La bioética contiene un enfoque interdisciplinario que se manifiesta en la necesidad de integración del conocimiento emanado de diferentes ciencias para explicar los fenómenos de vida. Se considera un redimensionamiento ético de las relaciones del hombre consigo mismo, con la sociedad y con la naturaleza. Constituye no sólo un proyecto de reformas éticas dirigidas al interior de determinada profesión, sino también un proyecto cultural de amplias dimensiones.

La educación en el mundo contemporáneo se enfrenta a dos tendencias que son el reflejo de lo que ocurre en él. De un lado, la economicista, tecnocrática, de competencias, mercado del conocimiento, que incluso provoca que se escapen razones éticas y otra tendencia, que la enfrenta, es el humanismo, el  logro de la equidad, de los valores. Esta última debe prevalecer sobre la anterior y es el llamado que desde la posición de educador se hace, teniendo en cuenta los elementos éticos de la profesión.

El indetenible progreso científico-técnico ha posibilitado que el poder del hombre sobre la naturaleza se incremente y cree una difícil situación en la interacción entre el hombre, la sociedad y la naturaleza. Es indiscutible que con la utilización de los recursos naturales a través de medios tecnológicos cada vez más poderosos, la humanidad mejoró sus condiciones de desarrollo, pero el hombre violentó bruscamente esta interacción entre la sociedad, la naturaleza y creó un problema: el ecológico.

Este es uno de los problemas globales que afecta el mundo de hoy, conocido como crisis ecológica que se manifiesta a través de los siguientes factores: Empeoramiento de la calidad del medio ambiente como resultado de la industrialización y urbanización desordenada, agotamiento de los recursos, crecimiento global de la población (sur), efectos negativos de la contaminación con residuales de la actividad productiva del hombre y desaparición de especies animales y vegetales. Leonard, P. A. (2000)

El referido autor precisa que la crisis ecológica se ha convertido en problema global puesto que afecta a un grupo considerable de países, casi a toda la humanidad, por otra parte requiere de esfuerzos mancomunados de todas las naciones y por último, para darle respuesta y solución depende de la existencia del género humano.

Fidel Castro en su intervención en la reunión sobre medio ambiente y desarrollo en Río de Janeiro, Brasil en 1992, afirmó que “la conciencia es el arma con que la humanidad puede salvarse”.

Es aquí donde la labor del profesional de educación se hace más urgente, en lograr acciones conscientes con sus estudiantes. A través de los programas y planes de estudio y directamente en sus clases con una superación y constante autopreparación, puede contribuir a formar una conciencia de productores y no de consumidores, una conciencia económica basada en el ahorro de los recursos con que se dispone.

Desde la posición que se asume ante determinada problemática, se encuentran los primeros matices éticos de su solución, la manera de aceptar la problemática mundial, de interiorizar la prioridad de sus solución desde todos los ámbitos, constituye la concientización a la que se refiere el líder de la Revolución Cubana en los diversos escenarios en los que hace alusión a la problemática mundial.

El problema ecológico tiene sus causas esenciales en el deterioro del medio ambiente, contaminación de la atmósfera, destrucción de la flora y la fauna, disminución y rápido agotamiento de los recursos naturales: el agua, el petróleo, su explotación y uso irracional. El planeta se ha convertido en un vertedero de desperdicios, en ello está la mano del hombre.

Las consecuencias de éstos fenómenos se manifiestan en hechos como contaminación de ríos y mares, destrucción de los bosques, cambios climáticos, decrecimiento de áreas agrícolas por la desertificación, efectos nocivos por la aplicación de fertilizantes que dañan la fauna y hasta la salud del hombre, se agotan los recursos pesqueros, una de las vías de alimentación en el planeta.

En este razonamiento se inclina a afirmar que de todos los problemas globales el de la crisis ecológica es el esencial a la par de la crisis ética mundial, puesto que el entendimiento de entre las naciones, la cordura en la actuación de los países desarrollados sobre los subdesarrollados en cuanto a imposición de tecnologías, prácticas indebidas, violación de regulaciones, amenazas, que atentan contra el equilibrio del planeta, posibilitarían la solución del resto de los problemas como por ejemplo: la crisis alimentaria, pobreza, intercambio desigual, carrera armamentista, entre otros.

Este análisis conduce a ver la actividad humana como la causante de este deterioro, de la destrucción paulatina del medio ambiente. Es entonces que se retorna a la labor del profesor quien desde su quehacer cotidiano puede y debe accionar sobre el mantenimiento y cuidado del medio ambiente, el trabajo de formación de valores desde edades tempranas y se consolidan en edades más avanzadas.

En los propios contenidos de las asignaturas se encuentra espacio para desarrollar una conciencia ética en este sentido, escuchar opiniones, intercambiar ideas de cómo lograr el éxito en esta batalla por la supervivencia del planeta. El profesor permite revolucionar las esferas del saber, inducir al razonamiento lógico ante cualquier fenómeno, promocionar los valores que la humanidad agradecerá y utilizará en su provecho y bienestar. Utiliza sus conocimientos tanto en lo instructivo como en lo educativo para favorecer la preparación de las futuras generaciones, siempre y cuando esté comprometido con estas razones.

Se utiliza en esta investigación indistintamente los términos de maestro o profesor en dependencia del nivel educacional en el que labore. Si se trata de un nivel en el que se prepara al estudiante para la formación de una profesión, se le brindan las herramientas necesarias para su vínculo en la vida laboral, que según la actividad que realice pueda ser protagonista del cuidado del medio ambiente y sobre todo la especie humana con independencia del puesto de trabajo que le corresponda asumir. Alternativas que están desde el ahorro de energía, de recursos, sustitución de importaciones, consumo de combustible, producción de alimentos, utilización de sustancias no contaminantes.

Se debe hacer comprender la importancia y la urgencia de la práctica de valores que permitan integrar a la humanidad, que la conduzca a un objetivo común “salvar el planeta”. Para la comprensión de los complejos fenómenos de la actualidad y el fortalecimiento de la conciencia son elementos claves la unidad entre ética, educación y cultura.

Se trata de globalizar la solidaridad ante la globalización neoliberal como bien expresara Fidel Castro en algunas de sus intervenciones sobre el tema, cuestión de gran vigencia para enfrentar los desafíos actuales. Marx afirmó que la globalización es un proceso que se origina por el resultado del desarrollo de las fuerzas productivas.

Valdés, C. (2007) al referirse al tema expresó: “El valor-guía para el pensar y el actuar moral de nuestros días es el de la solidaridad. Se habla de una solidaridad que abarca a los seres humanos que tienen limitadas sus posibilidades de acceso a los beneficios de la cultura y la técnica, a las sociedades humanas condenadas a un subdesarrollo que hace posible el desarrollo de los fuertes…”[6]

Se refiere además a la responsabilidad solidaria como la que nace de la buena voluntad y de la generosidad más sincera y sana. También enuncia que una ética solidaria constituye un modo de vivir en plenitud, que responsablemente recorra el camino de la verdadera solidaridad y relaciona estas ideas con las de Edgar Morín que expresó un importante planteamiento ético al concebir la tierra como un espacio vital de todos los seres, que comparten y disfrutan sus bienes.

Se trata en definitiva que el profesional de la educación incorpore en su lenguaje cotidiano estos elementos que lo hacen cada vez más humano, que implica un pensamiento ético y solidario en correspondencia con los reclamos del mundo actual.

 

Conclusiones

–  La comprensión de manera concientizada de la problemática existente en el mundo actual por los profesionales de la educación condiciona los pasos de su posible solución, permitirá reducir el brusco impacto producido entre la naturaleza y el hombre.

–  El sistema educacional cubano brinda la posibilidad al profesional de intercambiar, dialogar con los estudiantes sobre estas temáticas y formar en ellos una conciencia ética, valores que se trasmitirán de generación en generación.

–  La crisis ecológica como uno de los problemas globales que azota a la humanidad encontrará su solución en la unidad de tres esenciales e imprescindibles componentes: la ética, la educación y la cultura divulgada en cada rincón del planeta, a través de la persuasión y perseverancia en las acciones a emprender, además de permitir la introducción de los contenidos bioéticos en esta temática.

–  Se destaca el papel protagónico del profesor dentro y fuera de los centros educacionales, para lo cual las exigencias en su preparación y actuación estarán a la altura de las demandas del milenio en materia de soluciones éticas a los problemas globales.

 

Bibliografía

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  • Valdés, Célida y otros. En el siglo XXI, hacia una cultura de la sostenibilidad. En Destinos culturales y políticos ante la globalización. Universidad de Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. 2007.

 


[1] Hart, A.  Cultura para el desarrollo. El desafío del siglo XXI. 2001, pág10.

[2] Martí, J. Obras Completas. T. 13. 1975, pág. 53

 

[3] Chacón, N. L. y otros. Curso de Ética y Sociedad. s/a. p. 6.

[4] Marí Lois, J. y González Pérez, M. Ética Pedagógica. 1989. p. 16.

[5] Martí, J. El hombre antiguo de América y sus artes primitivas. O. C., T. 8. 1975, p. 332.

[6] Valdés, Célida y otros. En el siglo XXI, hacia una cultura de la sostenibilidad. En Destinos culturales y políticos ante la globalización. Universidad de Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. 2007, pág.118.

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