En las edades más tempranas el niño presenta un sistema anatómico y funcional que necesita de las estimulaciones del medio que va recibiendo su cerebro inmaduro para prepararse con vista a la formación y desarrollo de cada uno de los procesos humanos.  Es de destacar la importancia que tiene para este desarrollo la relación niño-adulto (Vigotsi)(42).  A partir de este principio hemos realizado desde hace varios años un trabajo consistente en un sistema de estimulaciones sensoriales (auditivas, visuales, cinestéticas, vestibulares, táctiles, orofaciales) donde se combinan de una manera integral las actividades físicas, acompañadas de la música (sonidos y ritmos melodiosos en forma de lenguaje ritmático ejecutados con la boca, las manos y distintos materiales y objetos cotidianos) y técnicas de la Medicina Tradicional Asiática.  El terapeuta juega un rol fundamental ya que se mantiene durante todo el tiempo en constante interacción con el niño, facilitando tales sensaciones y la estimulación directa.  Con este tipo de terapia siempre encontraremos al bebito o al niño tranquilo, feliz, contento, agradecido, sonriente, gorjeando, en espera de una nueva acción en la que se conjuga la ternura, la bondad, la dedicación y el amor del terapeuta.  El programa propuesto permite crear un clima emocional favorable al niño durante un período determinado, según el diagnóstico de cada paciente, en el que está siendo sometido a un intenso flujo de estimulaciones sensoriales. Los resultados del trabajo han sido positivos y muy estimulantes.  Es evidente la sintonía del paciente con el terapeuta durante el tiempo del tratamiento lo que es reflejo de bienestar y vivencias emocionales positivas, tan necesario para un adecuado desarrollo.  Se ha visto una evolución notable en el desarrollo psicomotor, estado emocional y la calidad de vida del 100 por ciento de los niños tratados.

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