Palabras claves: ACTIVIDAD FÍSICA/PROMOCIÓN DE SALUD/ENFERMEDADES
Título: La contribución de la ciencia para la prevención de enfermedades relacionadas con la inactividad en países en vías de desarrollo – El ejercicio y el deporte de por vida como medicina.
Autor: William Oliver Roberts
Department of Family Medicine University of Minnesota Medical School, Minneapolis, USA
Fuente:11no Congreso Deportes para todos, 2006
INTRODUCCIÓN
El incrementar y mantener la actividad física resultan fundamentales para la prevención de enfermedades provocadas por la inactividad y es la “medicina” más barata y efectiva en el combate contra el creciente flagelo de la obesidad en el mundo. De acuerdo con el Informe de la Dirección Nacional de Salud Pública de 1996 sobre la actividad física y la salud, la falta de ejercicio físico se está convirtiendo rápidamente en el principal problema de salud en los Estados Unidos. Por ejemplo, la falta de ejercicio físico constituye un factor de riesgo muy parecido al del hábito de fumar para las enfermedades cardiovasculares. Además, el informe del Centro para el Control de Enfermedades del año 2000 muestra que el porcentaje de niños con sobrepeso aumentó de 6,5% en el período 1978-1980 a 15,3% entre 1999 y 2000 (Centro Nacional de Estadísticas de la esfera de la salud. CDC, 1999-2000) y el porcentaje de norteamericanos adultos obesos (BMI > 30 kg/m²) aumentó de 11,6% en 1990 a 21% en el 2001.
El desafío consiste en comenzar la actividad física a edades tempranas y mantener activas a las personas a lo largo de toda la vida. La actividad física disminuye en la adolescencia y el 60% de los adultos en los EE.UU. no hacen ejercicios cotidianamente. A partir de estudios sobre la actividad física y la salud se hace evidente que a medida que decrecen los niveles de actividad aumentan las enfermedades producto de la inactividad. Estudios recientes realizados en los Estados Unidos arrojan que la obesidad está comenzando a hacer presa de la infancia (datos recientes sobre estudios realizados durante más de veinte años indican que el porcentaje de infantes con sobrepeso ha aumentado de 10,4 en 1980 a 17 en el 2001) y que la obesidad en las edades juveniles augura la existencia de obesidad en la edad adulta. A medida que los países pasan de tener economías agrícolas a industriales, con sociedades basadas en los servicios, la necesidad de contar con actividades programadas aumenta. La práctica de ejercicios físicos es barata, fácil de recetar y basta que las personas sedentarias comiencen a realizar actividades físicas de forma cotidiana para que disminuya de forma notable la morbilidad y la mortalidad asociadas a enfermedades provocadas por la inactividad. George Sheehan escribió: “Todo paciente es un atleta, sólo que en distintas etapas de su entrenamiento”. El utilizar esta filosofía de la actividad para todos puede contribuir a mejorar la recomendación de los ejercicios y su aceptación. Desdichadamente, aquellos a los que se les ha recomendado la práctica de ejercicios no muestran mucho interés por los mismos.
RIESGO DE LA PRÁCTICA DE EJERCICIOS
La práctica de ejercicios entraña un riesgo de ocurrencia de muerte cardiaca súbita incluso en individuos con buenas condiciones físicas. Sin embargo, el mayor riesgo de ocurrencia de un accidente cardiaco fatal, o no, puede darse durante un breve aumento de la intensidad de un ejercicio por parte de una persona sedentaria. Como médico especializado en el entrenamiento de personas en el norte de los Estados Unidos, se me hizo muy evidente que “la primera nevada destruye los corazones enfermos”, ya que las personas sedentarias se ven obligadas a desarrollar un intenso trabajo con sus brazos para quitar con una pala la nieve recién caída sobre las aceras y rampas de acceso de sus carros. Aunque los que hacen ejercicios con regularidad corren cierto riesgo de sufrir un accidente cardiaco repentino durante la actividad física, el riesgo relativo es significativamente inferior que en el caso de las personas sedentarias tanto en estado de reposo como durante la actividad. Por lo tanto, desde el punto de vista cardiovascular, el mayor riesgo ocurre durante un esfuerzo intenso (>6 METS) en cualquier clase de ejercicio, pero es mucho mayor para una persona sedentaria que alcance un grado máximo de actividad en comparación con una persona muy activa que alcance ese mismo grado de actividad. El riesgo relativo de infarto del miocardio se reduce de forma progresiva a medida que la gente pasa de 0 a más de 5 días por semana de actividad física o dicha actividad revasa los 6 METS. (Mittleman, 1983). Por consiguiente, el riesgo creciente de muerte cardiaca súbita durante la actividad física es superado con creces por los beneficios de la actividad física cotidiana y no debe dejar de fomentarse la recomendación de la práctica de ejercicios físicos con regularidad.
EL EJERCICIO FÍSICO Y LA REDUCCIÓN DEL RIESGO DE CONTRAER ENFERMEDADES
El ejercicio físico reduce el riesgo de contraer la mayoría de las enfermedades crónicas y muchas enfermedades concuerdan con la descripción de “enfermedad por inactividad”. Estas enfermedades responden al incremento del ejercicio físico desde niveles muy bajos de actividad hasta niveles muy altos de acuerdo con un esquema de “escalera descendente” que ha sido demostrado en muchas investigaciones sobre el proceso de desarrollo de muchas enfermedades en ambos géneros, a todas las edades y en todos los grupos étnicos estudiados. Se han realizado numerosas investigaciones que muestran el mismo esquema para muchas enfermedades crónicas que incluyen la obesidad, la diabetes melitus tipo 2, hipertensión, hiperlipidermia, síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares, enfermedades vasculares perisféricas, depresión y disminución del estrés, reducción del cáncer, funciones neurocognitivas, mejoría del sueño, así como el estado de los músculos, los huesos y las articulaciones, todas causantes de la muerte. Aunque los beneficios para la salud a partir de la actividad física aumentan cuando se pasa de una etapa de sedentarismo a una más activa, aquellos que tienen una actividad física más intensa corren el menor riesgo de contraer enfermedades.
Dos investigaciones que han marcado un hito en cuanto a la epidemiología del ejercicio como medicina muestran que los beneficios para la salud aumentan y la incidencia de enfermedades disminuye al incrementarse los niveles de actividad física. En una investigación laboral, se estudió la actividad física y su relación con las enfermedades de la arteria coronaria en una población de 31,000 trabajadores del transporte de Londres comparando a los choferes (sedentarios) con los conductores (activos) y los resultados arrojaron la presencia de oclusión coronaria en 1,5 choferes por cada 1000 contra 0,5 conductores por cada 1000. (Morris, 1953). Paffenbarger et. al. Obtuvieron resultados similares en una investigación aplicada a 6 451 estibadores de la Bahía de San Francisco los cuales se dividieron en grupos de acuerdo con la actividad física que realizaban en el puesto de trabajo y se descubrió una ocurrencia menor de enfermedades coronarias y de muerte súbita en el grupo de mayor actividad física. (Paffenbarger, 1975). La reducción en cuanto al riesgo de accidentes cardiovascualres provocados por el trabajo cotidiano está basada en estas investigaciones, pero ha sido reproducida en otros muchos contextos que siguieron estos procedimientos clásicos. Entre las investigaciones más recientes acerca de la actividad cotidiana se encuentra la realizada en Copenhague sobre el traslado al trabajo en bicicleta la cual muestra que la mortalidad en aquellos que, para ir en bicicleta al trabajo a un paso moderado consumían alrededor de 3 horas por semana, corrían un riesgo relativo en correspondencia con la edad, el sexo y el nivel educacional de 0,7 en comparación con un riesgo relativo de 1 para aquellos que no se trasladaban en bicicleta. (Andersen, 2000).
La muerte puede utilizarse como un indicador de resultado para la efectividad de la actividad y la reducción del riesgo de contraer enfermedades. El riesgo de muerte en 749 mujeres y 1 758 hombres de 60 años y más divididos por niveles de condiciones físicas cardiorespiratorias de acuerdo con la edad y los factores de riesgo con una baja forma física como riesgo relativo de 1 muestra reducciones de riesgo relativo de hasta 0,7 para grupos de condiciones físicas moderadas y 0,4 en grupos de mujeres de elevadas condiciones físicas. (Blair, 2000). De igual manera, en el grupo de hombres del grupo moderadamente activo se dieron reducciones de hasta 0,76, mientras que en el grupo de actividad elevada las reducciones fueron de 0,4. En el mismo estudio hecho solamente a 2 135 hombres divididos en 10 grupos etáreos, los que desarrollaban una actividad intensa mantenían la ventaja de reducción de la mortalidad hasta la novena década de vida. Mientras esta mortalidad aumentaba por década en hombres de bajas condiciones físicas, en el grupo de condiciones físicas elevadas la mortalidad se mantenía relativamente estable. (Blair, 2000).
Existen muchas investigaciones secundarias que dan fe del mismo patrón para distintas enfermedades. En un estudio sobre el síndrome metabólico realizado a 9 007 hombres y 1 491 mujeres de 1979 al 2003, el índice de edad ajustado del síndrome metabólico disminuye significativamente entre los grupos masculinos y femeninos de buenas condiciones físicas cardiorrespiratorias y de actividad baja, media y alta (p <0,001). (LaMonte 2005). La diabetes melitus del tipo 2 se ha convertido en un indicador sustituto para la obesidad en los Estados Unidos y en todo el mundo. Cuando las condiciones cardiorrespiratorias guardaban correlación con la diabetes melitus 2 en hombres que por demás serían sanos, la incidencia de la diabetes por cada 1 000 hombres basada en el nivel de actividad para el grupo de bajas condiciones físicas fue de 6, para el grupo de condiciones moderadas fue de 3 y para el grupo de elevadas condiciones físicas fue de 1,5, lo cual demuestra el poder de la práctica de ejercicios para reducir la diabetes. (Wei, 1999). En 4 747 japoneses del sexo masculino procedentes de la Compañía de Gas de Tokío a quienes se les ajustó el riesgo relativo de acuerdo con la edad y los factores de riesgo en cuartiles de capacidades cardiorrespiratorias con el riesgo relativo de la diabetes melitus del tipo 2 fijado en 1 para el cuartil bajo, el riesgo relativo para el grupo de baja actividad moderada fue de 0,8, el riesgo relativo del grupo de elevada actividad moderada fue de 0,6 y el cuartil de actividad elevada fue de 0,55. (Sawada, 2003. Hubo una reducción lineal del riesgo de los grupos de baja actividad moderada a los de alta actividad moderada, pero la reducción del riesgo desde la actividad altamente moderada a la actividad elevada no fue muy diferente en cuanto al riesgo. (Sawada, 2003). Una buena capacidad cardiorrespiratoria también reduce el riesgo de padecer de hipertensión, la cual con el tiempo provoca efectos adversos para la salud. En un estudio realizado a 4 884 mujeres saludables, el riesgo relativo de padecer de hipertensión por un tiempo prolongado sobre la base del nivel de capacidad física descenció de 1 en grupos de baja capacidad a 0,6 para grupos de capacidad moderada y 0,35 para los de elevada capacidad. (Barlow, 2006). El síndrome metabólico que combina la obesidad, la hipertensión, la hiperlipidemia y la diabetes melitus del tipo 2 representa el punto más bajo de salud y riesgo a causa de la inacftividad. En hombres con síndrome metabólico con índices anuales de diabetes y enfermedades cardiovasculares ajustados por edad y año de pruebas, la tercera parte de los de condiciones físicas inferiores de acuerdo con los METS mostraron el más alto índice de enfermedades y aquellos que avanzaban a la categoría de los de mejores condiciones físicas presentaban casi la mitad de ocurrencia de diabetes y enfermedades cardiovasculares. En 3 757 hombres con síndrome metabólico de los grupos de mejores condiciones físicas, las proporciones probables de mortalidad por causas múltiples fueron de 2,7, 1,5 y 1 para grupos de condiciones físicas inferiores, moderadas y altas respectivamente (Katzmarzyk, 2004).
La actividad física también reduce el riesgo de fracturas y de demencia; problemas no asociados con el sistema cardiovascular pero que responden bien a niveles superiores de ejercitación y forma física. En una investigación realizada a 61 200 enfermeras, el riesgo relativo ajustado en fracturas de cadera disminuyó al aumentar el MET por horas a la semana de 1 en mujeres con poca actividad física a 0,5 en mujeres muy activas. En un estudio sobre la actividad física y la demencia realizado a 1 740 hombres y mujeres de 65 años y más, la proporción de riesgo ajustado por edad y sexo debido a la aparición de demencia de 1 por 10 en la “batería de bajo desempeño físico” tenían una incidencia epecífica por edad de 20 casos de demencia por cada 1 000 personas/años en comparación con los 50 casos que se daban en aquellas personas que hacían < 10 en esa batería. (Wabg, 2006) Las condiciones cardiorespiratorias de 24 niños (de edad promedio de 9,6 años) valorados de acuerdo con una combinación de actividades, capacidad de resistencia (1 milla de marcha), constitución física y medidas de fuerza-flexibilidad (CCF=conjunto de condiciones físicas) y de acuerdo con respuestas neuroeléctricas y conductuales a la discriminación de estímulos para la función neurocognitiva mostraron una correlación positiva entre una mejor forma física y la atención, la memoria de trabajo, la velocidad de respuesta y la velocidad de procesamiento cognitivo. (Hillman, 2005)
EL EJERCICIO COMO MEDICINA
El aumento de la actividad física y los ejercicios organizados desde el nivel sedentario a otros más activos disminuye el riesgo de ocurrencia de enfermedades relacionas con la inactividad física. Los ejercicios resultan beneficiosos para las personas que están bien de salud, para las que están bien pero necesitan de medicamentos y para las quen padecen de enefermedades crónicas. El ejercicio físico tiene una estrecha relación con la obesidad y el control del peso, lo cual parece ser una combinación de sobrealimentación crónica y poca práctica de ejercicios. En los Estados Unidos, el riesgo de diabetes melitus del tipo 2 va aparejado al aumento acelerado del índice de masa corporal. La práctica de ejercicios físicos incide sobre la hipertensión y puede disminuir la presión sanguínea de forma significativa y permanente. También puede influir sobre los niveles de triglicéridos en la hiperlipidermia, la cual contribuye a la aparición de enfermedades de la arteria coronaria. En una investigación sobre enfermedades cardiovasculares, se le hizo un seguimiento durante nueve años a 1 045 hombres y mujeres con 65 años de edad y más afectados de la arteria coronaria y se registraron 489 decesos. (Janssen, 2006) En las 7 284 personas / años, se hizo una valoración de la actividad física a inicios del programa y al cabo de los tres años con resultados que fueron ajustados de acuerdo con la actividad inicial, la edad, el sexo, la raza, el hábito de fumar y beber, las condiciones socio-económicas, la adiposidad, y las comorbosidades. (Janssen, 2006) El cambio de actividad y el riesgo de muerte ajustado mostró que el riesgo relativo de muerte se eleva a medida que disminuye la actividad y disminuye de forma inversamente no lineal con la curva convexa relativa a la ordenada y la abscisa (Janssen, 2006).
PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIOS PARA LA SALUD
La prescripción de ejercicios debe formar parte de cualquier plan de salud individual y el ejercicio debe ser un “signo vital” en cada encuentro con los pacientes. La prescripción de ejercicios debe ser permanente y comenzar a temprana edad y debe centrarse en actividades que se adapten al individuo y a su cultura. Es más probable que los niños activos se conviertan en adultos activos y los niños inactivos están destinados a convertirse en adultos inactivos (y, probablemente, con sobrepeso). Desdichadamente, muchos niños activos abandonan las actividades deportivas y se vuelven adolescentes inactivos, lo que ocurre principalmente con las niñas. El que los médicos y los trabajadores de la salud alienten la actividad física hace que mejore la aceptación por la práctica de ejercicios físicos. El utilizar los deportes y las actividades como la caminata, la carrera, el fútbol, el baloncesto y el béisbol —los cuales requieren de menos recursos para promover una buena forma física de carácter pemanente— constituye una extensión lógica de las investigaciones sobre la actividad física y debe reducir el impacto de la inactividad en los países en vías de desarrollo. Los principios generales de la prescripción de los ejercicios están resumidos en el Protocolo de la FITT en función de la frecuencia, la intensidad, el tiempo y el tipo de ejercicio. La frecuencia, la intensidad y la duración de las sesiones de ejercicios se basan en la dosificación de los ejercicios que se requieren para obtener la respuesta deseada.
La prescripción de ejercicios puede dividirse en tres categorías que afectan a las personas de diferentes maneras y tienen distintos objetivos. La activación consiste en abandonar el estilo de vida sedentario que prevalece en los países desarrollados y provocar el mayor incdremento posible de los beneficios para la salud durante el tiempo que se dedique a los ejercicios. La prescripción de la forma física está dirigida a mantener buenas condiciones físicas por razones de salud y para que muchas personas se mantengan “en forma” para sus pasatiempos preferidos y sus vacaciones. La prescripción de participar en competencias consiste en el entrenamiento físico para potenciar al máximo el desempeño personal en correspondencia con la edad, recomendándose que es preferible que se haga bajo la tutela de un entrenador calificado. El concepto de “Deporte para Todos” tiene como objetivo la activación y las buenas condiciones cardiorrespiratorias para la población en general, a la que a menudo no se le tiene en cuenta a la hora de buscar la optimización de la competencia.
La activación no es más que el hacer que las personas avancen desde estilos de vida sedentarios al disfrute de actividades físicas de forma regular con el fin de acumular, al menos, 30 minutos de cualquier actividad durante la nayor cantidad de días de la semana. Para mejorar la activación y la salud, resulta beneficiosa una acumulación diaria de tres sesiones de actividad de diez minutos de duración cada una. (Murphy, 1998) La mayoría de las personas fácilmente puede lograr esto parqueando su auto lejos del centro de trabajo, caminando o trasladándose en bicicleta en lugar de usar el automóvil o el ómnibus, usando las escaleras en lugar del elevador, caminando durante los recesos en la jornada laboral o el almuerzo y desarrollando trabajos de jardinería. Otros cambios sencillos en el estilo de vida, además de la actividad laboral, redundarán en mejoras para la salud y la reducción del riesgo relativo. Para muchos, con sólo desarrollar un programa que empiece con cinco minutos diarios de caminata a la cual se le adicione un minuto cada uno o dos días puede resultar un programa de ejercicios muy efectivo. El utilizar un camino de ida y regreso durante las primeras sesiones garantizará que las personas no comienzen con una carga muy alta. Se les debe aconsejar a las personas sedentarias que deben dejar de hacer sus ejercicios un día en caso de que presenten dolores musculares debido a la sesión del día anterior. Las personas pueden utilizar los centros comerciales u otros edificios públicos cuando hace demasiado calor o frío, hay demasiada humedad, o el piso está demasiado resbaloso. El prescribir la activación trae como resultado los mayores baneficios para la salud de los individuos y las personas en general durante el tiempo que le dedican a los ejercicios, reduciendo la mortalidad en los hombres de 64 a 25 decesos por cada 10 000 personas/año. (Blair, 1991) A cada persona se le debe alentar a seleccionar la actividad o actividades que prefieran y le sean fáciles de hacer de forma regular. Una gama amplia de actividades puede mejorar la aceptación de realizar actividades físicas cotidianamente.
Tanto la intensidad como la duración (tiempo) del ejercicio deben incrementarse de forma gradual para aumentar los beneficios de la activación. La intensidad de los ejercicios puede medirse de acuerdo con el por ciento del consumo máximo de oxígeno (%VO2max), el por ciento del ritmo cardiaco máximo por edad (%RCMage), o de forma más relista, con los índices de la escala de esfuerzos percibidos (EEP) que se correlaciona muy bien con V02max. El objetivo de la activación es un índice de 10 a 13 en la escala que se puede percibir como de ligero a moderado. El tiempo (la duración) de las sesiones de ejercicios dependerá del objetivo de largo alcance. La acumulación de bloques de ejercicios de 10 minutos resulta beneficiosa para las personas sedentarias. (Murphy, 1998) Para lograr una mayor optimización de los ejercicios, la duración de la actividad debe extenderse hasta que cada persona alcance lo que se propone. Para optimizar la salud cardiorrespiratoria, se requiere la realización de ejercicios de 20-40 minutos 3-4 veces a la semana. Se debe aumentar el esfuerzo de forma gradual hasta alcanzar el nivel en que “se empiece a sudar copiosamente” (60-90%RCM). Después de 3 ó 4 días de ejercicios a la semana se alcanza un nivel estable de las condiciones físicas cardiorrespiratorias y comienza a elevarse el riesgo de lesiones. No existe ninguna razón para no participar en este nivel con mayor frecuencia con tal de que no se produzca un aumento concomitante de lesiones. La evolución de programas para mantener la forma física debe limitarse a aumentos en la carga o volumen de los ejercicios de hasta un 10% semanalmente. Para aquellos que necesiten disminuir la masa corporal, el ejercicio debe extenderse hasta 40-60 minutos, pero la intensidad debe ser menor (45-60% RCM de acuerdo con la edad) para promover la utilización de la grasa almacenada durante la actividad. El tiempo de recuperación después de los ejercicios para hacer que se recuperen los tejidos después de la realización de ejercicios intensos sólo le interesa a aquellos que los realizan para desarrollar la forma física o que le sirven de entrenamiento para competencias y no deben complicar las recomendaciones de activación.
Además, el entrenamiento para desarrollar la fuerza que se realice cada dos días, incrementando las cargas de forma progresiva, mejorará el equilibrio y hará que disminuya la grasa corporal. El entrenamiento para desarrollar la fuerza se basa en la sencilla idea de que al tener músculos más grandes se queman más calorías y se mejora el control del peso. Las cargas de fuerza deben establecerse y aumentarse progresivamente hasta alrededor de 15 repeticiones para desarrollar tanto la fuerza como la resistencia. Se les debe advertir a las personas el evitar aumentos bruscos de repeticiones. El entrenamiento para desarrollar la fuerza tiene la ventaja adicional de disminuir el riesgo de caídas y mejorar el equilibrio en pacientes de más edad.
CÓMO MEJORAR LA ACEPTACIÓN HACIA LA PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIOS Y SU CUMPLIMIENTO
Los planes de ejercicios para proveerle actividad a las personas necesitan ser sencillos, con metas alcanzables, accesibles, costeables, aceptables desde el punto de vista cultural y divertidos. Para mucha gente, la práctica de ejercicios es considerada una tarea tediosa, por lo que el escoger una actividad (o grupo de actividades) agradable contribuye a una mejor aceptación. Un ambiente social en que se desarrollen actividades de grupo a menudo atrae a personas cuyo modelo de ejercicios es el de los que se desarrollan en una clase de educación física en una escuela. La urbanización en los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo ha afectado el transporte, el acceso pedestre, y la seguridad de la familia. Algunos de los obstáculos que constituyen barreras para la práctica regular de ejercicios tanto para la infancia como para los adultos incluyen la falta de espacios donde jugar y caminar, las limitaciones de horario impuestas por el trabajo o la escuela, la oscuridad y la carencia de parques y vías debidamente iluminados, lugares en que hace mucho calor o frío, y el acceso a lugares que cuiden a los niños. Las recomendaciones de ejercicios deben adecuarse a los límites económicos y culturales de las personas a las que están destinados. La mayor parte de la solución a estos problemas se encuentra fuera del alcance de lo que un trabajador profesional de la salud pudiera hacer de manera individual, por lo que debe constituir un objetivo de salud para nuestros sistemas de salud pública el dirigirse a los gobiernos y hacer cabildeo para lograr fondos que contribuyan a construir parques, áreas de juegos y caminos para la comunidad.
Agita Sao Paulo es un ejemplo de programa organizado para fomentar y aumentar la actividad física en el seno de una población numerosa. Dicho programa aparece esbozado en estas Memorias y está centrado en la actividad a desarrollar en las tres principales esferas de la vida:
la casa, el transporte y el tiempo libre. La vía que conduce al éxito en este tipo de programa requiere de un centro de investigaciones que dirija el proceso científico y establezca las asociaciones institucionales. También, debe tener un enfoque viable, tener atractivo social y una base cultural, así como otros factores. (Matsudo, 2002) Su vínculo a una base cultural es esencial para el éxito en programas para la población, tal y como sucede al dirigirse a una persona de forma individual en la oficina de un profesional.
En Internet se pueden encontrar programas sencillos que pueden satisfacer las necesidades de personas que buscan recomendaciones para avanzar a niveles superiores de actividad de forma segura y previsible. Esto incluye valoraciones sencillas de la forma física y programas de marcha progresiva basados en caminatas de una milla y confeccionando gráficas que muestren una progresión razonable y segura. El programa basado en el podómetro de 10 000 pasos resulta apropiado para algunas personas y es fácil de enseñar y monitorear. Después de establecer un nivel de actividad inicial registrando los pasos diarios por una o dos semanas, a una persona se le puede orientar el agregar 100 pasos o más al total diario cada una o dos semanas. Esto permitirá un incremento gradual de la actividad con el objetivo de alcanzar o sobrepasar los 10 000 pasos diarios (alrededor de cinco millas). Este tipo de programa representa los pasos dados en actividades de la vida diaria y en el centro de trabajo con la opción de caminar al final del día o al siguiente día para alcanzar el nivel total propuesto.
RESUMEN
La mejoría de la salud a través de la actividad física mediante la reactivación de las personas sedentarias y el enseñarle a los niños y niñas a mostrarse activos desde edades tempranas puede lograrse a nivel individual por profesionales de la salud y, a nivel de la población, con programas como el de Deporte para Todos del Comité Olímpico Internacional. La activación a partir de un modo de vida sedentario aporta mejoras desde el punto de vista de la salud y la economía al reducir la carga que representan las enfermedades para los individuos y la población en general. Desde el punto de vista individual, el desarrollar una actividad que mejore la forma física rinde muchos beneficios. Puesto que los niños activos tienen más probabilidades de convertirse en adultos activos, resulta esencial concentrar nuestros esfuerzos en la movilización de los ciudadanos más bisoños. El utilizar a atletas de alto rendimiento o de la élite deportiva como modelos a seguir puede ser muy útil en la lucha por mejorar la forma física; el dinero y el esfuerzo que no se empleen en el desarrollo de deportes de alto rendimiento debe dedicarse a los esfuerzos para reducir las conductas sedentarias.
La motivación y el aliento que aporten los médicos y los profesionales de la salud mejora la aceptación hacia los programas de actividades físicas. Es difícil calcular con certeza la cantidad de salud que se le agregaría a la vida como resultado de la realización cotidiana de actividades físicas durante toda nuestra existencia, pero no hay dudas de que la calidad de los últimos años de vida se mejoraría con la práctica de acvtividades físicas de forma habitual. Algunos estudios estiman que la vida puede extenderse entre cuatro y siete años con ejercicios regulares; sin embargo, otros estudios han calculado que esa sería la cantidad de tiempo que habría que dedicarle a los ejercicios para extender la vida en esa proporción. La calidad de los últimos años, y no la cantidad, debiera ser el centro de atención con el fin de reducir la morbilidad de los últimos años de vida a un período más corto de tiempo. Los profesionales de la salud, especialmente los médicos, tienen la responsabilidad de reflejar estilos de vida físicamente activos para las personas que buscan en esta profesión consejos para el cuidado de la salud.
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