Palabras claves: RESISTENCIA/REACCION/ENTRENAMIENTO DEPORTIVO
Titulo: La Bioadaptación, ley básica del entrenamiento deportivo
Autor: ARMANDO FORTEZA
Texto completo:
Toda la metodología que se aplica en el proceso del entrenamiento deportivo y que por supuesto está orientada hacia los triunfos competitivos en el deporte, tiene una base científica y está rigurosamente regida por leyes objetivas que reflejan la realidad, preceptos que determinan tal o cual paso a seguir en el camino hacia la victoria deportiva.
En el proceso de preparación deportiva hacia metas elevadas, trabajando con todo el rigor que demanda la ciencia, debemos tener presente las respuestas a las siguientes interrogantes:
· ¿Qué entrenamos?
· ¿Por qué el deportista aumenta su preparación?
· ¿Qué sucede en el organismo del deportista cuando este recibe un contenido de preparación?
· ¿Qué determina la selección de uno u otro contenido de entrenamiento?
Estas y otras respuestas constituyen el ABC del proceso de preparación, sin descubrirlas no es posible lograr que nuestros atletas sean los mejores entre los mejores.
Hoy día, el entrenamiento deportivo ha sido invadido por una biologización en su metodología, no en balde se ha generalizado la definición de que… “el entrenamiento deportivo es en términos generales un proceso permanente de adaptación a la carga de trabajo (Weineck, 1978).
Por tal motivo el punto de partida de cualquier estudio sobre la Metodología del entrenamiento deportivo estará impuesto por el análisis de la “Ley básica del entrenamiento”.
Todos los contenidos de preparación que se aplican en el entrenamiento deportivo están enmarcados en el concepto que se tiene como Carga de Entrenamiento, la que será analizada detalladamente en el siguiente capítulo, – la carga sintetiza el contenido de preparación, estos contenidos que recibe el deportista a modo de carga tienen un efecto biológico, generalmente funcional, en el organismo del deportista, lo que significa que la llamada Ley básica de entrenamiento sea insustituiblemente la LEY DE LA ADAPTACION BIOLOGICA, o Ley de la bioadaptación.
Sabemos que la adaptación es una posibilidad que tiene el organismo para sobrevivir. Un organismo en estado de adaptación, significa que ha alcanzado un equilibrio entre los procesos de síntesis y degeneración, estando en esta situación hasta tanto no se interrumpan las exigencias que demanda el equilibrio. Ha este equilibrio biológico (entre síntesis y degeneración) que caracteriza al organismo en estado de adaptación se le da el nombre de Homeostasis.
Si algún agente (carga de entrenamiento) interrumpe la homeostasis, el organismo tratará de buscar nuevamente el equilibrio funcional.
Si este agente estresante (carga de entrenamiento) es desconocida por el organismo, la interrupción de la homeostasis estará determinada por un aumento de los procesos catabólicos o degenerativos, los cuales se mantendrán hasta que dure la influencia de la carga, casi de forma inmediata el organismo responderá a la agresión con un aumento de los procesos constitutivos, generativos o anabólico ( lo que llamamos recuperación ) a fin de dar protección al organismo por las pérdidas energéticas sufridas ante el esfuerzo realizado por la carga de entrenamiento.
Estos procesos recuperativos que suceden al ser interrumpida la homeostasis, no solo procuran volver al punto de partida ante el esfuerzo sino más bien tienden a sobrepasar los niveles iniciales de capacidad, lo que parece ser una predisposición del organismo ante una nueva agresión, fenómeno que por el cual todos conocemos con el nombre de supercompensación.
El objetivo máximo del entrenamiento, como ya sabemos es obtener el triunfo competitivo, y para ello el deportista deberá alcanzar un gran nivel de preparación avalado por un aumento notable de sus potencialidades energéticas.
Al respecto de lo formulado en el párrafo anterior queremos señalar que al observar el esquema de la izquierda, nos damos cuenta de una realidad que pocas veces los entrenadores nos percatamos de la misma, esta es la siguiente:
Durante el proceso de la práctica del ejercicio físico (carga de entrenamiento), el deportista no obtiene energía, sino por el contrario “la gasta”. La energía y por tanto la capacidad es obtenida por el deportista durante los procesos de síntesis y generación de todos los substratos gastados durante la actividad, es decir durante la actividad se gasta energía y ésta se obtiene en la recuperación.
Este aspecto es muy importante dada la siguiente formulación: “Si queremos obtener un tipo determinado de energía debemos aplicar las cargas de entrenamiento en la dirección que deseamos obtener”. Siempre que el organismo gaste – en el entrenamiento – se obtendrá en la recuperación, lo que significa que si queremos, por ejemplo desarrollar la capacidad de trabajo energética de la resistencia de la velocidad, debemos aplicar cargas de entrenamiento que provoquen un gasto energético anaerobio lactácido, si las cargas son aerobias, la energía que obtendremos será por supuesto aerobio. En el proceso del entrenamiento deportivo, la capacidad obtenido por los deportistas estará directa y únicamente relacionada a las cargas de preparación.
Todo lo anterior se resume en la respuesta a la siguiente pregunta: ¿Cómo el deportista obtiene la energía necesaria para la victoria? Pues la única forma será: G A S T AN D O L A. (Yañez, 1992).
Como aspecto de interés le ofrecemos el siguiente esquema “Modelo de la capacidad de rendimiento”.
El gráfico anterior refleja (según Grosser/Zinmerman, 1990) que en un esfuerzo una persona en estado desentrenado (I) será incapaz de liberar más que un 70% de sus reservas genéticamente preestablecidas. “La hipótesis de que el organismo guarda una reserva automáticamente protegida, resulta de la observación de que se disponen de más reservas en situaciones extremas, paralizando los mecanismos inhibitorios centrales”. El entrenamiento nos permite entonces ampliar el ámbito de la energía disponible, es decir, subir el umbral de movilización energética hasta un 95%.
Otro aspecto importante a destacar dentro de la Ley de la Bioadaptación como ley básica del entrenamiento es lo referido al Síndrome General de Adaptación, conocido también como Ley de Selye.
Hans Selye, endocrinólogo, señaló que frente a cualquier agente agresor al organismo, se producen simultáneamente una serie de reacciones típicas, en función del estímulo agresor, y otras reacciones atípicas (siempre las mismas), independientemente de la naturaleza de los estímulos. Estas reacciones suponen:
· aumento de la actividad suprarrenal.
· atrofia del sistema metabólico de las grasas.
· ulceración del tubo digestivo.
· otras tales como pérdida del peso, disminución de los cuerpos antiácidos en sangre, etc.
Este conjunto de manifestaciones atípicas los denominó Síndrome General de Adaptación o Síndrome de Stress.
Frente a la acción del agente estresante, se altera el equilibrio del organismo. Si dicho agente actúa de forma continuada, dará origen a las diferentes reacciones en función de su persistencia.
Reacción de alarma
Ante la estimulación de suficiente intensidad, se produce la reacción del organismo originando un desequilibrio (ruptura de la homeostasis), poniendo en marcha toda una serie de mecanismo provocando un desgaste en el organismo, se llega hasta el estado de fatiga o de shock, al que le sigue un estado de Contra – Shock que vendrá determinado, fundamentalmente, por la naturaleza e intensidad del agente estresante. En este estado de Contra Shock se recupera el organismo del desgaste al que había sido sometido, sobrepasando el nivel de equilibrio inicial y adaptando al sujeto a una nueva situación de equilibrio, de tal forma que, si persistiera el estímulo inicial en su misma intensidad y naturaleza, dejaría de provocar un desequilibrio.
Fase de Resistencia
Está determinada por el tiempo que se mantiene ese nuevo estado de desequilibrio, incluso frente a la persistencia de actuación del agente estresante.
Estado exhaustivo
Si el agente estresante persiste en su acción, el organismo pierde la resistencia adquirida (fase de agotamiento), pudiendo llegar a un estado de fatiga irrecuperable.
Importancia de la Teoría de Selye en el entrenamiento deportivo
Cuando un sujeto se somete a un stress físico (carga de entrenamiento) se tendría que llegar, a la conclusión que dicha agresión constante llegaría a provocar una incidencia desagradable en la vida del deportista.
Sin embargo, las investigaciones que se han realizado parecen confirmar que el entrenamiento crea una especie de protección contra el stress, que bien podría tratarse del desarrollo de un estado de resistencia.
De Vries demostró experimentalmente, que unos ejercicios intensos y de poca duración causan una considerable reducción de la tensión neuromuscular. De ello se desprende que, aplicando ejercicios físicos intensos, se provoca en principio un estado de shock, pero que, sin embargo, el efecto general de los ejercicios podía llevar hacia un estado de Contra – Shock, que desarrollará una resistencia que previene contra las enfermedades nerviosas y las relaciones con la tensión.
Este hecho lo refiere Selye como una “desviación”, que constituye el punto de aplicación de su teoría en el terreno deportivo.
Según Weinneck, 1978, la dinámica de la adaptación (estado de entrenamiento) es muy rápida para un principiante, y después se aminora con los años de entrenamiento hasta ser prácticamente imperceptible con el paso del tiempo (ver gráfica).
El nivel de alteración de la homeostasis es responsable del comportamiento de la curva del estado de entrenamiento.
Con el aumento del estado de entrenamiento, las cargas no tienen igual impacto sobre la homeostasis y generan modificaciones cada vez menos marcadas sobre el equilibrio bioquímico del organismo.
Por esta razón los fenómenos de adaptación son cada vez menos perceptibles. El estado de entrenamiento tiene, pues, influencia directa sobre la respuesta del organismo a un estímulo de entrenamiento. Sin embargo, las modificaciones en la estructura del entrenamiento permiten nuevos procesos de adaptación. Las cargas de entrenamiento invariables (estándar) llevan inevitablemente al estancamiento (Vorobjeva y Voroviev, 1978).
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